Carles Gabarró despliega su pintura desgarradora en la Fundació Vila Casas
Una exposición en el Museo Can Framis repasa la trayectoria del pintor a través de motivos como las fábricas y las camas

BarcelonaPara el pintor Carles Gabarró (Barcelona, 1956) la pintura debe provocar impacto en el espectador, debe ser desgarradora. "No hay que ser muy complaciente", afirma Gabarró, con motivo de la exposición que le dedica la Fundación Vila Casas en el Museu Can Framis hasta el 1 de junio. "La pintura debe molestar un poco. Tienes que poder colgarla, pero lo decorativo no me atrae", explica. Por ejemplo, en unas pinturas recientes hay dos albañiles de pintor con dientes, como si fueran un animal sufriente, o la calavera de una bestia despellejada. "La pintura debe hacer algo de daño", insiste Gabarró.
Sin embargo, Gabarró no juega la carta del terror ni utiliza imágenes crudas, sino que consigue llevar sus inquietudes a su mundo pictórico, elocuente ya la vez misterioso. "La evolución de la pintura de Carlos no es lineal, sino espiral", afirma el comisario de la muestra, el pintor, psicoanalista y poeta Francesc Puntí. "Casi siempre hay las mismas temáticas, pero cuando vuelven a aparecer lo hacen de forma diferente", subraya.
Así, unas telas que Gabarró define como "magmáticas" pueden ser una evocación de la naturaleza. Las antiguas fábricas del pueblo de Vall-de-roures, donde tiene un taller, hacen referencia a la explotación del hombre por el hombre, y una retahíla de camas hacen pensar en temas más íntimos como la soledad, el insomnio , las pesadillas, la pérdida y la muerte. En la obra de Gabarró también hay sitio para el erotismo, pero no es del todo convencional: los sexos femeninos se encuentran en unos cuerpos en plena transformación, y en otro cuadro hay un libro que parece de carne y que tiene una vagina. Además, este libro suda o llora. "Mi forma de pintar es insinuar", dice el artista.
La exposición lleva por título Carles Gabarró - La fragilidad de la pintura en la época del 'fast food', una referencia a los estragos que la proliferación de imágenes tiene, con la que estamos perdiendo la capacidad de concentrarnos. "La pintura ha vuelto a resurgir, pero con las redes sociales, sobre todo Instagram, tenemos esa cosa de no parar de hacer scroll, y esto hace que la pintura quede banalizada. La pintura reclama lo mismo que siempre: una mirada limpia", dice el pintor. "Para Carlos la pintura debe verse en directo, y en estas condiciones de museo. Además, reivindica que la pintura es una forma de pensamiento, y que el pensamiento en imágenes de la pintura es específico de la pintura", dice el comisario.
La trayectoria de Gabarró empezó hace unos cuarenta años. Puntí y él se plantearon si realizar una retrospectiva o una exposición. Al final, el comisario planteó un recorrido temático ya la vez cronológico desde las pinturas magmáticas hasta una cincuentena de pequeñas pinturas que hay en la última sala, el origen de las que es curioso: son una parte de las más de 400 telas que le regaló la viuda del pintor Xavier Grau pensaba que no haría nada, pero al final se enganchó.