Edward Berger: "Si la Iglesia católica quiere sobrevivir necesita cambiar rápidamente"

BarcelonaEl Papa ha muerto repentinamente, y hay que elegir uno nuevo. El cardenal Lawrence, un hombre en plena crisis de fe ya punto de abandonar la Iglesia, es el encargado de dirigir el mayor ritual del catolicismo. Así comienza el apasionante Cónclave, el thriller religioso que llega este viernes a los cines y que firma Edward Berger, el director alemán que cumple dos años dio la sorpresa a los Oscar con Nada nuevo en el oeste.

¿Qué le llevó a dirigir un thriller ambientado en el Vaticano?

— El Vaticano es sólo el envoltorio de la historia, podría suceder en cualquier sitio. Es una historia de lucha por el poder y podría ambientarse en el mundo de la política o de los negocios. Lo que me interesa son las estructuras de poder y el Vaticano es la más misteriosa de todas. Sentía curiosidad por explorarla.

¿Y cuán fidedigno es el retrato que hace de los rituales para la elección de un nuevo Papa?

— Obtuvimos mucha información de libros y también de cardenales. Muchos elementos centrales del ritual son auténticos: el sello de la cámara del Papa, la oración, la elección... Y teníamos un asesor religioso que cuidaba los detalles. Pero llegados a cierto punto, las puertas se cierran. Los cardenales han hecho voto de silencio y no te cuentan lo que ocurre dentro. Pero esto nos daba la libertad de crear nuestra realidad. Al fin y al cabo, y no importa lo realista que sea, cada película crea su realidad.

¿Ha recibido algún comentario sobre la película por parte del Vaticano?

— No todavía. Hablamos con muchos cardenales antes de hacerla, y me dijeron que la verían. Quizás no lo admitirán en público, pero estoy seguro de que la verán. Y estoy seguro de que el papa Francisco verá la película. Pero no creo que hagan ningún comentario. Lo inteligente que pueden hacer es no darle importancia, decir que es sólo una película.

Entre los cardenales de Cónclave existe una gran división sobre si la Iglesia debe modernizarse o no. ¿Qué piensa usted?

— Yo soy protestante, que es una Iglesia bastante arcaica, pero, aun así, es mucho más moderna que la Iglesia católica. Si la Iglesia católica quiere sobrevivir necesita cambiar rápidamente y adaptarse al mundo moderno. 'Iglesia católica es el patriarcado más antiguo del mundo.

Cónclave plantea la necesidad de que las mujeres adopten un papel más protagonista.

— El sacerdocio de las mujeres o el celibato son cuestiones que deberían repensarse. Sea quien sea, el próximo Papa tendrá un trabajo muy difícil porque hay muchos conservadores en la Iglesia. Y hasta que ocurra una generación es posible que no haya cambios. Pero existe un movimiento renovador muy importante dentro de la Iglesia católica.

Después del éxito de Nada nuevo en el oeste podría haber dirigido cualquier filme.

— Porque me atraía el reto. Si no, me aburro. Y ahí el reto era el confinamiento. Básicamente, es una pieza de cámara con mucho diálogo: la elección más secreta del mundo para escoger al hombre más poderoso. Pero éstos son sólo los motivos superficiales. La razón para hacer la película es el viaje interior del personaje de Ralph Fiennes. Me identifico mucho con las dudas y cuestionamientos de ese cardenal. ¿Por qué estoy haciendo esta película? ¿Es la película correcta? ¿Soy el director adecuado? Son preguntas que me hago a menudo. La duda es una de las fuerzas motoras de mi vida.

Es curioso, porque un director debe tomar muchas decisiones y parecería que la seguridad en uno mismo es una calidad importante.

— Yo solía pensar que un director debe estar muy seguro para guiar al equipo en un rodaje. "Ok, esto es lo que vamos a hacer". Y me sentía como un impostor porque no sentía ninguna certeza de nada. De hecho, no paraba de cuestionarme todo, incluso el lugar donde poner la cámara. Hasta que decidí abrazar la duda, convertirlo en una fortaleza. Cuestionarme hasta llegar a un 51% de certeza y seguir adelante. En realidad, nunca sabes si una película funciona hasta que la estrenas. Antes, nunca lo sabes a ciencia cierta. Nadie tiene la clave. Si no, todos estaríamos haciendo grandes películas todo el tiempo.

Otro tema de Cónclave es la ambición, la idea de que quizás el mejor Papa es aquel que no desea serlo. En este sentido, ¿ambiciona dirigir una superproducción? ¿Se imagina haciendo un filme de superhéroes?

— [Ríe] Depende de la película y la historia. Si puedo identificarme con el núcleo de la historia cómo me identifico con las dudas interiores de Ralph Fiennes... Me gustan las películas de superhéroes que son buenas, y no me gustan las malas. Los Batman de Christopher Nolan son brillantes. Dune es otro ejemplo. Mientras pudiera expandir los límites del género y sentirme interpelado con la historia, haría la película.

Más allá de que es uno de los grandes actores vivos, qué le hizo pensar en Ralph Fiennes?

— Mientras escribía la historia me di cuenta de que el protagonista no es el personaje más activo de la película. De hecho, es un observador, un encargado. No es un líder. En la película no es quien habla más fuerte ni tiene más diálogo. Es alguien más bien callado, que está en segundo plano. Así que necesitaba a alguien que pudiera mostrarnos su alma, que pudiéramos ver qué está pensando. Y Ralph es una persona que puede hacerlo sólo con la mirada, no hace falta decir nada.