Patrimonio musical

Artur Blasco: "La cultura popular de transmisión oral es un signo irrefutable de identidad nacional"

Músico, investigador y divulgador del folclore catalán

GeronaDurante prácticamente toda una vida, Artur Blasco (Barcelona, 1933) se ha dedicado a recorrer masías, caminos, refugios y pueblecitos de los Pirineos catalanes, desde la Vall d'Aran hasta Camprodon, con el objetivo fundamental de recopilar las letras y melodías de tradición oral en peligro de extensión. Desde los años sesenta, el músico y divulgador ha llevado a cabo un trabajo de campo ingente que ha desencadenado en doce volúmenes de A peu pels camins del cançoner, una colección admirable de más de 1.600 canciones populares interpretadas, grabadas y explicadas por los últimos cantores vivos de las comarcas pirenaicas.

¿Cuál fue la motivación para emprender el proyecto del cancionero popular de los Pirineos?

— Fue un acto de rebeldía y disconformidad contra el silencio impuesto de la posguerra. La cultura popular de transmisión oral es un signo irrefutable de identidad nacional, porque no se improvisa con cuatro días y demuestra que venimos de lejos, así que quería dar a conocer ese patrimonio que desde las alturas de la política querían escondernos.

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¿Por qué lo situaste únicamente en los Pirineos?

— El trabajo de búsqueda de las canciones populares no se puede realizar yendo de excursión y llamando a la puerta de las familias. Yo trabajaba como funcionario del ministerio de Agricultura y Ganadería con los propietarios de los pastos comunales de los Pirineos y, gracias a ello, pude convivir íntimamente con estas familias, las últimas que han conservado el patrimonio oral, y descubrir y grabar sus canciones.

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¿Qué valor tiene recuperar estas canciones?

— Me atrevo a decir que el cancionero que hemos recibido de tradición oral permite reconstruir la historia de nuestro país, porque las canciones no solo hablan de hechos bélicos como las Guerras Carlistas, sino también de modas, chismes, temas religiosos y, sobre todo, relaciones de amor. También tienen un valor lingüístico interesantísimo, porque las grabaciones nos enseñan la evolución de la lengua catalana desde finales del siglo XIX hasta la actualidad.

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¿Y crees que hoy en día no se presta suficiente atención a este patrimonio?

— La desinformación sobre nuestro pasado más cercano es el gran déficit de las nuevas generaciones. Como país tenemos una falta de autoestima que nos hace olvidar la sabiduría y la riqueza de nuestros antepasados, que vivieron en condiciones durísimas, sin escolarización y, sin embargo, sacaron la energía para conservar, practicar y expresarse a través de la música.

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¿Proyectos como el Càntut, Premi Nacional de Cultura 2022, ayudan a romper con este olvido?

— Todo lo que sea aumentar la información que hemos heredado es encomiable y el Càntut es una referencia al respecto. Gracias al trabajo de las personas que modestamente hemos procurado mantener vivo este patrimonio, hoy empezamos a recoger los primeros frutos.

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En 2022 justamente legaste al Càntut una parte de tu material.

— Cuando recorría los Pirineos, a veces me dedicaba a realizar grabaciones en imagen con una cámara de vídeo primitiva. Tengo una colección de 80 películas de personajes cantando en su casa y les entregué al Càntut como donación porque considero que, como entidad que se ha dedicado muy positivamente a la difusión de las canciones orales, pueden hacer un muy buen uso.

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También eres fundador del Encuentro de Acordeonistas del Pirineo, que se celebra cada año en Arsèguel, y has trabajado para la recuperación del acordeón diatónico.

— Sí, me he dedicado muchos años, porque me interesa cómo el acordeón tuvo un papel fundamental en la convivencia de las colectividades rurales a principios del siglo XX. El acordeón, como instrumento melódico y armónico, permitió que en los pueblos pequeños los pocos habitantes se reunieran cada domingo para bailar y los vecinos cogieran a las vecinas por la cintura por primera vez.

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La VII edición del festival Càntut de Cassà de la Selva

Artur Blasco es uno de los nombres habituales de la programación del festival Càntut que, cada otoño se celebra en las calles y auditorios de Cassà de la Selva (Gironès) con el objetivo de mantener viva la cadena de transmisión de las canciones de tradición oral. En la edición de este año, del 17 al 19 de noviembre, se podrá revivir la colaboración entre los artistas Belda y Sanjosex, que hace siete años grabaron un disco inspirado en el archivo del cancionero online que elabora el festival. La programación también cuenta con la presencia de Eliseo Parra, que presenta el proyecto Diacrónico en su retirada de los escenarios, el concierto del grupo gerundense Fetus, o la actuación de la trompetista Alba Careta y el cantante Henrio, que estrenan el disco Udolç, producido por el propio Càntut. Destacan igualmente citas esperadísimas por el público casero, como el vermut cantado o el almuerzo popular de cantadores y cantadoras, que el domingo dinamizará Quim Carandell, de la Ludwig Band.