Arte

La Pedrera se convierte en la casa de los grandes escultores del siglo XX

Una exposición con más de 80 esculturas de Hepworth, Moore, Oteiza y Chillida analiza su colaboración con los tallistas

BarcelonaLa británica Barbara Hepworth (1903-1975) es una de las pocas escultoras de la primera mitad del siglo XX que cortaba ella misma sus obras en piedra. En solitario y también con la colaboración de ayudantes, primero fueron artistas y más adelante artesanos. Estos ayudantes recordaban en entrevistas que Hepworth les trataba muy respetuosamente y que, a su vez, era una jefa de taller estricta. No le gustaba derrochar los materiales y quería que limpiaran el taller al final de la jornada. Según Hepworth, lo que hace que una escultura sea buena o mala depende de "los últimos pocos de polvo que sacas".

Barbara Hepworth tuvo un final trágico: sufría un cáncer, pero murió a raíz de un incendio que se declaró en su habitación. Su taller es actualmente un museo y algunas de sus esculturas –de unas formas orgánicas que las hacen a la vez sencillas y sofisticadas, ancestrales y futuristas– están entre las protagonistas de la nueva exposición temporal de la Fundación Catalunya La Pedrera, Arte en piedra, que se puede visitar desde este viernes hasta el 2 de febrero.

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La idea inicial era hacer una muestra monográfica de Hepworth, pero ante la dificultad de reunir un volumen elevado de sus trabajos en piedra, la comisaria, Penelope Curtis, ex directora de la Tate Britain y del Museo Calouste Gulbenkian de Lisboa, amplió la propuesta e incluyó a una quincena de grandes artistas más, como Hans Arp, Eduardo Chillida, Luciano Fabro, Cristina Iglesias, Anish Kapoor y Henry Moore. De alguna manera, la propia Casa Milà, La Pedrera, y las columnas cortadas del interior de la sala de exposiciones son una obra más del recorrido. "Hemos intentado abrir el edificio para que sea visible junto a las obras expuestas. Este edificio es como una cantera, pero al mismo tiempo es como una escultura, así que hemos intentado crear una simbiosis entre ellas", afirma Penelope Curtis. "Hemos querido hacer una exposición de criterio internacional, con algunas piezas que es muy complicado conseguir, porque hemos querido centrarnos en la piedra, y las esculturas en piedra acostumbran a ser piezas únicas", explica Marga Viza, directora de experiencias expositivas de la cultura de la Fundación Cataluña La Pedrera.

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El mármol de Carrara

El recorrido arranca con una retahíla de fotos de la cantera de mármol de Carrara, porque fue un lugar clave para muchos de los artistas representados. "En los años 60 casi todos estos artistas visitaron Grecia e Italia, especialmente Carrara, y eso cambió la forma en que trabajaban. Entendieron que podían trabajar colaborativamente con los tallistas para hacer unas esculturas más extraordinarias. Henry Moore fue el 1958, Isamu Noguchi ya había estado y Louise Bourgeois acudió en 1967. Para muchos de ellos Carrara se convirtió en un lugar muy importante", dice la comisaria.

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En el caso de Bourgeois, Carrara fue un empujón para salir de la depresión en la que le había sumido su vida como ama de casa casada con un profesor de historia del arte. "Bourgeois les daba una idea en yeso, o incluso un dibujo, y los tallistas se lo hacían", dice Curtis. Esto puede verse en algunos trabajos con la característica carga sexual y corporal de Bourgeois, como Punto de contacto (Pits II) y Episodio Le Trani. Por otra parte, Curtis alerta sobre la sobreexplotación de las canteras de Carrara. "Carrara está realmente en peligro, porque las canteras se está acabando. Se ha utilizado mucho para hacer pasta de dientes y papel, así que cada vez es más difícil tener una buena pieza de mármol, porque la explotamos demasiado. hacer, por ejemplo, fregaderos de lavabo. Todos los hoteles de Barcelona tienen fregaderos de mármol, algunas hechas en China, porque tienen unos artesanos fantásticos y es más barato.

Del cuerpo al paisaje

Muchos de los artistas de la exposición pertenecen a la misma generación, y se puede ver cómo desde países diferentes hacían investigaciones similares. El recorrido está organizado en los siguientes ámbitos: Paisaje y figura, En busca de formas, Torso y troncos, Juegos y Nuevas perspectivas. Llaman la atención Concreción, una escultura temprana de Chillida que puede parecer una tortuga o un pájaro marino; Vía láctea, un trabajo totémico de Jorge Oteiza que tiene grabadas unas líneas que recuerdan unas constelaciones, y Mesa lunar, una escultura horizontal de Noguchi que puede parecer un juego pero también la vista aérea de la explosión de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.

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En el tramo final se puede ver cómo los artistas de la generación posterior son más conceptuales que manuales. Entre estas esculturas destaca Nido, un trabajo de Luciano Fabro formado por dos fragmentos de unas columnas clásicas entre las que se encuentran unos huevos, es decir, la tradición de la escultura y, al mismo tiempo, las referencias a la naturaleza. También hay dos elegantes estelas de Xavier Corberó, y el Palau de la Música acoge una tercera, en la línea de la fundación de expandir sus exposiciones a otras instituciones de la ciudad. "Xavier Corberó es el gran olvidado de nuestro país. Triunfó en Estados Unidos, tiene obras públicas en muchas ciudades europeas y de Estados Unidos. Conoció a Henry Moore, Isamu Noguchi... Tuvo una trayectoria internacional muy reconocida, y en éste país no", lamenta Viza. Cuatro de los artistas expuestos en esta parte están vivos: Cristina Iglesias, Anish Kapoor, Alison Wilding y Stephen Cox. De Iglesias se puede ver un voladizo de alabastro como los que expuso en el pabellón español de la Bienal de Venecia de 1993, compartido con Antoni Tàpies, y de Anish Kapoor un bloque de alabastro en bruto con los característicos agujeros de vocación espiritual.