'Motomami', la película
Lola Quivoron retrata en 'Rodeo' la intensa determinación de una chica obsesionada con las motos
BarcelonaMucho antes de que el capitalismo y las plataformas de reparto a domicilio la pervirtieran, la imagen de un joven conduciendo una moto estaba en el cine sinónimo de libertad y de independencia. Y aún lo está en Rodeo, el debut de la francesa Lola Quivoron (París, 1989) que se estrena este viernes, donde una chica en la zona de nadie entre la adolescencia y la edad adulta, rabiosa con todo y con todos, sólo parece feliz cuando cabalga las motos que manga con un método sencillo y depurado a vendedores incautos. Más que nada en el mundo, lo que desea es participar en los rodeos urbanos, encuentros ilegales en carreteras medio abandonadas donde los motoristas se exhiben y realizan acrobacias hasta que la policía llega y los dispersa: un mundo hipermasculino de gasolina, asfalto y adrenalina donde Julia debe luchar con uñas y dientes para ser aceptada.
A pesar de la mala fama que los rodeos de motoristas tienen en Francia, donde han provocado cierta alarma social a causa de los accidentes –e incluso muertos– que se han producido, a Quivoron le han atraído desde que los descubrió a través del grupo de jóvenes motoristas que inspiraron su corto de final de carrera, Au loin, Baltimore, de 2016. “Me enamoré de su mundo y, sobre todo, de su aspecto político, de cómo crean una especie de familia alternativa a la sociedad con una pasión compartida y contagiosa”, explica la directora. Ella también se contagió de esa pasión. “Acabé formando parte de la comunidad y tengo buenas amistades –explica–. He realizado varios proyectos con ellos, pero siempre era la única chica. Las demás iban de paquete a las motos o se quedaban junto a la carretera. Rodeo surge de mi deseo íntimo de ver un día a una joven motera haciendo caballitos, por eso me inventé a Julia”.
"Opaca, violenta y compleja"
A pesar de la evidente fascinación por el submundo del motocross de asfalto, el centro emocional de Rodeo es Julia, una motomami en carne viva que aprovecha la brecha que abre la muerte de un miembro para introducirse en un grupo de moteros que se mueven al margen de la ley con un taller clandestino como base de operaciones. La presencia disruptiva de Julia en este universo cerrado de hombres y la inesperada relación fraternal que establece con la mujer sumisa del capo tensa las dinámicas internas del grupo y hace inevitable el conflicto. “Julia es muy opaca, violenta y compleja, siente mucha ira, pero lo importante es que no se deja definir y eso le otorga valor y libertad –apunta Quivoron–. Siempre corre, incluso al final de la película, cuando es ya casi un fantasma. Está entre la muerte y la vida, la realidad y el sueño, el masculino y el femenino, siempre en la zona borrosa entre dos mundos”.
La directora descubrió a través de Instagram a su actriz protagonista, Julie Ledru, que es el verdadero fuego de la película con su intensa y visceral presencia. “Ella también estaba muy implicada en el mundo del motor y tenía una actitud provocadora e irreverente que me gustó –explica Quivoron–. Le hablé del personaje y lo entendía perfectamente. Luego me habló de su vida y tuve la sensación de que me estaba contando la historia de la película”. A la directora no le gusta hablar de Ledru y el resto de intérpretes de Rodeo como actores no profesionales. “Trabajaron mucho, muchísimo, y están muy bien –justifica–. Y para mí era muy importante que todos ellos fueran moteros y sintieran realmente esa pasión, que la transmitieran a través de sus cuerpos, pero los personajes que interpretan están muy lejos de lo que ellos son en la vida real”.
'Fast & Furious' en versión 'indie'
Las comparaciones con la Palma de Oro Titaneque le han llovido a Rodeo no son del todo injustas, sobre todo en lo que se refiere a la fluidez con que la protagonista se sitúa respecto a su identidad de género. En este sentido, Quivoron se reconoce la modelo de su personaje: "Aparentemente, soy una mujer, pero por dentro no me siento mujer. Soy una persona no binaria y me siento muy fluida, como Julia. Pero la película también es así, una mezcla de géneros que pasa de lo fantástico al cine de emancipación". Podríamos añadir también el thriller criminal, que se apodera de un tramo final que parece una versión indie, dramática y naturalista de Fast & Furious. "Quería que todo fuera energía, cine en movimiento, que la gente sintiera físicamente como la velocidad y la adrenalina de la vida en la moto impulsa los cuerpos –dice Quivoron–. Y por eso hay que mostrar el lado brutal de esta vida, su relación con la muerte. Rodeo es una película épica, y por eso la rodamos en cinemascope, como los westerns clásicos".