Un truco de magia para salvar el mundo y consumar la venganza

En 2013, la primera entrega de Ahora me veprobó con (discutible) éxito que los magos, ese gremio justificadamente desacreditado, podían ser poseedores de un relativo sex appeal. Más de una década y dos entregas después, los cuatro Jinetes originales que iniciaron la saga ven cómo su legado ha sido retomado por un trío de jóvenes con energía adolescente. Ahora me ve 3 describe el choque entre dos generaciones que reúnen fuerzas para vencer la criminalidad personalizada por una sádica magnate del diamante. Maestros y discípulos, reunidos por el Ojo —sociedad secreta que pretende restituir la justicia al mundo—, nos harán viajar por Francia, Amberes y Abu Dhabi, poniendo de manifiesto el motor argumental de la franquicia: la venganza filial y la caridad robinhoodesca.

Fleischer toma el timón y hace lo que buenamente puede en una película con alguna chispa de lucidez y que, de hecho, arranca con contundencia, pero que se debilita irremediablemente cuando abandona el sentido común y pierde el rumbo coherente de la trama. Así, todo lo que debía ser una aventura entretenida pasa a ser una confundida excursión con nazis de por medio y châteaux clandestinos. De repente, todo se convierte en una pasarela de gags embadurnados que deriva en un escape room destartalado; un espectáculo de prestidigitación que hace preguntarse si era necesaria una tercera entrega. Ni el poderoso reparto, con sorpresa holográfica incluida, salva la función. La guerrilla ocultista suma nuevos adeptos, pero el truco es el de siempre. Constatamos que los ilusionistas pueden llegar a tener cierto glamur, vale, pero también que nunca serán superhéroes.