Catherine Deneuve o cómo seguir siendo la reina de Francia a los 80 años
La actriz encarna a Bernadette Chirac durante su etapa como primera dama en la comedia 'La mujer del presidente'
- Dirección: Léa Domenach. Guión: Clémence Dargent y Léa Domenach
- 92 minutos
- Francia (2023)
- Con Catherine Deneuve, Denis Podalydès, Michel Vuillermoz y Sara Giraudeau.
En La mujer del presidente, farsa política ocasionalmente divertida que nunca llega a ser hilarante, Catherine Deneuve encarna a Bernadette Chirac sin molestarse en imitarla ni parecerse a ella lo más mínimo. Es una decisión lógica de la superestrella francesa, ya que ésta discreta e irregular opera prima sobre la esposa de Jacques Chirac y su etapa como primera dama de Francia construye su personaje principal a partir del inextinguible carisma y la imagen imperturbablemente regia (uno de los apodos de Bernardette era, justamente, la Reina) de Deneuve.
Es una lástima, pues, que la debutante Léa Domenach no logre, como sí lo hacía François Ozon en 8 mujeres y Potiche, sacar partido cómico de la evidente autoconciencia que la octogenaria actriz ha impreso en sus interpretaciones de las últimas dos décadas. Como ciertas estrellas masculinas maduras –el Cary Grant de Perseguido por la muerte o Atrapa a un ladrón sería un buen ejemplo–, la Deneuve actriz ha transitado con éxito a la tercera edad gracias a su innegable carisma estelar, pero también a la reiteración consciente, aunque con importantes excepciones, del arquetipo inmutable que representa.
Así, si al inicio de La mujer del presidente puede resultar chocante verla encarnar a una mujer despreciada por su marido y (¡quelle horreur!) con un vestuario ridículo y pasado de moda, la narrativa del film gira, justamente, en torno a su transformación en el eterno arquetipo Deneuve: una mujer célebre y poderosa, impecablemente vestida con ropa de alta costura. La confusión entre estrella y personaje acaba convirtiendo el filme en un retrato acrítico y adulador de la conservadora y muy católica Bernadette Chirac, y ni la descripción caricaturesca de su marido y de otras personalidades de la derecha francesa, como Nicolas Sarkozy, salva de la tibieza esta blanca comedia política.