La crisis de la mediana edad de George Clooney

La nueva película de Noah Baumbach (Frances Ha) propone un fascinante juego de espejos. En ella, Jay Kelly, la madura estrella de cine interpretada por George Clooney, funciona a la vez como reflejo del actor y como alter ego del cineasta. El resultado es una versión emotiva y ligera de películas anteriores que han reflexionado sobre la celebridad como simulacro, sobre el coste personal del trabajo creativo y sobre el cine como sustituto de la vida. Baumbach, que ya había diseccionado su divorcio en Historia de un matrimonio, lleva ahora a cabo su particular 8 1/2, transparentándose en el filme a través de su protagonista, una rutilante estrella con una relación distante con sus hijas que, en plena crisis de la mediana edad, contempla con melancolía a su pasado y se pregunta quién es realmente, y si todos los sacrificios han merecido la pena.

Como en la similar El héroe, de Satyajit Ray, en el que un famoso actor hacía un viaje en tren por la India para recoger un premio, el personaje de Clooney recorre media Europa para ser homenajeado en un festival italiano. El retrato estereotipado de una Italia que parece extraída de un filme de Fellini resulta cuestionable, pero tener a un actor como protagonista permite a Baumbach, por un lado, profundizar en la crisis de identidad de un hombre (¿de sí mismo?) que, al vivir toda su vida adulta sumergido en la ficción; por otro, lanzar una mirada empática al sacrificado entorno de la estrella, donde destaca el representante sobrepasado al que interpreta a Adam Sandler con una humanidad desbordante. En el emocionante desenlace de Jay Kelly, un filme irregular ya veces autocomplaciente pero tan irresistible como la sonrisa de su protagonista, Clooney y Sandler encuentran, sentados en una sala de cine, la respuesta que buscaban: al final, cuando el tiempo pase y todo acabe, lo que quedará serán las películas.