Memoria histórica

Los donadores de sangre que el franquismo borró de la historia

La asociación llegó a tener 30.000 voluntarios, pero no queda ningún rastro

BarcelonaEl miedo a la represión hizo que prácticamente no quedara ningún rastro de la existencia de la Agrupación de Donadores de Sangre de Catalunya, creada el verano de 1937 y extinguida en 1939, a raíz de la victoria franquista. La entidad llegó a tener cerca de 30.000 personas inscritas que, sobre todo, daban sangre para los soldados republicanos. No era una organización jerárquica y centralizada, sino que estaba formada por diferentes colectivos de Barcelona y otras ciudades catalanas. Àlvar Martínez-Vidal, investigador del Instituto Interuniversitario López-Piñero (Universitat de València), empezó a buscar información sobre los donantes de sangre, con Empar Pons Barrachina, en las hemerotecas para preparar un seminario que tenían que hacer con Linda Palfreeman, autora de Spain Bleeds: The Development of Battlefield Blood Transfusion During the Civil War. "Me apareció el nombre de Agrupación de Donadores de Sangre, que no estaba en el libro de Palfreeman ni habíamos escuchado hablar de este", dice Martínez-Vidal. Tenían, sin embargo, un nombre: Emilio Salazar.

El presidente, fusilado

A Salazar lo fusilaron el 17 de febrero de 1939, después de la victoria franquista y tan solo cuatro días después de celebrarse el juicio sumarísimo que lo condenó a muerte. Tenía 52 años. "Su juicio prácticamente está transcrito en La Vanguardia, supongo que querían que fuera una ejecución ejemplar y, por eso, salió todo publicado. Si prácticamente no hay documentación, debe de ser porque todo el mundo que tenía carnés, insignias, brazaletes... lo quemó por miedo a represalias", detalla Martínez-Vidal. A Salazar, que tenía tres hijos, lo acusaron de masón, de haber firmado sentencias de muerte contra el bando rebelde y de ser un peligroso comunista. Uno de los agravantes era haber presidido la Asociación de Donadores de Sangre.

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Tal como ha investigado Martínez-Vidal, la noticia del fusilamiento de Salazar se difundió rápidamente. Al traumatólogo Josep Trueta Raspall le llegó una carta de su hermano, Rafael: "Nosotros vamos recibiendo nuevas de nuestra tierra. Al presidente de los donadores de sangre lo han fusilado con la excusa de que había formado parte de un tribunal popular". Martínez-Vidal está convencido de que parte del éxito de convocatoria de la asociación fue la complicidad del Comisariado de Propaganda y de su director, Jaume Miravitlles. Pero no era la única. Antes de su existencia, se había desarrollado en Barcelona una red de donadores de sangre que funcionaban sobre todo entorno a hospitales públicos y clínicas privadas.

A lo largo de la Guerra Civil nunca faltó sangre para dar a los soldados heridos. Había una importante organización en la retaguardia. El médico Frederic Duran i Jordà, que resolvió muchos de los problemas biológicos y logísticos relacionados con la donación de sangre, afirmaba que nunca hubo escasez, sino todo lo contrario: sobró. La movilización, pues, fue bastante masiva. "El 80% como mínimo eran mujeres y la mayoría lo hacían de forma altruista, pensaban en sus maridos, hijos, hermanos... que estaban en el frente", dice Martínez-Vidal.

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Una campaña sin distinción de género

Las campañas de movilización eran bastante diferentes en un bando y el otro. En la zona republicana las campañas de donación se dirigían tanto a hombres como mujeres, no había distinción de género y se identificaban con la lucha antifascista. En cambio, en el bando rebelde se invocaba sobre todo a las mujeres y su papel subalterno vinculado a la familia y a la religión católica.

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Muchas donaciones de sangre eran altruistas, pero a menudo recibían algún tipo de recompensa. "Les daban comida a cambio y esto era importante en tiempo de tanta escasez como la guerra, vales para los economatos o billetes para el tranvía", explica el investigador. Dar sangre en aquel momento era más arriesgado que ahora. "Había más riesgo de infección, a veces quedaban cicatrices. Incluso la literatura médica recogía algún caso mortal", añade. Por primera vez, en la Guerra Civil se practicó la transfusión de sangre de forma indirecta. Es decir, hasta los años 30 el donante tenía que estar junto al receptor mientras se efectuaba el trasvase. Duran i Jordà mejoró el sistema para analizar, conservar y envasar la sangre para remitirla al frente. Por eso había que distribuirla con camiones refrigerados que, en un primer momento, eran los mismos que se habían usado para transportar el pescado. Con la victoria fascista, Duran i Jordà tuvo que huir y se fue a Gran Bretaña, donde fue clave también en la organización de las donaciones de sangre, tanto en el ámbito militar como civil.

De la Agrupación de Donadores de Sangre de Catalunya no queda nada: ni las actas de la junta directiva, ni las fichas de los donantes, ni la normativa, ni el himno que tenía la asociación. "Tan solo hemos encontrado algún carné, la referencia del juicio sumarísimo de Salazar o un obituario, de Duran i Jordà, publicado en la revista Ressorgiment de Buenos Aires", lamenta Martínez-Vidal.