"Llevo más de 40 operaciones, y las que me faltan"
‘El niño de fuego’ relata la historia de Aleixo Paz, que se quemó el 91% del cuerpo en un accidente a los 8 años
Salt“Me llamo Aleixo Paz, tengo 9 años y el 8 de septiembre de 2009 sufrí un accidente yendo con mi padre con el camión. Me quemé todo el cuerpo y desde entonces estoy en la UCI. Me han operado 13 veces y todavía me quedan unas cuantas. Quiero irme a casa, estoy cansado de estar aquí”. Son las palabras que escribió Aleixo hace una década, cuando estaba ingresado en el Vall d'Hebron con el 91% de la piel calcinada. Su vida se paró la noche de ese 8 de septiembre, cuando, de madrugada, oyó que su padre se despertaba para ir a trabajar. “Sin que él se diera cuenta, me escondí en su camión y no me vio hasta mucho después”, recuerda ahora. A él y sus hermanos, Ángel y Alexandra, les encantaba ir en la cabina con su padre. Pero ese día cargaba una cisterna con 20.000 litros de gasóleo y, por mala suerte, en la autopista chocó contra una furgoneta de mantenimiento que estaba parada en el arcén. “Los bomberos no saben si había un mechero o qué pasó para que se incendiara toda la carga”, explica el chico, sentado en un banco del Parc Monar de Salt, la ciudad donde vive. Falta justo una semana para que se estrene en Movistar+ el documental El niño de fuego, que explica su historia y que muestra cómo es hacerse mayor con el rostro quemado.
Media vida en el hospital
El joven tiene una mezcla de recuerdos y pesadillas del momento del accidente. “Caí en la balsa de gasolina, y mi padre tiene las manos quemadas de intentar apagar el fuego cuando me quemaba”. Un helicóptero se los llevó rápidamente hacia Vall d'Hebron, donde empezó un vía crucis de entradas y salidas del quirófano que se ha alargado hasta la actualidad. “Como mínimo llevo 43 operaciones, ¡y las que me faltan todavía! Una vez pedí mi historial médico y me lo trajeron en tres bolsas gordas del Mercadona”, dice riendo antes de confesar: “Intenté contar todas las operaciones que me habían hecho… ¡pero no se entiende una mierda!” Y más carcajadas. Si fuera por él no entraría nunca más a quirófano, pero se le hacen heridas en la piel o a veces le tensa en determinadas partes del cuerpo. Y, además, hace un tiempo que sufre una pancreatitis crónica y los médicos no saben por qué.
“Creía que no llegaría a los 20”
Aleixo, que ahora tiene 20 años, es un chico que con pocas palabras revela reflexiones muy profundas. Y sobre todo se caracteriza por su honestidad: suelta todo lo que piensa, sin filtros ni complejos. “Como el culo”, responde a la pregunta de cómo llevó tener una cámara grabando su vida durante cinco años. El director del documental, Ignacio Acconcia, filmó en periodos intermitentes, pero antes de sacar la cámara estuvo un año conociendo a Aleixo y su familia, que son de origen gallego. “Bien, no hay nada que me desagrade”, opina sobre el resultado final.
Uno de los momentos más penetrantes del film es cuando confiesa: “No quiero una vida para vivirla, quiero llegar al final, a la muerte”. “Creía que no llegaría a los 20… y muchas veces me digo: «Mira, ¡al final has llegado!»”, suelta ahora con su particular ironía. A él no le gusta ver fotos ni vídeos de cuando era pequeño, antes del accidente. “Ya no soy ese niño, él era todo felicidad y sueños, y yo ahora soy todo lo contrario”.
Uno de los hechos que también le supieron peor fue tener que dejar el fútbol y las motos, que le gustaban mucho: “Era lo que me hacía estar vivo”. Después del accidente estuvo un tiempo entrenando en un equipo, porque le dijeron que podría salir al campo. “Pero me engañaron y no pude llegar a jugar nunca”, dice todavía dolido.
Un confinamiento muy duro
A lo largo de estos años ha pasado por diferentes épocas, y su gran apoyo, además de la familia y los amigos, ha sido la música. Cuando nadie lo ve ni lo oye, desde su habitación, escribe letras y rapea canciones que revelan sus sentimientos y pensamientos. Una de las más especiales es la que escribió a cuatro manos con el boxeador y rapero Isaac Real El Chaca, que sale en el documental. Lo conoció hace años, con su hermano mayor, Ángel, durante una velada de boxeo. “¡Tendrías que haber visto su cara [de Ángel] cuando conocimos a El Chaca! Él era admirador suyo desde pequeño”, exclama todavía emocionado.
Acconcia propuso al boxeador participar en el film y ayudar a Aleixo a subirse a un escenario para rapear a su lado. “El Chaca es como mi padrino de la música”, resalta el chico, que añade muy contento que se han hecho muy amigos y hablan a menudo.
Además de ser amante del rap y del boxeo, Aleixo es muy introvertido, no suele salir mucho y rehúye la popularidad: “No me gusta la gente, creo que saldré de las redes sociales, que con esto del documental me ha empezado a seguir mucha gente”. Durante el confinamiento, reconoce que lo pasó mal: “Soy drogodependiente, ¡pues imagínatelo!” Él, como se ve en el film, fuma porros cada día, pero lo que más lo hacía enfadar eran los aplausos que cada tarde se dedicaban a los profesionales del mundo sanitario. “¿Dónde estaba toda esta gente que aplaudía cuando salían a manifestarse porque les habían recortado el sueldo y no tenían suficientes recursos? ¿De qué sirve salir a aplaudirlos si cada día tienen que ver cómo se mueren no sé cuántas personas? No sé como podían salir tan contentos al balcón, yo no podía”, reprocha.
Admite que no sabe por qué dijo que sí a la propuesta de filmar su vida, pero no se arrepiente nada, al contrario, se alegra mucho. “Sigo igual de perdido que siempre. Y yo no puedo ayudar a otras personas si antes no me puedo ayudar a mí. Pero si el documental los puede ayudar a ellos… Ojalá”, dice esperanzado.