Emma Vilarasau: "Tengo 65 años, y todo lo que me llegue a partir de ahora es un regalo"

BarcelonaMontse se muere de ganas de irse a la casa de Cadaqués y pasar un fin de semana con los hijos y los nietos, a los que ya casi no ve. Tantas, que al descubrir que su propia madre está muerta –el cuerpo inerte en el suelo de su piso desde hace semanas–, decide tragarse las lágrimas y hacer como si nada para no alterar la reunión familiar. Así de contundente es la presentación del personaje deEmma Vilarasau a Casa en llamas, la película de Dani de la Orden que inaugura este jueves el BCN Film Fest, un retrato coral con un pie en la comedia de situación y el otro en el psicodrama familiar, y un capazo lleno de reproches, mentiras y secretos por lanzarse unos a otros durante un fin de semana intenso. “Edu [Sola, guionista del filme] y yo queríamos hacer una película sobre las dinámicas familiares más oscuras en el ambiente de pijolandia de dónde vengo yo, que veraneo en Begur”, reconoce Dani de la Orden. “Dani tenía una frase: «La familia es una gente que no sabe quererse». Y a partir de esta idea hemos querido reflexionar sobre cómo aman a nuestras madres y la factura que pasa tener que cuidar a los demás”, añade Sola.

El palo de pajar de la familia neurótica y disfuncional de Casa en llamas es una Vilarasau en el papel más importante que ha jugado en el cine desde Para que no me olvides (2005). La actriz considera "un regalo" el personaje de Montse, en quien ve "la frustración" de muchas madres "de una generación y un cierto estatus social que nunca han trabajado". “Es un personaje tan contradictorio, patético, necesitado, torpe, manipulador... ¡tan madre!”, reflexiona Vilarasau, que se ha mostrado encantada con la experiencia “enriquecedora” de trabajar con De la Orden. “Primero fue una sorpresa, y después un hallazgo –dice–. Tengo 65 años, y todo lo que me llegue a partir de ahora es un puto regalazo, tanto en el trabajo como en la vida”.

Rodríguez Soto, doctorada en madres

En una película sobre madres no podía faltar Maria Rodríguez Soto, que interpreta a la hija de Montse, superada por sus hijos y un marido al que engaña con un hombre más joven. Después de interpretar a una mujer que se plantea si ser madre en Mamífera y de dar a luz a Los días que vendrán (2019), Rodríguez Soto asegura "muy feliz" que se está haciendo "un doctorado en madres, o no-madres". En Casa en llamas se reencuentra con su compañero en Mamífera, Enric Auquer, que aquí hace de su hermano, un cantante sin demasiado traza y enamorado del amor al que las novias acaban dejando porque “las asusta con un cañón de purpurina”, como dice su madre en el filme. La canción que canta en la película, y que inspira el comentario "es un talento escondido... ya lo encontrará", la firma por cierto Joan Dausà, que actuaba en el debut de De la Orden, Barcelona noche de verano.

Completan el reparto Macarena García, José Pérez Ocaña, Antonio Sanjuan y Clara Segura, una mezcla de actores catalanes y del resto del Estado que se traslada a un retrato lingüístico naturalista en el que el castellano y el catalán se mezclan toda la rato, pese al predominio general del catalán. De la Orden, que habla "castellano con el padre y catalán con la madre" cree que la mezcla lingüística "aporta riqueza" y no cree que esto sea "un hándicap" para la carrera comercial de la película. “Mira Malditos malparidos, de Tarantino: está en inglés, alemán y francés”. Los productores todavía están debatiendo si la película se doblará en el resto del Estado, pero se inclinan por estrenarla en versión original subtitulada. Y también Vilarasau: “A mí no me gusta doblarme, no sé hacerlo, no es mi oficio. Ojalá me doblara la voz de Cate Blanchett. Pero doblando se pierde una importante riqueza lingüística”.

Una de las escenas que se comentarán más de la película es la de un salto en paracaídas de Auquer y García, que el equipo de Casa en llamas rodó en Italia, país de la coproductora del filme. “Los productores no saben de dónde sacar el dinero y me llevan a rodar fuera –confiesa De la Orden–. Tuvimos la brillante idea de rodar en Italia la escena más peligrosa de la película. El operador de cámara que saltaba con sus actores era un italiano que no hablaba inglés. Yo intentaba explicarle qué tenía que hacer y él decía “Yeah, yeah, ciao, ciao”. Luego veíamos las imágenes y todo eran nubes. La productora me decía «Dani, nos quedan cuatro saltos». Hagamos otro intento y todo son planes del suelo. Al final salimos adelante, pero fue una movida”.