Cine

'Barbie' contra 'Oppenheimer': la bomba cinematográfica del verano

El estreno simultáneo de dos de los grandes estrenos del verano suscita comparaciones y rivalidad entre el film de Nolan y el de Gerwig

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Montaje de 'Barbie' y 'Oppenheimer'

BarcelonaCuando hace unas semanas, el diseñador Sean Longmore compartió en redes el póster de una película imaginaria protagonizada por Margot Robbie, Cillian Murphy, Robert Downey Jr. y Ryan Gosling, entre otros, sólo estaba dando forma a un meme que llevaba meses circulando por internet: Barbenheimer, la fusión conceptual de dos de los estrenos del año, Barbie y Oppenheimer, que llegan a los cines este jueves. El estreno simultáneo de dos películas tan diferentes en estética y temática y al mismo tiempo tan esperadas ha provocado una especie de guerra cultural –y casi ideológica– entre los partidarios de una y otra que se dirime en las redes sociales, la taquilla y los rankings de la crítica (en el ARA gana Barbie por poco). Y en vista del éxito moderado que están teniendo los grandes estrenos del verano, desde el nuevo Indiana Jones hasta Elemental, la industria ha bendecido una rivalidad que convierte este estreno conjunto en el evento cinematográfico del verano y alimenta la expectación del público.

El enfrentamiento entre Barbie y Oppenheimer, pues, tiene algo de marketing creativo al estilo del antagonismo ficticio entre Beatles y Rolling Stones –no hace falta decir que uno puede tener las mismas ganas de ver una comedia irónica y feminista sobre un juguete clásico que la solemne biografía del padre de la bomba atómica–. Pero bajo la superficie de esta coincidencia, que parece fruto de una temporada veraniega apretada de títulos, late otro enfrentamiento: el de Christopher Nolan con Warner, el estudio de Barbie y también del director británico, hasta que la decisión de Warner de estrenar durante la pandemia sus películas simultáneamente en los cines y en HBO Max precipitó el divorcio entre estudio y cineasta, defensor acérrimo de la experiencia en salas, que se llevó el proyecto de Oppenheimer a Universal. La rivalidad entre las películas es quizás una invención, pero la de Nolan y su antiguo estudio va en serio.

Sexo, muerte e Imax

En Oppenheimer, Nolan asegura no haber utilizado efectos digitales para recrear la primera explosión atómica realizada en el desierto de Los Alamos, que se recrea en una secuencia impresionante de 10 minutos que marca el clímax de la película. Y no falta la cita que suele decirse que pronunció Oppenheimer en ese momento: "Ahora me he convertido en la muerte, destructor de mundos", un verso de las escrituras hindúes, el Bhagavad Gita. La biografía de Kai Bird y Martin J. Sherwin sobre el físico en el que se basa la película (Prometeo americano, publicada por Debate) acumula evidencias que hacen pensar que Oppenheimer no pronunció la frase ese día, pero Nolan no se puede resistir a imprimir la leyenda. Más extraño es que, al principio del filme, la ponga en boca del físico en una escena de sexo aliñada con comentarios sobre Freud y Jung, como para subrayar lo de Eros y Tánatos.

Como Prometeo americano, la película de Nolan articula el relato sobre la vida de Oppenheimer y la construcción de la bomba atómica con énfasis en su caída en desgracia posterior, cuando en plena cacería de brujas de McCarthy vio su prestigio y reputación atacados por sus simpatías juveniles por la República Española y el partido comunista. Como el dios griego rebelde que robó el fuego a Zeus y se lo entregó a la humanidad, Oppenheimer pagó por su atrevimiento y fue castigado. Así es como la película subraya la dimensión trágica del personaje que construyó el arma más potente que se ha utilizado nunca contra el ser humano.

Obseso de los sistemas de proyección, Nolan ha filmado Oppenheimer en versión Imax de 70 mm, un formato que sólo admiten una treintena de cines del mundo, ya que necesita un gran proyector con bombilla de 15.000 a 25.000 W. El único que existe España es el Hemisferic de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, pero sólo programa documentales. Según el medio especializado Sala abierta, en Cataluña la mejor pantalla para ver Oppenheimer en las condiciones óptimas sería la de 200 m2 de la sala Imax del Cinesa Diagonal Mar de Barcelona, seguida del Phenomena de Barcelona (que proyecta en 70 mm) y la sala Dolby de La Maquinista (también con pantalla de 200 m2), en Barcelona.

Gerwig en Barbieland

Uno de los puntos en común de Oppenheimer y Barbie es que ambas tienen un reparto de lujo. En el filme de Nolan actúan Cillian Murphy (actor fetiche del director, pero hasta ahora nunca como protagonista), Robert Downey Jr., Matt Damon, Florence Pugh y Emily Blunt, y en la comedia de Greta Gerwig una Margot Robbie que también ejerce de productora, Ryan Gosling, America Ferrera, Will Ferrell, Michael Cera, Kate McKinnon, Dua Lipa, John Cena y Helen Mirren. El otro aspecto común es que, aunque resulta menos evidente, Barbie también es una película muy autoral, donde Gerwig sigue explorando la experiencia vital de mujeres impelidas a romper los límites que les impone el mundo que habitan, como ya hacía (en otros registros) en Ladybird y Mujercitas. La gran diferencia es que en Barbie la mujer en cuestión es de plástico y, como ella misma aclara, no tiene vagina.

Como a la brillante La Lego película, Barbie se ambienta en un mundo imaginario (Barbieland) donde todos los días son fabulosos hasta que la crisis existencial de un juguete rompe la armonía existente y pone en contacto ese mundo con nuestra realidad. Pero Gerwig y su compañero Noah Baumbach, artífices del guión, no se limitan a explorar el recurso del pez fuera del agua, sino que juegan con el contraste entre ambos mundos de forma muy inteligente. También hay, como suele ocurrir en las adaptaciones de cómics, videojuegos y otras propiedades intelectuales, muchísimas referencias al universo imaginario de Barbie, desde su catálogo de modelitos hasta las infinitas Barbies que han salido a la venta desde el nacimiento del juguete en 1958, incluida Midge, la amiga embarazada de Barbie retirada de la venta en 1967.

Pero el gran tapado de Barbie es Ken, un Gosling entregadísimo a la comedia ridícula que no se limita a ser un complemento de la protagonista, sino que va alcanzando protagonismo hasta convertirse en el segundo centro del film. El actor asume la farsa con un compromiso que juega a favor del personaje, que se revoluciona al descubrir el heteropatriarcado del mundo real. La prensa especializada de Estados Unidos ya ha puesto en marcha una campaña para pedir el Oscar para Gosling, y, aunque la comedia tiene las de perder en las ceremonias de premios, no sería raro ver su nombre entre los nominados al mejor actor secundario. De hecho, si las previsiones de recaudación se cumplen, Barbie podría recaudar unos 100 millones de euros en Estados Unidos este fin de semana, y la Academia de Hollywood lleva unos años en busca de películas candidatas que aúnen prestigio actoral y beneplácito de la crítica. La cuota de cine popular de los Oscar solían ocuparla los filmes de Christopher Nolan, pero vete a saber si este será el año de Greta Gerwig (y Ryan Gosling).

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