Cine

Cine, sexo y muerte: en la mente de Berlanga

Una exposición del CaixaFòrum se adentra en el universo del cineasta valenciano a través de sus archivos

BarcelonaHace unos años, el buzón de sugerencias de la Fundación La Caixa recibió este mensaje: “Hola, soy José Luis García-Berlanga. Tengo un archivo inmenso de mi padre y no sé qué hacer con él”. Ese correo puso en marcha una serie de negociaciones y trabajos museográficos que han culminado en la exposición Interior Berlanga, que después de estrenarse en Valencia en febrero se inaugura este martes en CaixaForum Barcelona, ​​donde se podrá visitar hasta el 20 de abril de 2025. Comisariada por Sol Carnicero y Bernardo Sánchez Salas, la muestra recorre el universo creativo y personal de Luis García-Berlanga (Valencia, 1921 – Madrid, 2010) a través de más de 300 piezas extraídas de los archivos personales del cineasta, 70 cajas que incluyen cerca de 27.000 documentos.

“Mi padre tenía un Diógenes y, desde pequeño, lo guardaba todo en su estudio –explica García-Berlanga–. El archivo se lo ha acabado quedando el Estado, pero gracias al acuerdo que hicimos antes con la Fundación La Caixa todos los documentos han sido catalogados y digitalizados, para que todo el que quiera pueda investigarlo y los historiadores se ahí entretengan”. García-Berlanga no exagera mucho cuando habla del “Diógenes” de su padre: en la exposición hay muchos documentos de identidad, carnets de videoclub, cuadernos de notas escolares, poemas, dibujos, felicitaciones navideñas de sus amigos ilustres e incluso las cerillas y el tabaco que Berlanga fumaba en Rusia durante su paso por la División Azul.

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Pero el interés deInterior Berlanga va más allá de la curiosidad por el objeto y el fetiche: los materiales de trabajo de sus películas permiten entender mejor su proceso creativo: storyboards deEsa pareja feliz (1951)o Bienvenido Mister Marshall (1953), fotografías del rodaje en Manresa de Plácido (1961) o de La vaquilla (1984). También es posible vislumbrar una filmografía alternativa de Berlanga gracias a documentos que revelan castings que no se llegaron a materializar como los de Brigitte Bardot en Novio a la vista (1954) o Miguel Gila en lugar de Cassen en Plácido, así como el abanico de proyectos frustrados –por la censura, dificultades de financiación, etc.– que incluyen un guión de 1966 con Rafael Azcona sobre el “incidente de Palomares”, un tratamiento que envió a Chaplin a finales de los 50 por rodar una comedia distópica en España –“Chaplin sólo rueda películas escritas por Chaplin”, le respondieron– o el guión sobre los almadieros del Tajo escrito por José Luis Sampedro en 1954 que el escritor acabaría transformando en la novela El río que nos quita.

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Eros y Tánatos

No podía faltar, claro, un espacio dedicado a sus obsesiones, empezando por el sexo: la muestra incluye dibujos de zapatos de tacón y piernas femeninas, así como inquietantes fotografías de la muñeca hinchable de Tamaño natural (1974). Este confeso erotismo –Berlanga impulsó la colección de novela erótica El sonrisa vertical– convive con el miedo a la muerte representada por placas radiográficas de su cráneo o por el grabado de Goya Muchos han terminado así. Cabe recordar que las últimas palabras filmadas –y firmadas– por Berlanga en su última película, París-Tombuctú (1999) son: “Tengo miedo. L.”. Y en sintonía con esta pulsión destructiva, la exposición termina con una gran hoguera decorada con objetos de las películas; Berlanga tenía, al fin y al cabo, el título de fallero mayor.

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Pero la personalidad del cineasta se despliega también con la intención de mostrar cómo, según Sánchez Salas, Berlanga era “una persona muy reflexiva, un pensador alejado de la imagen anarcofallera que se ha construido a su alrededor”. Un ejemplo es el texto inédito que escribió en abril de 1939 en el que Berlanga, reunida toda la familia en la casa que habían tenido que abandonar durante la Guerra Civil, reflexiona sobre las heridas del conflicto; también las notas que escribió en las bolsas en las que ordenó sus documentos, que resumían cada época con comentarios descarnados, a menudo autocríticos; y en el “psicograma” al que se sometió el director a finales de los 60, del que se incluye el informe con frases como “miedo a la responsabilidad (miedo a ligarse)” o “lucha consciente contra los propios afectos” ”. Carnicero, que fue directora de producción de Berlanga, no puede evitar reír: "Era eso, era él".

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La muestra la completan un vídeo con personalidades de la cultura disertando sobre el significado del adjetivo berlanguiano, la recreación del Cine Atlántico –que aparecía en Esa pareja feliz– para proyectar un corto documental sobre Berlanga y los montajes de las películas que le influyeron y de los momentos en que en su cine aparece la palabra austrohúngaro. Y entre las curiosidades más inesperadas, la carta que le envió Josep Tarradellas ofreciéndole un archivo documental a la Filmoteca Española –el cineasta fue el primer presidente de la institución–, el trabajo de finales de curso que Víctor Erice entregó -le cuando Berlanga era profesor en la Escuela Oficial de Cinematografía o la carta de El Pardo en la que le informaban de la proyección a Franco deEsa pareja feliz. El dictador, de hecho, vio cinco películas de Berlanga y, según la leyenda, concluyó que Berlanga "no era comunista sino algo mucho peor: un mal español".