Memoria histórica

"El franquismo creó todo un sistema para oprimir a las mujeres libres"

Las periodistas Maria Palau Galdón y Marta García Carbonell rompen silencios en torno al Patronato de Protección de la Mujer, activo hasta 1985

Barcelona"Cuando hablábamos con nuestras madres, ellas no sabían qué era el Patronato de Protección de la Mujer. Pero les sonaba que en tiempos de franquismo, cuando una chica no se llevaba bien, podía acabar encerrada con las monjas", explican Maria Palau Galdón y Marta García Carbonell, periodistas valencianas autoras de un libro sobre la institución represiva franquista que estuvo activa más años, de 1941 a 1985: el Patronato de Protección de la Mujer. "Estábamos haciendo un reportaje sobre una prisión de mujeres de Valencia, el Convento de Santa Clara. Y entrevistando a dos historiadoras, Mélanie Ibáñez y Vicenta Verdugo, nos hablaron del Patronato. Una institución que controlaba todos los aspectos de la vida de las mujeres. No sabíamos nada de eso, fue un impacto descubrirlo. Y empezamos a investigar". Cuando les dieron la beca de investigación periodística Josep Torrent, pudieron publicarCrónicas del Patronato de Protección a la Mujer en la Comunidad Valenciana, un libro que quiere ser "reparador", dar voz a las mujeres que le sufrieron y romper silencios.

"En lo primero que pensamos fue en nuestras madres, nacidas en 1965 y 1968. Hubieran podido acabar en el Patronato, pero cuando se lo preguntamos a ellas no sabían nada, no les sonaba el nombre. Y era porque estábamos haciendo la pregunta incorrecta, ya que si les preguntabas por las monjas, era diferente: «Si te llevas mal te enviaremos a las monjas, le decían a mi tía en el pequeño pueblo de Bicorb, en las montañas», les decían". Todo el mundo sabía que muchas chicas estaban encerradas en los conventos, pero no se conoce mucho sobre el mecanismo legal que lo permitía: era el Patronato. El franquismo fue una época de discursos grandilocuentes por la radio, pero de silencios en casa. Y todavía el silencio rodea a esta institución fundada en noviembre de 1941, dependiente del ministerio de Justicia con el objetivo de cuidar a las "mujeres caídas" y aquellas en riesgo de caer. Un sistema penitenciario para menores sin juicio que duraría más de cuatro décadas.

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La "dignificación moral" de la mujer

Presidida de forma honorífica por Carmen Polo, la esposa del dictador, pero bajo la tutela del ministro de Justicia, el Patronato "en teoría nace para controlar la prostitución clandestina; es decir, las mujeres que lo hacían por libre, ya que existían una prostitución más tolerada, entonces", con casas de prostitución legales. "Pero aquel Patronato también habla de dignificación moral de la mujer y bajo ese paraguas entraba de todo. Te podían encerrar por un beso en la calle, por fumar, por ir al cine con un hombre, por un embarazo si estabas soltera... todo lo que no encajaba dentro de la idea de que el franquismo tenía de lo que iba a ser la mujer y que se inspiraba en la del catolicismo", explican las autoras del libro. El franquismo creó un ideal de mujer inspirado en la Virgen María, creando festivos como el día de la Inmaculada Concepción y hablando de las mujeres como "ángeles del hogar".Quien no encajaba en esa idea podía acabar en el Patronato, convertido en una herramienta más para "reprimir a las mujeres libres".

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Esta institución no habría existido sin la Iglesia. "Tenemos una carta del cardenal Maglione, en nombre del papa Pío XII, felicitando al régimen en 1943 por la creación del Patronato. Sin la Iglesia, el Patronato no habría podido existir, ya que las chicas se enviaban a los conventos. Si va funcionar fue por la Iglesia y la sociedad civil, encargada de hacer las denuncias", explican Palau y Carbonell. Otras formas de acabar cerrada eran las redadas en la calle, detenciones de la policía, por petición de una autoridad o, en casos puntuales, petición de la propia mujer. "Muchas mujeres nunca supieron qué pasó, quien las denunció. Te venían a buscar y te encerraban. Debía de ser muy duro", añaden. En los primeros meses de 1941 que fue efectivo, en todo el estado se cerraron 427 jóvenes menores de edad, ya que, según el gobernador civil de la época, había que realizar "funciones tutelares de vigilancia, recogida y tratamiento de las menores, llevando a las jóvenes a centros donde puedan ser educadas según la religión católica", alejándolas del "vicio y el pecado".

En 1941 había un motivo escondido detrás de la creación del Patronato: intentar controlar las enfermedades de transmisión sexual, especialmente la epidemia de sífilis que había a inicios de los años 40. En plena posguerra, había mujeres que no tenían ninguna más salida que la prostitución. Curiosamente, por conseguir recursos económicos para el Patronato, una de las fuentes de ingresos era un impuesto sobre los prostíbulos legales. Una institución teóricamente nacida para evitar la prostitución obtenía dinero de un impuesto sobre la prostitución legal. Una nueva ley de 1956 abolió la prostitución, sin desaparecerla.

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La idea de perseguir la prostitución con la que se fundó el Patronato quedó pequeña enseguida: se perseguían chicas que no habían cometido ningún delito en caso de no encajar dentro del ideal franquista. En esa época había muchas hijas y viudas de republicanos, muchas mujeres educadas durante la República con ideas contrarias al franquismo. De hecho, el Patronato nace en 1941 por un decreto de ley excepcional, y no será hasta 1952 cuando se publica una ley que lo regula, en la que se afirma que su labor era "enfrentarse a todo tipo de ruinas morales y materiales producidas por el laicismo republicano". En esta ley se organizaba la aportación económica del Estado, se legalizaba que el Patronato tuviera trabajadores y se daba una ley que permitía al ente requisar propiedades y, en su caso, decidir el futuro de las chicas sacando la patria potestad a sus padres.

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Niñas de 12 años cerradas

El Patronato afectaba a mujeres de 16 a 25 años, pero las autoras han documentado casos de niñas de 12 años que ya fueron cerradas. Cuando eran detenidas, solían ser llevadas a centros de observación donde se decretaba cómo era la chica y qué pecados cometía, y se decidía a dónde debía ir internada, aunque los especialistas han detectado que muchas veces las jóvenes provenientes de familias ricas tenían mejor suerte que las pobres aunque se hubiesen comportado igual. Las detenidas podían permanecer 15 días en estos centros de observación, sufriendo interrogatorios a veces violentos, antes de ser enviadas a los conventos u otros edificios, como centros maternales o talleres especializados. No todas las chicas fueron a conventos, algunas iban a estos talleres, controlados por monjas o trabajadoras a sueldo del Patronato, donde las hacían trabajar. El primero de estos talleres fue creado en 1941: hacía esteras y estaba vinculado al Colegio del Bon Pastor de Barcelona.

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"Las mujeres encerradas debían estar entre seis meses y dos años, pero muchas estuvieron más tiempo. Algunas salían para volver a entrar, por ejemplo. Otras salían cuando la familia les pactaba un matrimonio, o hay casos de algunas que decidían hacerse monjas", dicen las autoras del libro. Ambas periodistas han entrevistado a mujeres que estuvieron. "Nosotros no hablamos de víctimas, hablamos de mujeres supervivientes", explican. Casos como el de la psicóloga Pilar Dasí, que no había contado a casi nadie todo lo vivido. "Ella no sabía que estaba dentro del Patronato; decía que había estado encerrada con las monjas adoratrices. Desconocía los mecanismos legales del Patronato", dicen Palau y García. En otros casos, algunas mujeres admiten que habían olvidado lo ocurrido, como una especie de mecanismo de defensa. Y hablando con las autoras, han ido recordándolo de nuevo.

Dentro de los conventos, aparte de los ataques personales, sufrían "duchas frías, insultos o humillaciones como hacerles lamer el suelo con la lengua", añaden. Pilar Dasí explicó a las autoras cómo un día la policía llegó al trabajo en el que trabajaba en 1970 y se lo llevaron. "Los familiares, cuando una mujer era demasiado libre, siempre preguntaban qué hacer, y aparecía un cura o un familiar que aconsejaba la solución de las monjas", explican. La psicóloga valenciana recuerda el trato "cruel de las monjas" y cómo ella tuvo suerte de salir después de unos meses. Otros permanecieron mucho tiempo, ya que los familiares, al autorizar los internamientos, perdían la patria potestad sobre las hijas, que eran maltratadas dentro de los conventos.

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Una silenciosa desaparición

Investigando al Patronato, las dos periodistas se sorprendieron al ver cómo esta institución había llegado viva hasta los años 80, cuando desapareció sin hacer mucho ruido. Así encontraron una de las pocas voces que no se había callado, la barcelonesa Consuelo García del Cid, que había pasado por el Patronato cuando tenía 17 años. García del Cid se hizo con gente cercana al Partido Comunista cuando tenía 15 años, participando en reuniones y manifestaciones en la Rambla de Barcelona. Un día, un médico y una persona que formaba parte del Opus Dei aparecieron en su casa, consiguiendo ponerle una inyección. "Me quedé dormida y al despertar, estaba en una habitación cerrada, con cama y cruz", recordaría. Lo habían internado en un convento de Madrid. García del Cid publicó Las desterradas hijas de Eva (Anantes, 2012), uno de los primeros trabajos sobre el Patronato, donde documentó casos en los que había mujeres víctimas de violencia sexual, en las que la mujer violada acababa encerrada y el violador seguía en la calle. García del Cid explicó que, antes de publicar ese libro, recibió llamadas en las que era amenazada de muerte, quizá por miedo a que investigara también la trama de los bebés robados durante el franquismo. Dentro del Patronato, muchas chicas que llegaron embarazadas fuera del matrimonio vieron cómo eran apartadas de sus hijos. Las monjas organizaban visitas de matrimonios que venían para ver si se llevaban a un bebé con ellos.

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Pero uno de los primeros textos sobre el Patronato fue de Magda Oranich, que en 1977 consiguió entrar dentro de un reformatorio y publicar un reportaje en la revista Vindicación Feminista. Usando la ley de libertad de prensa, se decretó secuestrar el artículo, pero la policía hizo tarde y la revista se publicó. "Es evidente que a mucha gente no le interesaba hablar; en aquella transición quizás pensaban que al ser un tema que afectaba a las mujeres no era prioritario", explican Palau y García, que quieren seguir investigando, en parte para saber por qué razón aguantó abierto hasta 1985.

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"En 1978 el abogado Jaime Cortezo intentó cambiar esta institución, hablando de crear un Instituto de Promoción de la Mujer en su lugar. Pero la propuesta desaparece, no hay rastro de qué ocurrió". En 1983, entre los cambios de la época y que la mayoría de edad de la mujer había pasado de 21 a 18 años, cada vez menos mujeres eran retenidas por el Patronato, pero ese año aún pierde la vida la joven Inmaculada Valderrama intentando fugar de un convento en Madrid. Ese mismo 1983 el Estado traspasa las competencias del Patronato a las comunidades autónomas y, finalmente, en "1985, de un día para otro, desaparece, de forma rápida y silenciosa". "Es todo muy raro", dicen las autoras.

El trabajo de Maria Palau Galdón y Marta García Carbonell, sin embargo, no ha terminado. Siguen trabajando en parte gracias "a una red de mujeres" que poco a poco se han organizado. Algunas estuvieron presentes en el acto de presentación del libro en Barcelona, ​​por ejemplo. "Muchas pensaban que su caso era único. Sabían que habían estado con otras chicas, pero lo vivían como algo personal, suyo, no lo compartían. Ahora han empezado a organizarse entre ellas", explican las autoras, que tienen documentadas 41.335 mujeres internadas durante 1952 en España. "Imagina cuántas historias y cuánto trabajo que queda por hacer", añaden.