Andreu Flores, el primer soldado identificado de la fosa de Móra d'Ebre: "Ahora le podremos dar un lugar en la familia"
Sus nietos lo enterrarán en Arenys de Munt 84 años después de que muriera en la Batalla del Ebre, en 1938
Barcelona"Todos sabíamos quién era, pero siempre estaba en la sombra porque la familia prácticamente nunca habló de ello", dice Jèssica Flores, una de las nietas de Andreu Flores Flores, que cayó en la Batalla del Ebre en agosto de 1938. Hasta hace muy pocos años, los nietos de Flores ni sabían que había luchado en el bando republicano y había muerto en el frente del Ebre. Andreu reposaba, con unos 177 jóvenes soldados más, la mayoría de entre 20 y 35 años, en la fosa del cortijo de Santa Magdalena, en Móra d'Ebre.
El resto de estos soldados continúan en el anonimato, pero el hijo de Andreu Flores, Josep, poco antes de morir dio su muestra de ADN al programa de identificación genética de la Generalitat, y sus despojos se pudieron identificar. Josep no conoció a su padre porque tuvo que marcharse al frente cuando él acababa de nacer. Tampoco pudo saber cuál había sido su destino, porque murió en 2018, tres años antes de que encontraran a su padre: "Estoy segura de que estaría muy orgulloso de saber que su padre había luchado con los republicanos; él era muy catalanista", dice la nieta. El domingo sus restos se trasladarán al nicho familiar del cementerio de Arenys de Munt. Allí Andreu podrá reposar con su hijo.
Fueron los nietos de Flores los que empezaron a indagar sobre la vida de su abuelo, porque Josep, al principio, era un poco reticente a remover el pasado. El detonante fue 2009, cuando invitaron a la familia a un homenaje que el Ayuntamiento de Arenys de Munt hizo a los caídos en el 70.º aniversario del fin de la guerra. En el archivo de Arenys de Munt, los nietos enseguida pudieron confirmar que aquel hombre era su abuelo, gracias a un expediente de huérfanos de guerra que su abuela había pedido para su hijo en 1944. En el expediente también se mencionaba que Andreu Flores Flores había muerto en la Batalla del Ebre, según el testigo de dos vecinos de Arenys del mismo pelotón que lo vieron caer. En 2010 los nietos decidieron inscribirlo en el censo de personas desaparecidas de la Generalitat. En 2016 el hijo de Andreu Flores, Josep, acabó accediendo a dar una muestra de ADN. La llamada que esperaba la familia acabó llegando el 31 de enero de este año, seis años después. Lo habían encontrado a Móra d'Ebre.
"Saber que estaba allí fue emocionante, pero también una conmoción", explica Jèssica. La abuela de Jèssica se quedó viuda con 21 años y un hijo de seis meses: "Era una mujer sencilla y humilde que había hecho de niñera en Barcelona, rehizo su vida y se volvió a casar. Debía de ser muy difícil para ella y prácticamente nunca habló del abuelo; solo conservamos tres fotografías de él", añade Jèssica. Ahora se abre un nuevo camino para saber más cosas sobre el abuelo. Los nietos saben que vino con su madre y un hermano desde Cuevas del Almanzora (Almería), pero no en qué año ni dónde fueron a vivir ni qué fue del resto de la familia Flores. "Hemos empezado a rastrear para averiguar más cosas de la familia del abuelo y quizás hay algún vínculo con unos Flores de Canet", dice Jèssica. Para la familia Flores, recuperar los restos del abuelo significa cerrar un luto: "Hasta ahora no teníamos un cuerpo para llorar y ahora le podremos dar un lugar en la familia".
Una libreta, la única pista
El ejército republicano usó el cortijo de Santa Magdalena, situado en las afueras de Móra d'Ebre, como hospital de guerra durante la Batalla del Ebre. Los médicos operaban de urgencia a los más graves y a los que no sobrevivían los enterraban en la fosa situada justo detrás del edificio.
La única pista para intentar identificar los cuerpos encontrados era una libreta escrita por el doctor Miquel Gras Artero, capitán médico y jefe de equipo quirúrgico móvil del ejército republicano de 1936 a 1939 y, durante unas semanas, doctor de este centro sanitario. En el cuaderno, que fue facilitado en su momento por la asociación No Jubilamos la Memoria, del Priorat, Gras Artero anotó el nombre de una veintena de soldados que murieron durante la estancia en el cortijo. Uno de estos nombres es el de Andreu Flores, al que, según la libreta, lo operaron de una herida en el cráneo.
Gras Artero viajaba con unos convoyes de dos camiones para atender en primera línea de batalla. En uno estaba todo el instrumental para montar un quirófano y en el otro viajaba todo el personal. Gras Artero se movió por los diferentes hospitales de campaña que los necesitaban: la Bovera, el Molar, Ribarroja, les Camposines, Móra d’Ebre y la Bisbal de Falset, donde estuvo en la cueva de Santa Llúcia. Gras Artero dejó siete u ocho libretas escritas a mano donde describía los diagnósticos y los tratamientos, así como los resultados finales. En Santa Magdalena también se está en proceso de identificar a otro soldado, pero los resultados definitivos no se sabrán hasta mayo.