Carlos Casas alerta del cambio climático con un vídeo inspirado en los 'Déserts' de Edgard Varèse
El artista plantea en la galería Àngels Barcelona una reflexión sobre la desertización de Cataluña y la ecología de las imágenes
BarcelonaUno de los grandes escándalos musicales de la segunda mitad del siglo XX lo protagonizó el estreno de la obra Desiertos, de Edgard Varèse, en 1954. Se trata de una composición en la que la parte instrumental convive con las grabaciones que Varèse hizo con una cinta magnetofónica en lugares como fábricas y fundiciones. Y el público recibió esos otros sonidos como ruido y empezó a protestar cinco minutos después de que empezara el concierto. Ahora Desiertos es habitual en los grandes auditorios, y Varèse, que es considerado como el padre de la música electrónica, no sólo inspira a otros músicos, sino también a artistas plásticos, como puede verse en la exposición de Carlos Casas en la galería Àngels Barcelona (Pintor Fortuny , 27), titulada Desiertos 1.0. "Sería un honor poder llevar mi trabajo al Palau o L'Auditori", afirma Carlos Casas, como ocurrió antes en el Palau con conciertos con vídeos de Bill Viola y Eugenia Balcells. "El proyecto nace con la voluntad de hacer una especie de adaptación del proyecto del Varèse. Él empezó el proyecto de una película, habló con directores como Walt Disney y Preston Sturges, pero desgraciadamente no pudo hacerla realidad. Para mí ha sido como un sueño hacer esta versión, y es también una manera de hacerle un homenaje y de trabajar con mi propio archivo", dice Casas, conocido porque representó Cataluña en la pasada edición de la Bienal de Arte de Venecia.
Sea como fuere, la exposición de Àngels Barcelona, que estará abierta hasta el 17 de enero, es un muy buen comienzo. En su obra, Varèse no sólo hablaba de los desiertos físicos, sino también de los interiores. Y todo ello Casas lo despliega con tres trabajos diferentes, el más destacado de los cuales es una proyección hipnótica de imágenes de desiertos de todo el mundo extraídas de su propio archivo de veinte años, entre ellos el de Atacama, parajes nevados en Islandia y vistas de satélite de la Península Ibérica. La banda sonora no es la obra de Varèse, sino una versión propia con la misma estructura. La sucesión de imágenes es fascinante y al mismo tiempo terrible, por el miedo que provoca, y también quiere llamar la atención sobre los estragos del cambio climático. "Para mí el proyecto es una manera de poner sobre la mesa el proceso de desertización muy extremo que vivimos en Catalunya. En unos cincuenta años, o incluso antes, Catalunya se convertirá en una especie de desierto. Y no se trata de plantear -lo sólo en Catalunya, sino también en todo el mundo: qué significa este concepto de desierto, y qué contrapartidas hay al otro lado de este proceso", advierte el artista.
Contra el consumo desmedido de imágenes
Asimismo, este proyecto es una forma de criticar la "voracidad extrema" del consumo de imágenes actual. Después de Barcelona, Casas continuará exponiendo la proyección y añadirá nuevos materiales a cada nueva sede. De momento, tiene prevista una exposición en Milán en 2026. "El proyecto se convierte en una especie de algoritmo, y esto me da una organicidad que he intentado incorporar a mi trabajo, que no sea estática como una película 'acaba una vez la cierras, sino como el mundo y las imágenes que nos rodean continuamente', explica.
El recorrido comienza con una proyección en bruto de los materiales de archivo que Casas ha utilizado para hacer el vídeo, y, tras el vídeo central, acaba con otro vídeo en la pequeña sala que hay en el sótano de la galería . Este último puede verse como el contrapunto del anterior, y Casas aborda las imágenes que quedan "grabadas en la memoria". "Durante el proceso de creación de la película, utilicé procesos de readaptación y manipulación de las imágenes. También de compresión, para lo que miré todo el material a mucha velocidad, para entender qué imágenes van quedando en el subconsciente", dice Casas. "Me ha parecido muy importante encontrar la forma de presentar ese inconsciente –añade–, o ese modo crítico de amalgamar esas imágenes y ese archivo". Por otro lado, este planteamiento sobre cuántas imágenes se llegan a percibir entre todas las que pasan a gran velocidad le sirve a Casas para analizar cómo la ubicuidad de las imágenes puede afectar a la salud mental, y cómo ese ritmo de proyectarlas puede conducir a un estado "hipnagógico o de entresuelo".