Arte

La Fundación La Caixa lleva el debate sobre las imágenes en la ciudad de Calví

La institución organiza una exposición de sus fondos en el Museo de Arte e Historia de Ginebra

GinebraLa imagen de los rebeldes sirios derribando los monumentos de Bashar el Asad en las calles de Damasco es una de las últimas muestras del poder de las imágenes, de las disputas que pueden suscitar y de la fuerza que representa poder llegar a destruirlas. Por otra parte, en la ciudad de Ginebra, el Muro de los Reformadores recuerda con un gran monumento a los pioneros de la Reforma, liderados por Calvin. Entre el presente más actual y la historia reformista, la Fundación La Caixa desembarca en el Museo Rath de Ginebra a partir de este jueves y hasta el 13 de abril de 2025 con una exposición para reflexionar sobre la imagen y cómo los artistas contemporáneos se han inspirado en la historia del arte. Asimismo, sobre cómo otros trabajan con textos o motivos abstractos en vez de imágenes.

Como ha ocurrido siempre, hay obras de arte que hieren sensibilidades. La iglesia alemana que le había encargado rechazó una escultura de madera evocadora de un Cristo crucificado que les propuso el artista estadounidense de origen cubano Jorge Pardo. Y una Crucifixión brutal de Antonio Saura recuerda un retablo de Matthias Grünewald tan crudo que fue tildado de blasfemo. "No creo que la intención de estos artistas fuese irreverente, pero sí hay un cuestionamiento de lo que significan estas imágenes", afirma el historiador del arte y escritor Carlos Martín, el comisario de la muestra junto con la directora de la colección de arte contemporáneo de la Fundación La Caixa, Nimfa Obispo. Así, mientras que la escultura de Pardo tiene las curvas aerodinámicas de un avión, el Cristo de Saura parece removerse, haciendo hincapié en el cuerpo sufriente que hay detrás del icono. "Entre los años 50 y los 90 hubo muchos artistas que recurrieron a la historia del arte. Y ahora nos preguntamos qué referentes tendrán los artistas más jóvenes –advierte Obispo–. Empezamos a pensar en las obras de la nuestra colección que hacen referencia a la historia del arte, y le encargamos a Carlos un proyecto curatorial que hemos adaptado para las salas del Museu Rath".

Cargando
No hay anuncios

El Museo Rath acoge las salas de exposiciones temporales del Museo de Arte e Historia de Ginebra. Se trata del primer edificio concebido específicamente para mostrar obras de arte. Curiosamente, está estructurado en tres naves que hacen pensar en una iglesia. Así que la muestra, que lleva por título La imagen reaparecida, está muy pensada para el edificio, la historia de la ciudad y su presente multiconfesional. "El edificio recuerda a un templo neoclásico", dice Obispo. la Fundación La Caixa. La sala central del museo está dedicada a la monumental instalación de Mike Kelley. La trayectoria de la luz en la caverna de Platón, uno de los tesoros de la colección. El mito de la caverna es una reflexión pionera sobre el poder subyugante. Kelley lo plantea en un sentido literal: para entrar dentro de esta obra es necesario arrastrarse. Y una vez dentro, interpretar un recorrido que incluye referencias desde el regreso al útero hasta la Sábana Santa de Turín, la capilla Rothko y un retrato de Abraham Lincoln como colmo burgués con forma de una chimenea. "Claramente, Kelley trata a los espectadores como gusanos", dice Martín.

La pervivencia de la tradición

Las salas que flanquean la instalación de Mike Kelley están dedicadas, respectivamente, a la pervivencia y disolución de las imágenes. En la primera se puede ver el autorretrato de Cindy Sherman como Judith con la cabeza de Holofernes y la conocida madona negra que amamanta a unos gemelos de Vanessa Beecroft, fruto de su afán por profundizar en el uso colonial de las imágenes . La protagonista de la fotografía es una mujer senegalesa con una expresión sufriente, retratada en un ambiente muy humilde.

Cargando
No hay anuncios

Otras dos obras reflejan una aproximación formalista a la tradición: Gran caída II (de aprendido Peter Paul Rubens, 'La caída de los condenados'), en la que Darío Villalba salpica con pintura la reproducción en blanco y negro de un juicio final de Rubens que fue vandalizado con ácido en un museo alemán, y, por otra parte, Plan curvado / Figura XI, una obra de Robert Mangold que culmina la serie de diez pinturas con las que el artista estadounidense hizo un homenaje a unos esbozos para un mural de Pontormo.

La destrucción de la imagen y el fin de la historia

En los años ochenta del siglo XX, el pintor Julian Schnabel vivió un momento en el que basó sus pinturas sobre todo en textos. Contro mio es una obra magnífica para hablar de la desaparición de las imágenes y de la furia iconoclasta de la Reforma del siglo XVI. Más concretamente, es un gigante cuadríptico hecho con telas en origen de uso militar y fragmentos de textos apocalípticos. "Schnabel la hizo cuando Ronald Reagan era el presidente de Estados Unidos, pero con todo lo que está pasando ahora es una obra que tiene mucho sentido", dice Bisbe. "En la misma época que Schnabel hizo Contro mio, Fukuyama lanzó la teoría del fin de la historia, ya finales de la Guerra Fría se tenía esa misma sensación", dice Martín. En este ámbito también se pueden ver unas vidrieras del norteamericano Matt Mullican que dialogan con las vidrieras que sobrevivieron a la destrucción de imágenes, y una arquitectura temprana de hormigón, hierro y vidrio de Cristina Iglesias, a la vez sensual y evocadora de una ruina.

Cargando
No hay anuncios

La culminación de la exposición está pensada en torno a una obra de la colección del Museo de Arte e Historia de Ginebra: un ejemplar de La boîte--valise de Marcel Duchamp, la pequeña maleta con la que Duchamp –“El gran iconoclasta del siglo XX”, como dice Martín– hizo un museo portátil de sus obras. Sin abandonar los símiles religiosos, este último ámbito se encuentra en una sala subterránea del museo que parece una cripta. Y en torno a La boîte--valise, los comisarios han desplegado una retahíla de obras de artistas como Julião Sarmento y Sherrie Levine, que hacen referencia a diferentes aspectos de la obra de Duchamp, especialmente en El gran cristal. Y el final es de traca: Bolsa dorada, de Dora García, es un ready made y al mismo tiempo un trabajo icónico lleno de misterio. "Esta tela está pintada con polvo de oro, que es un material muy tóxico, así que la obra también sirve para hablar del peligro de lo sagrado", concluye Martín.