La rabia de una 'femme fatale' de colores vibrantes

En uno flashback de Muñeca, la protagonista, adolescente, mira embobada la puerta de un cine donde proyectan Johnny Guitar de Nicolas Ray mientras escuchamos, desde un evocador fuera de campo, la célebre conversación entre Vienna (Joan Crawford) y Johnny (Sterling Hayden). En su segundo filme, la directora Andrea Jaurrieta también nos presenta una femme fatale rodeada de colores vibrantes y oscuras pasiones, pero la rabia de Nina (Patricia López Arnaiz) nada tiene que ver con la furia de Vienna de Nicolas Ray, aunque la protagonista de Muñeca, como la de Johnny Guitar, también lleve pantalones y una escopeta.

adaptando la obra homónima de José Ramón Fernández que reformula a su tiempo La gaviota de Chéjov, Jaurrieta trenza en Muñeca la historia de una venganza dolorosa en la que el pasado y el presente se superponen para mostrarnos la forma en que el tiempo modela el trauma de una relación de abuso. Entre los recuerdos y los deseos de castigo, pues, y sostenida en múltiples referencias cinéfilas, Muñeca cobra fuerza en los momentos más alucinatorios, cuando la película se apropia de las pasiones de la protagonista y se salpica de su sangre rojiza. Sin embargo, cuando se estanca en otras trampas más prosaicas, la historia pierde buena parte de su nervio y poder de seducción, evidenciando algunas dudas y rutinas y, por momentos, una sensación de impostación.