De la Garriga a Australia: el coreógrafo catalán que colabora con el guitarrista de The National
Rafael Bonachela presenta los nuevos proyectos de la Sydney Dance Company en el Mercat de les Flors
BarcelonaCada vez que el coreógrafo Rafael Bonachela (la Garriga, 1972) visita Barcelona, se encienden todas las alarmas. ¿Qué una llevará de cabeza? ¿Con qué gran estrella mundial habrá colaborado? Hace más de treinta años, cuando empezaba, probó suerte en Londres y se quedó. Ahora ya no vive en Reino Unido, sino en Australia. Y ya no es un joven inexperto, sino el director de Sydney Dance Company, la compañía de danza contemporánea más relevante del país. Cuando pisa de nuevo el Mercat de les Flors, sin embargo, es como si volviera a casa. "Llevo muchos años teniendo relación con el Mercado. Para mí es importante presentar aquí los proyectos de la compañía", dice el coreógrafo. "Barcelona es el sitio de Europa donde hemos actuado más veces", añade. Esta semana presentará dos propuestas, dentro del festival Dansa Metropolitana: del 14 al 16 de marzo, el tríptico Ascent, y del 19 al 20 de marzo, la coreografía Impermanence.
"Lo que más me gusta de mi trabajo es poder dar oportunidades a jóvenes con talento", dice Bonachela, quien recuerda que sus inicios "nunca fueron fáciles". "Cuando era pequeño, en la Garriga no había ninguna escuela de danza –explica–. Yo era el único chico al que le gustaba bailar. En el patio del instituto, con las amigas, nos inventábamos coreografías para divertirnos. Incluso creamos un grupo de danza en el barrio de Can Noguera. Era todo muy autodidáctico". La serie Fama fue el impulso que necesitaba para dar un cabezazo y apostar más en serio por la danza: "Era una serie muy moderna, contaba la historia de una escuela de artistas de Nueva York, y mirándola descubrí que era posible ir a una academia para aprender a bailar". "Piensa que en aquella época todavía no se había hecho Billy Elliot", añade.
A los 15 años, la familia le dio permiso para apuntarse a clases de baile en Barcelona, donde conoció a la profesora Neus Ferrer. "Fue ella quien me introdujo en Lanónima Imperial, la primera compañía donde trabajé", recuerda. De Barcelona saltó a Londres, donde en 1992 empezó a trabajar en la compañía Rambert. "Inglaterra me dio la esperanza de que la danza podría ser una profesión", dice. Pero la oportunidad más sonada le llegó en el 2008: le propusieron estrenar una producción con la Sydney Dance Company y al cabo de seis meses ya la habían nombrado director de la compañía: "Lo bonito de la danza es que no importa de dónde eres ni de dónde vienes", dice.
"Preparábamos una coreografía sobre la fugacidad de la vida y llegó la pandemia"
La primera propuesta de Sydney Dance Company, el programa triple Ascent, está compuesta por Forever & ever de Antoni Hamilton, The shell, en ghost, the host & the lyrebird de la valenciana Marina Mascarell y Y Am-ness de Bonachela. "Son creaciones concebidas por separado, pero decidimos presentarlas juntas en la fiesta del quincuagésimo aniversario del edificio de la Ópera de Sydney –explica Bonachela–. Será la primera vez que interpretaremos el tríptico entero fuera de Australia". La pieza de Hamilton ha tenido una acogida impresionante en Australia, donde ha recibido el premio Helpmann, el mayor galardón de las artes escénicas del país. La pieza de Mascarell es fruto de "años de conversaciones", que finalmente han desembocado en una propuesta para siete bailarines que interroga la relación entre el cuerpo y la tecnología y la conexión de los humanos con la naturaleza. Y Am-ness es una coreografía más corta, pensada para cuatro bailarines. "El título de la pieza hace referencia a la idea de la persona como un todo –dice Bonachela–. Son cuatro cuerpos y cuatro conciencias trabajando a la par, latiendo a la vez". Aunque se trata de una coreografía "no improvisada", el coreógrafo quiso "dejar espacio para que los bailarines puedan tomar decisiones con una libertad orgánica".
La segunda propuesta, Impermanence, es una creación de Bonachela que no se puede entender sin el compositor estadounidense Bryce Dessner, guitarrista y teclista del grupo de rock The National. "Tiempo atrás había creado una pieza con música suya, pero él nunca la había visto –dice el coreógrafo–. Hasta que en el 2019, aprovechando que pasaba unos días en Australia, le invité a un ensayo. Le impresionó la fisicidad de los bailarines de Sydney Dance Company y me dijo: «Rafael, ¿cuándo trabajaremos juntos?»" Hacía pocos meses que se había quemado la catedral de Notre-Dame de París, y por eso plantearon una coreografía sobre "la naturaleza efímera de la vida y la idea de que todo se derrumba fácilmente". Poco después, Australia sufrió unos grandes incendios forestales que también influyeron en la creación de la prenda. "La ironía hizo que estuviéramos preparando una coreografía sobre la fugacidad de la vida y justamente llegara la pandemia de la cóvido", dice.