Las caras de los torturados, en la fachada de la comisaría de la Via Laietana

Òmnium Cultural y entidades memorialistas reivindican que se convierta en un espacio de memoria

BarcelonaLa lucha de las entidades memorialistas para recuperar para la ciudadanía la Jefatura de la Via Laietana es, como tantas otras, muy larga. Hace años que lo reclaman. Dos martes al mes cortan la Via Laietana y se plantan ante la comisaría para reivindicarla y ofrecer el testimonio de personas que sufrieron torturas en el edificio. Este viernes, en la antesala del 20-N en el que se conmemora el 46º aniversario de la muerte de Franco, Òmnium Cultural, junto con entidades memorialistas, ha vuelto a exigir el cambio de usos de la Jefatura de la Policía Nacional de Barcelona para que se convierta en un espacio de memoria democrática. "Queremos que este centro del horror se convierta en un espacio de memoria contra el totalitarismo, por la libertad y por la democracia -clamaba el presidente de Òmnium y ex preso político, Jordi Cuixart-. Hace demasiado tiempo que se pide que acabe esta ignominia, no queremos esperar más y no nos sirven las medias tintas".

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Con la puerta principal cerrada a cal y canto y protegida con un plástico, y los agentes de la Policía Nacional con los brazos cruzados y situados en uno de los laterales del edificio, el acto ha empezado con el Cant dels ocells, la música que interpretó Pau Casals hace 50 años en las Naciones Unidas. Al escenario han subido víctimas de la tortura de la época franquista y de la Transición, pero también de 2017 y 2019. Pilar Rebeque fue torturada ahí en 1970: "Via Laietana significa humillación, represión, vejación, tortura, trato degradante y la sensación de que pueden hacer lo que quieran contigo con toda impunidad. Y, para una mujer, era peor, nos querían embrutecer -explicaba-. Los compañeros decían que cuando salían e iban a la Modelo descansaban; las mujeres, no".

Blanca Serra fue torturada durante la Transición, cuando en España ya había democracia: en 1977, 1979 y 1981. "Hoy estoy aquí, pero no paso nunca por delante de esta casa de los horrores. Yo estuve aquí cuando mandaba el PSOE. Es una vergüenza intolerable que haya una partida millonaria para remodelar este edificio maldito. Queremos que la Policía Nacional desaparezca y que este edificio sea para la gente", ha dicho. Ha habido también el testimonio de la abogada Norma Pedemonte, que defiende a Guillem, Paula y Roger, que fueron víctimas de la violencia policial entre 2017 y 2019. Carles Vallejo, sindicalista, detenido y torturado en 1970, ha reivindicado el espacio para recordar el inmenso dolor que se sufrió, pero también como lugar de resistencia: "Lo reivindicamos no por nuestra condición de víctimas sino también por la lucha moral, una lucha que fue desgastando la dictadura".