Cine

Albert Serra: "No entiendo por qué en 'La sociedad de la nieve' no cocinan la carne a la brasa"

El director de 'Pacifiction' conversa con J. A. Bayona sobre la película finalista en los Oscar y nominada al Globo de Oro

Barcelona“Albert Serra y yo tenemos mucho más en común de lo que parece”, comentaba J.A. Bayona al ARA hace unos meses. Se pudo comprobar ayer en la conversación que ambos cineastas mantuvieron en los cines Verdi sobre La sociedad de la nieve, que aunque ya está disponible en Netflix Bayona ha seguido presentando estos días en varias salas, aprovechando al máximo las horas antes de irse a Los Ángeles para asistir el domingo a la gala de los Globos de Oro. “Yo vi Pacifiction en este cine, en una sesión con coloquio posterior, y me interesó mucho tu aproximación a la ficción, cómo buscas una imagen sin saber exactamente cómo será antes de rodarla, abierto a lo inesperado –le dijo Bayona a Serra–. En mi película, aunque tenemos más presupuesto, trabajamos con una metodología similar”.

Moderado con solvencia por el crítico y docente Endika Rey, coautor con Desirée de Fez del libro oficial sobre La sociedad de la nieve, el diálogo entre Bayona y Serra incidió especialmente en aspectos técnicos del rodaje y los procesos creativos de los cineastas. “Es asombrosa tu capacidad para rodar un drama intimista, casi de cámara, en un escenario espectacular que me ha fascinado –comentaba Serra–. Aunque he leído que habías rodado en España, me he pasado toda la película pensando que eran los Andes”. "Eso es porque, al margen de ensayar siete semanas en Badalona y rodar 140 días en Sierra Nevada, nos tiramos 20 días filmando y fotografiando el paisaje de los Andes para después sustituir digitalmente los fondos de todas las escenas de Sierra Nevada", revelaba Bayona. “Pues si te paras a pensarlo –remachó Serra–, nuestros presupuestos no son tan dispares, porque yo no ensayo nada y solo ruedo 24 o 25 días. Y también hago composiciones con planes distintos. Es algo que en Liberté me permitía la morfología del bosque, que es siempre igual. Con la montaña ocurre un poco lo mismo”.

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Uno de los aspectos que más han interesado a Serra es cómo el paisaje imponente de los Andes introduce un “elemento extraño, casi fantástico”, en la película. “Aun siendo una historia de supervivencia, viéndola me venían a la cabeza ideas perversas –confesaba–. Por ejemplo, puesto que todos son hombres, ¿no podría haber alguna insinuación gay? Me interesan los elementos escabrosos de las historias... Pero no el de la carne. De hecho, no entiendo la polémica de comer carne humana: si no lo hacen, no sobreviven”. Estirando el hilo, Bayona recordó una crítica que atacaba a la película diciendo que había “filmado el horror con belleza”. “Nosotros –decía el director– queríamos desnudar precisamente la historia de horror, porque así lo vivieron los personajes reales. El primer día que comieron carne humana se sintieron muy mal, pero el segundo día ya hacían cola”. “Lo que yo no entiendo –apuntó Serra sin ironía y con curiosidad sincera– es por qué no cocinaban la carne a la brasa, y así también se calentaban. Fuego tenían, porque no paran de fumar”. El motivo, aclaraba Bayona, es que simplemente "no tenían suficiente madera".

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La imagen más poética

El director de La sociedad de la nieve recordó también una frase que había leído de Serra y que tuvo presente durante el proceso de montaje: “El Quijote no hace falta explicarlo porque todo el mundo ya lo conoce”. Bayona era consciente de que estaba contando una historia que todo el mundo conocía y que, por tanto, no era necesario buscar un protagonista u otro, sino dejar que “el mismo grupo fuera protagonista”. En este sentido, para Serra una de las imágenes más poéticas de la película es “la de todo el grupo en el avión, en la oscuridad, muy cerca unos de otros”. Y Bayona le respondió: “Allí es donde nace realmente el grupo, y por eso planteamos la escena de la salida del avión casi como un parto”.

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A Serra no sólo le impresiona de La sociedad de la nieve su "espectacularidad inaudita", sino también la dureza del rodaje. “Cuando hace mucho frío, los actores no están cómodos y no quieren actuar sino ir a calentarse –decía el de Banyoles–. Por eso la mayoría de rodajes se hacen en verano, porque no hay nada peor que el frío por rodar... Salvo si la película va de gente que pasa frío, claro. Entonces el frío es cojonudo. Y como a mí también me gusta torturar a los actores, puedes abrigarte bien y ellos que se jodan”. Bayona, sin embargo, matizaba las condiciones del rodaje: “En Sierra Nevada, que no está tan alto como los Andes, no teníamos tanta sensación de frío. Piensa que está más cerca de Ecuador, hay más horas de sol, que ya nos iba bien para rodar, y en algunos momentos incluso hacía calor. De hecho, los actores tuvieron que ponerse hielo en la ropa alguna vez para simular que tenían frío”. "¿Ves cómo yo tenía razón? –le interrumpía Serra–. El frío es cojonudo".

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