El Liceu se viste de gala para una gran noche de ballet
Figuras destacadas del ballet internacional despliegan su arte en el escenario del teatro de la Rambla
- Gran Teatro del Liceo. 9 y 10 de noviembre de 2025
El Liceu ofreció el domingo la primera de las dos galas de danza que han reunido a figuras destacadas del ballet internacional. En colaboración con el Ballet de Catalunya, el Liceu integra así en su programación las exitosas IBStage Star Galas, que desde hace diez años organiza Leo Sorribes (director de la compañía catalana), elevando su nivel con la Orquesta Sinfónica del Liceu en directo.
Entre las figuras invitadas, el dúo formado por Yuriko Kajiya y Connor Walsh (Houston Ballet) enamoró con una deliciosa Madama Butterfly de Stanton Welch que flotaba entre la delicadeza y la fuerza. Yuriko Kajiya (Houston Ballet) y Ryoichi Hirano (Royal Ballet) hicieron vibrar al público con una Manon alegre y llena de lirismo que levantó los primeros bravos; mientras que Hannah O'Neill y Friedemann Vogel (Stuttgart Ballet), totalmente entregados, ofrecieron un Onegin de John Cranko intenso y apasionado.
En la vertiente más académica, la técnica impecable de Liudmila Konovalova (Ópera de Viena) en el Cascanueces quedó empañada por una interpretación demasiado rígida y una caída, junto a un David García (Ballet de Catalunya) dubitativo. En cambio, Sangeun Lee y Gareth Haw (English National Ballet) ofrecieron un Cisne blanco delicado y de ejecución perfecta, mientras que Chloe Misseldine y Joo Won Ahn (American Ballet) desplegaron virtuosismo y carisma en el Cisne negro, aunque el tempo excesivamente rápido de la directora Andrea Quinn puso a prueba a la bailarina en los 32 fouettés.
Una refinada Olga Smirnova y Jacopo Tissi (Dutch National Ballet) aportaron elegancia y grandes jettés amplios en Diamonds de Balanchine. Y la clausura con Don Quijote fue una explosión de energía con un Julian MacKay (Bayerisches Staatsballett) de elevaciones potentes y una Maria Khoreva (Mariinski) fresca, jovial, de puntas seguras y pirouettes precisas.
En nueva creación, el Ballet de Catalunya interpretó el paso a dos Souvenir, de Vincenzo Timpa, en una coreografía lírica y de movimientos sincopados bailada por una magnífica Ellen Mäkelä, dúctil y de piernas infinitas, y un Paolo Calò de saltos orgánicos y ligeros, y Fast Avance, del propio Sorribes, que recuerda el lenguaje anguloso y geométrico de Forsythe en In the middle, con veintidós bailarines desplegando energía, precisión y la esperanza de convertirse en un grupo de alto nivel.