Muere el fotógrafo Elliott Erwitt, leyenda de la Agencia Magnum
Documentó a Estados Unidos de su época y supo sacar humor de lo cotidiano en retratos que son iconos del siglo XX
BarcelonaEl fotógrafo estadounidense Elliott Erwitt (1928-2023), una de las últimas leyendas de la Agencia Magnum, ha fallecido a los 95 años. Erwitt será recordado por el humor y la ternura de sus fotografías, a las que trasladaba su espíritu juguetón: su mirada irónica convertía escenas cotidianas en momentos absurdos, simpáticos, impensados, a menudo con perros y niños como protagonistas. Sus imágenes se consideran iconos del siglo XX. Pasará a la historia como uno de los grandes de una generación llena de nombres míticos (Helmut Newton, Richard Avedon...).
Hijo de emigrantes de origen ruso, nacido en París y criado en Milán, emigró a Estados Unidos antes de la Segunda Guerra Mundial. Empezó a ganarse la vida haciendo retratos a los 16 años y más adelante estudió fotografía en Nueva York, donde conoció a Robert Capa, Roy Stryker y Edward Steichen, y acabó integrándose en la Agencia Magnum en 1953. Se 'le considera un discípulo del'instante preciso de Cartier-Bresson, con quien también coincidió en Magnum. En los años 50 empezó su obra personal, que nunca abandonaría, y al mismo tiempo empezó a hacer de cronista, a viajar por el mundo cubriendo reportajes que documentarían su tiempo: la Guerra Fría, el Sueño Americano... De ésta época destaca el viaje que hizo con Nixon a Moscú en 1959, en el que retrató al presidente estadounidense apuntando con el índice Nikita Jruschov, en el que se conoció como el debate de la cocina.
A lo largo de los 60 y 70, Erwitt fotografió a la élite de su país con una mirada alejada del tópico, desmitificadora, humana: Marilyn Monroe, Marlene Dietrich, Muhammad Ali, Al Capone, Frank Sinatra, JF Kennedy... Trabajó para las grandes revistas de la época, como Newsweek, que en 1964 lo envió a Cuba, donde retrató a Fidel Castro y al Che Guevara. Suyas son las imágenes icónicas del Che riendo y fumando, y también les retrató como ídolos de masas. El fotógrafo regresó en el 2015, con 87 años, y realizó una muestra conjunta con medio siglo de distancia en PhotoEspaña en el 2017.
Uno de sus filones fueron los libros de perros, llenos de humor. De hecho, su espíritu irreverente se expandía más cuando se escapaba de los encargos. Incluso tuvo un alter ego, Andre S. Solidor, ASS, un supuesto artista caribeño con el que intentó reírse del mundo del arte contemporáneo. Con ese nombre publicó libros alejados del tono documental que estaba en boga. Hizo de operador de cámara en el cine y también de fotógrafo comercial, pero con su Rolleiflex o su Leica siempre encontraba una imagen imprevista que acabaría llevándose a su archivo. Se mantuvo activo hasta el final de su vida.