Más bien, y como mucho, “tíos travesuras”

Blanquear un cómic infantil reciente con el que los pequeños lectores no han tenido ningún tipo de problema ya es grande, ya. Pero esto es exactamente lo que ocurría con la adaptación de 2022 por parte de DreamWorks de la obra The Bad Guys del australiano Aaron Blabey. Su discurso sobre animales feroces que pretende cambiar la percepción que la sociedad tiene de ellos (mira, cómo Zootrópolis) aparecía en pantalla con los dientes afilados, mimo, sin veneno. Cualquier chiste o hallazgo de guión que pudiera parecer algo exagerado o disonante se aguaba por sistema. En el tráfico hacia el cine, además, el estilo de dibujo carismático y con tendencia hacia la línea sucia del cómic se uniformaba según unos estándares de animación de blockbuster veraniego. Esto quiere decir que el carrete hollywoodiense desmenuzaba otros posibles dialectos del sentido del humor, de la aventura o del relato infantil, como si sólo hubiera en el mundo una manera de reír, de vibrar o de conectar con los niños, o puestos y según la lógica de los despachos, de triunfar; The Bad Guys no llevara ya más de veinte números publicados y más de treinta millones de ejemplares vendidos en todo el planeta. En fin… Los tipos malos 2 nada enmienda de la primera entrega. De hecho, incorpora nuevos agravios. Confundiendo ritmo vertiginoso con agobio, y comedia con superposición de gags infinitesimales, esta secuela es totalmente indistinguible de la primera parte. Hay más personajes femeninos, sí, pero tienen el peso de una nota a pie de página.