Música

Impecable carne de olla de house y tecno en Sónar

Laurent Garnier y Surgeon & Speedy J destacan en la segunda jornada diurna del festival

BarcelonaVeteranía de espíritu joven este viernes en la segunda jornada diurna en la Feria de Montjuïc. El house y el tecno mandaban en los clubs cuando Sergio Caballero, Enric Palau y Ricard Robles crearon el Sónar en 1994. Eran los estilos troncales de la música electrónica de baile, y ambos han nutrido tardes, vísperas, noches y madrugadas del festival. Tenía todo el sentido de que algunos de los héroes de los noventa estuvieran presentes en esta edición. Y nostalgias las justas, porque son dos estilos en constante evolución y colisión con otros, como una especie de magma primigenio que sigue alimentando las músicas del siglo XXI. Lo que quizás no tenía tanto sentido es que el horario de la actuación de Surgeon coincidiera con la de Laurent Garnier. Afortunadamente, el show del primero duraba sólo una hora, mientras que la sesión del productor francés era de tres horas. Tecno y house, pues, dos de las almas fundacionales del Sónar. Y en el caso de Garnier, uno de los artistas que más veces ha actuado en el festival.

La cita con Surgeon, nombre artístico del británico Anthony Child, estaba en la oscuridad del SonarHall, un contexto adecuado con su concepción industrial de la electrónica. Además compartía aventura escénica con el neerlandés Jochem George Paap, alias Speedy J, otra gloria del tecno europeo. Juntos y bajo el nombre de Multiples han publicado Two hours or something, y juntos se han presentado en el Sónar. Como mandan los cánones, han comenzado sutilmente, como un tren que sientes de lejos… y de repente, palmo: la locomotora en las narices y la progresión rítmica arrasándolo todo. Siempre con pulcritud, añadiendo sonidos perfectamente diferenciados unos de otros, pero sin desestimar la chatarra industrial. Ceremonia tecno sin proyecciones, ni excusas conceptuales, vieja escuela de luces estroboscópicas con dos tipos removiendo botones y gente esperando el bombo a negros para subirse a la ola. Eso sí, con infinidad de detalles sonoros. Pura carne de olla tecno.

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En el SonarVillage, el público ha recibido a Laurent Garnier con un entusiasmo desbordante y muchísimas ganas de bailar a las siete de la tarde. El francés ha respondido de inmediato con unos minutos de house impecable, con suficientes ganchos familiares (algunos vocales) y esa consistencia y ese dominio del tempo que sólo puede adquirirse con años de oficio, y que permite que el público pueda mantener el ritmo durante toda la sesión. House "con cosas", digamos, que fue evolucionando, a ratos pulsando la tecla tecno. Gozaba oír la comunión con el público en este reencuentro tras el paréntesis del año pasado (Garnier no pudo participar en el 30 aniversario del festival). Es posible que este viernes entre la gente que llenaba la carpa del Village hubiera que ya bailaron con Garnier en el Sónar de 1994, pero también había representantes de las diferentes generaciones que han disfrutado y disfrutan con su tecno-house. Y algunos que no habían nacido cuando Garnier pinchó en la Sala Apolo hace treinta años.

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Stromae e Iggy Pop en la termomix

A Garnier le habían preparado el terreno dos artistas de Kenia, Coco Me y Kabeaushé. La primera ha hecho una sesión muy estimulante a media tarde y muy agradecida por el público que se protegía del sol bajo la carpa del SonarVillage. La actuación de Kabeaushé, más sorprendente, ha añadido un componente de rábano punk, de ritmos agresivos, ya veces daba la sensación de estar ante una estimulante mezcla de Stromae e Iggy Pop.

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En el Hall, la colombiana Ela Minus, programada con buen criterio antes de Surgeon, ha satisfecho las ganas de movimiento sobre todo en la primera parte del show, cuando las líneas de tecno marcaban el ritmo. Luego tuvo tiempo de explorar otros caminos que igualmente desembocaban en crescendos bailables de bombo. Buen debut en el Sónar. Seguramente todos los artistas recuerdan su debut en el Sónar, pero quizás no todos lo expliquen cómo lo ha hecho el barcelonés Hadren, que también ha actuado en el Hall: "Cuando tenía 16 años mi madre me regaló la entrada para venir al Sónar . Y ahora es increíble estar actuando".

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El refugio del auditorio

La experimentación y/o los caminos menos convencionales siempre encuentran refugio en el auditorio del Palacio de Congresos de Montjuïc, el llamado escenario SonarComplex+D. El sábado lo ha abierto la barcelonesa Adelaida, que preestrenaba allí Muérdago. "Me hace mucha ilusión presentarlo en mi escenario preferido del Sónar", ha dicho susurrante y envuelta por una especie de misterio pagano. La propuesta, de electrónica ambiental y voz, es “un laberinto” lleno de criaturas mágicas y sonidos que parecen surgidos a la vez de la despensa de Björk, de la bodega de Caroline Polachek (o de la última PJ Harvey) y de un bosque de ruinas prerromanas. La próxima cita, el 13 de julio en Caldes d'Estrac dentro del Festival Poesía y +. Otro de los atractivos del Complejo+D era la vasca Ana Arsuaga, más conocida como Verde Prato. Neofolk en euskera, o más bien una magnífica canción electrónica de club defendida con grandes recursos vocales. ¡Y con mucho público!

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Air y Jessie Ware, una tibia y otra caliente en el Sónar de Noche

El viernes, la primera de las dos jornadas nocturnas ha comenzado con una tibia y otra caliente. No es frialdad lo que ha transmitido el pop progresivo del grupo francés Air, sino más bien indiferencia sobre todo por el lugar y el momento: el inmenso SonarClub en la Fira Gran Via y las diez de la noche, cuando el grueso del público nocturno aún no había llegado al recinto. En esta gira los de Versalles recuperan el disco Moon safari (1998) entero y manteniendo el orden del repertorio, un ejercicio condenado a repetir las irregularidades del álbum. Canciones como Sexy boy, Kelly watch the stars y You make it easy marcan los puntos álgidos, frente a los cuales el resto queda en evidencia, y más cuando al final del concierto han sonado temas de otros discos como uno Don't be light más conectado con una noche de club. El aire calmado, espacial y atmosférico característico del proyecto de Jean-Benoît Dunckel y Nicolas Godin (en directo con el batería Louis Delorme) ha provocado la típica disociación de los festivales: una parte del público trataba de seguir el concierto mientras otra charlaba y /o giraba cola buscando otros estímulos. Cabe decir que la puesta en escena de Air es bastante interesante, con el trío dentro de una estructura rectangular, como si estuvieran en un apartamento retrofuturista, y un elegante despliegue cromático con el juego de luces muy evocador que seguramente tendría más sentido en un contexto distinto al de un festival.

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La caliente ha llegado justo después con la británica Jessie Ware en el Sonar Pub, uno de los escenarios al aire libre. Vestida de largo, como una cantante de otra época, ha convertido el escenario en un club de estética retro llamado Pearls, como una de las canciones del disco Thats! ¡Feeles! ¡Good! (2023). Esta diva inesperada ha empezado con funk-disco bien acompañada por los músicos de la banda y las coristas, y enseguida ha tenido al público en el bolsillo despachando hedonismo y buen ambiente. Agradecida por el buen recibimiento, Ware sí que ha hecho una actuación que se arreglaba con el lugar y el horario, sobre todo cuando a medianoche se ha adentrado en el territorio más explícitamente house de canciones como Freak me now.