Tom Cruise, lo difícil que es despedirse desde un tren en marcha
La nueva entrega de la saga 'Misión: imposible' ofrece un resultado algo descompensado
- Dirección: Christopher McQuarrie. Guión: Christopher McQuarrie, Erik Jendresen
- 169 minutos. Estados Unidos (2025)
- Con Tom Cruise, Hayley Atwell, Ving Rhames, Simon Pegg y Esay Morales
- Estreno en cines el 22 de mayo
Hace casi treinta años que Tom Cruise se convirtió en Ethan Hunt, el protagonista de la versión cinematográfica de una antigua serie televisiva. Misión: imposible comenzó como una saga de blockbusters de autor, quizás para distinguirse del modelo uniformizador de la franquicia Bond, pero también acabó asumiendo un estilo definido. Las últimas entregas han ofrecido algunos momentos memorables de cine de acción contemporáneo: escenas impresionantes, acompañadas de abundantes dosis de humor y matizadas por algunos momentos de ojos acuosos y emotividades entre el héroe y los personajes que le rodean. Todo ello era inverosímil y esquemático, pero al mismo tiempo tenía algo prodigioso.
Lo anterior (Sentencia mortal) incluía una doble apuesta por la monumentalidad (rozaba las tres horas) y por la serialidad (el conflicto con una inteligencia artificial hostil se resolvería en el siguiente filme). Estos riesgos quizás no impactaron negativamente en aquella brillante séptima entrega, pero sí en su continuación. Los recordatorios del filme previo enrarecen el desarrollo del relato. Y estas sobreexplicaciones pueden empujarnos a recibir los momentos dramáticos que subrayan la idea de que estamos ante una despedida (si la avaricia no cambia el escenario) como si fueran meros obstáculos, piedrecitas en un camino narrativo menos desbrozado que de costumbre. Quizás todos nos merecíamos detenernos unos momentos para decir adiós, aunque eso descompense un poco el espectáculo.