Cine

Claudio Biern Boyd: "Todavía me reprochan que matara a David el Gnomo"

BarcelonaNo recordamos casi nada de la serie que veíamos el año pasado, pero podemos recitar a la perfección que los tres mosqueperros eran "uno, dos y tres" y que "el pequeño D'artacán siempre va con ellos". La memoria sentimental de la generación que creció en la década de los 80 quedó marcada a fuego por las series animadas que veían en la televisión, especialmente las que llevaban el sello de BRB, la productora fundada por Claudio Biern Boyd (Palma, 1940). David el Gnomo, La vuelta al mundo de Willy Fog y D'artacán y los tres mosqueperros fueron los tres grandes hits del Walt Disney español, que sigue en activo y la semana que viene estrena en cines una versión en película de D'artacán que espera atraer tanto a las nuevas generaciones de niños como a sus padres nostálgicos.

Tráiler de 'De artacan y los tres gosqueters'

¿Por qué nos marcaron tanto aquellas series que hacía en los 80?

— Por varios factores. Solo hay había un canal, TVE, y si les vendías la serie, que no era fácil, te asegurabas una audiencia muy grande. También están los temas que elegí: la literatura de Verne, Dumas... Un buen guion es el 60% del éxito. Y la tercera pata era la música, que siempre cuidamos muchísimo.

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Los temas principales eran clave. ¿Se implicaba personalmente en la creación de la música?

— Y tanto. Yo me enamoré musicalmente de unos señores italianos, Guido y Maurizio De Angelis, que hacían la música de series como Orzowei y Sandokán y de las películas de Terence Hill y Bud Spencer. Fui a Italia a conocerles y nos caímos muy bien. Yo no sé de música, pero sé lo que me gusta y lo que no, y nos pasábamos días y días trabajando en su estudio de las afueras de Roma. En David el Gnomo no les pude tener porque estaban ocupados, pero Javier Losada y Óscar Gómez hicieron un gran trabajo.

Mi generación creció con sus series. ¿Qué relatos le acompañaron a usted de pequeño?

— Los mismos que me inspiraron para las series. Salgari, Dumas, Jules Verne... No se habla lo suficiente del mensaje contra la xenofobia de La vuelta al mundo en 80 días, en que el protagonista inglés y de clase alta se acaba casando con una mujer india. En general, teníamos mucho cuidado del mensaje: criticábamos la contaminación, el deshielo, los incendios... Todo lo que hizo que los gnomos se separaran de los humanos hace 10.000 años.

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¿Y cómo llegó al mundo de la animación?

— Pues todavía no lo sé, ¡porque no tengo ni idea de dibujar! En la escuela siempre me ponían un cero. Por suerte, tengo un equipo que interpreta lo que tengo en la cabeza. Antes de dedicarme a la animación era abogado y especialista en estudios de mercado y publicidad, ¡imagínate! Trabajaba en el departamento de marketing de una multinacional y se me ocurrió hacer promociones para niños, así que contacté con Hanna Barbera, Disney y otras empresas para hacer promociones y merchandising. Era un gran negocio y monté mi propia empresa para comercializar en España series como Marco, Heidi, La abeja Maia, Orzowei, Banner y Flappy, Mazinger Z, Vicky el Vikingo... El paso final fue crear yo mismo una serie, primero Ruy el pequeño Cid y después D'artacán, que fue un éxito increíble. Se ha emitido en más de 300 cadenas y en 107 países.

¿Por qué se aliaron con una productora japonesa?

— En España tenías un dibujante aquí y otro allá, pero no había industria. Una serie de aquellas eran 13 horas de animación con todo el dibujo y el color hecho a mano. Los únicos que sabían y podían hacerlo eran los japoneses, que tenían una industria potente. Después ya llegaron los coreanos, taiwaneses, chinos e indios, que tienen mucha mano de obra y de mucha calidad. Aquí, por suerte, también se ha avanzado mucho, en parte gracias a los videojuegos.

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¿Era fácil trabajar con los animadores japoneses?

— No nos entendimos nunca. Yo era Bill Murray en Lost in translation. Todo lo que explica Sofia Coppola en la película me pasó a mí en Tokio, ¡incluso conocí a una americana que estaba con su marido! Yo les explicaba lo que quería con un traductor pero ellos entendían lo que querían. Y yo no entendía nada de lo que me decían. Al final nos salió, pero no sé cómo.

¿Era consciente que una parte importante de los espectadores no sabíamos que las series eran producciones españolas?

— Sí, pero esto es porque me llamo Claudio Biern Boyd. Mi madre era escocesa y mi padre de origen francés, así que hay mucha gente no sabe que soy de Palma. Crecí en Barcelona, pero he vuelto a menudo a Mallorca y tengo una relación muy especial con la isla.

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¿Por qué usaba animales como personajes? ¿Y por qué perros en D'artacán?

— Hay un motivo práctico: dibujar a una persona era mucho más pesado que una caricatura animal, que no tiene labios, ni dientes ni nada complicado de animar. El ahorro en tiempo es brutal. El segundo motivo es que, al ver que son animales, los niños se dan cuenta que todo es una parodia y no lo ven como un modelo a seguir. En cuanto a D'artacán el perro es la mascota más querida y yo siempre había tenido perro. Pero para preparar la serie me compré una enciclopedia de perros y me la leí entera para ir escogiendo las razas de perro de los personajes. Eso sí, el malo es un zorro y Milady una gata. No me han gustado nunca los gatos.

En las adaptaciones que hacía de los clásicos a veces introducía nuevos personajes, como el hámster Tico en Willy Fog, que por cierto hablaba con acento andaluz.

— Esto fue muy criticado desde Andalucía. Escribían cartas a los diarios quejándose de que el personaje más pequeño fuera andaluz. Nosotros lo hacíamos para introducir el contrapunto cómico, puesto que en las novelas originales no había mucho humor. Y si elegimos el acento andaluz es porque son los más campechanos y divertidos. En Italia, Tico tenía acento napolitano y en Inglaterra era cockney.

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David el Gnomo acabó con el episodio Las montañas del más allá, en el que David y Lisa morían y se transformaban en árboles. Era un final muy atrevido para una serie de animación infantil.

— Es un final que me continúa persiguiendo, no me lo perdonarán nunca. Todavía me reprochan que matara a David. Hay compañeros de mi hijo que me dicen: "Me hiciste llorar, ¡tú eres el asesino de David el Gnomo!” Si hubiera sabido que le sabría tan mal a la gente no lo habría matado. Además, ¡así habría podido hacer una segunda temporada de la serie! Pero si lo piensas un poco es un final lógico: son seres que viven 400 años en armonía con la naturaleza, donde han nacido y donde vuelven para morir. ¡No lo podía hacer morir de diabetes o de un infarto!

En general, sus series tenían valores humanistas: la ecología, la amistad, el amor... La violencia siempre estaba en segundo plano.

— Casi no hay violencia, ¡lo tenía prohibido! Lo que sí que había era acción. Acción, toda la que quieras, pero sin heridas graves ni sangre.

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¿Qué le parece la animación infantil actual?

— Se hace mucha, se han democratizado las herramientas y ya no hay que ir a Japón. Lo que pasa es que de cada 100.000 series hay una que triunfa. Para mí, la mejor serie de animación sigue siendo La pantera rosa y después Tom y Jerry. Y de las actuales me gustan mucho Los Simpson, porque es una crítica brutal de la sociedad norteamericana. Tanto, que yo no entiendo cómo en España funciona tan bien.

Fue vicepresidente del Espanyol. ¿Tiene buenos recuerdos de su paso por el mundo del fútbol?

— Fui directivo con Antoni Baró, vicepresidente con Perelló y vicepresidente con Sánchez Llibre. Hubo buenos momentos, pero también malos. Si eres perico has nacido para sufrir, somos unos masoquistas y lo llevamos en el ADN. Tenemos que estar preparados para bajar a Segunda, luchar, perder, ganar dos copas... Me da mucha gracia ver cómo lloran ahora los socios de otros clubes que pierden sus figuras. ¡Si nosotros las perdíamos cada año! Y esto de la quiebra económica... ¡Parece que sean los primeros a quienes les ha pasado!

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¿Ilusionado con el regreso a Primera?

— Nos falta algún detalle, pero en el equipo hay talento. Pedrosa, Óscar Gil, Darder, De Tomás, Embarba... Tengo la sensación que será una Liga muy igualada: si te descuidas dos partidos estás abajo y si ganas tres seguidos te pones noveno. Pero el favorito es el Atlético de Madrid, que tiene el mejor equipo y ha hecho dos fichajes muy buenos. A mí me gusta el entrenador que tenemos en el Espanyol, pero ojalá supiera transmitir a los jugadores un punto de agresividad, como hacía antes Camacho o ahora Simeone.

El nuevo D'artacán: mujeres empoderadas, versión en catalán y una Milady vestida de cuero

Los mosqueperros hablarán catalán en el nuevo D'artacán, que llega a los cines este viernes: D'artacán y los tres mosqueperros (D'artacan i els tres gosqueters, en catalán)cambia la animación artesanal del original por la animación digital en 3D pero mantiene las características generales de la historia y los personajes de la serie original. Biern subraya el esfuerzo que se ha puesto en la banda sonora: “Grabamos con la Orquesta Sinfónica de Navarra y el Orfeón Navarro con una directora que es discípulo de John Williams y que, de hecho, dirigió con una batuta firmada por Williams. Todo esto nos costó una fortuna”.

El nuevo D'artacán ya se ha vendido en más de 35 territorios, como Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia. “En Portugal ya se ha estrenado y ha sido un gran éxito, número 1 por encima de películas norteamericanas importantes”, presume. Sobre los cambios introducidos en la nueva versión, Biern destaca el papel más activo de los personajes femeninos: “Juliet ya no es un personaje pasivo, sino que lucha y dirige D'artacán a un lugar o el otro. Y a Milady la hemos caracterizado con un uniforme de cuero como el de Catwoman y cuando se saca la capa hipnotiza a la gente con su medallón”. Lo que no ha cambiado es la importancia del lema de los mosqueperros: todos para uno y uno para todos. “Es un mensaje que hay que recordar más que nunca en estos tiempos pandémicos”, dice Biern.