La Generalitat desmantelará el monumento franquista de Tortosa este verano

La alcaldesa de Tortosa dice que el consistorio no tenía ni competencias ni recursos para retirarlo

Sílvia Marimon Molas
y Sílvia Marimon Molas

BarcelonaLa pirámide de hierro forjado de 45 metros agujereada por orificios de metralla que se van transformando progresivamente en cirios y cruces que se construyó el 1966 para conmemorar el 25º aniversario de la victoria franquista en la Batalla del Ebro pronto desaparecerá del paisaje tortosí. La intención es retirarlo del río Ebro a su paso por Tortosa este verano para poderlo conservar de manera íntegra y transportarlo y almacenarlo con facilidad. No será una tarea sencilla porque las dimensiones del monumento son bastante importantes: tiene dos pirámides, una de 16 metros y la otra de unos 40 metros. El coste de la operación será de unos 200.000 euros.

"Se demuestra lo que siempre hemos dicho como ayuntamiento. Se nos había criticado injustamente: no podíamos retirarlo porque no es competencia nuestra, ni somos propietarios ni teníamos recursos para hacerlo", ha dicho la alcaldesa de Tortosa, la convergente Meritxell Roigé y Pedrola. "Ahora el gobierno del país ha decidido retirarlo. Para mucha gente el monumento ha formado parte de la ciudad y no ha despertado desazones a pesar de su origen. Nos guste o no, diferentes generaciones han crecido sin verlo como monumento franquista sino como un elemento que formaba parte del paisaje", ha añadido la alcaldesa, que también ha pedido que la acción del gobierno catalán no se limite a retirar el monumento sino que se reconstruya el puente que se destruyó durante la Guerra Civil y que unía las dos orillas del río.

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Nadie asume la propiedad

La consellera de Justicia, Ester Capella, ha recordado que el monumento es simbología franquista. "La permanencia de este monumento lo que nos demuestra es la debilidad de la democracia española". Capella sí que cree que el monumento lanza un mensaje. "Nadie puede poner en entredicho aquello que quería decir –ha dicho Capella–, el discurso de los vencedores". Y ha añadido: "El Ayuntamiento de Tortosa confirma que no es el propietario, la Confederación Hidrográfica del Ebro y el gobierno español también reniegan". Nadie asume la propiedad pero la consellera ha asegurado que la Generalitat se ha hecho responsable para poderlo retirar. "Lo asumimos por incomparecencia del Estado –ha especificado–. El monumento está en el cauce del río y es de titularidad estatal". Capella ha dicho que el monumento se guardará en alguno de los depósitos que la Generalitat tiene en el territorio y que una vez se desmantele no se construirá nada sobre el pedestal pero sí que se estudia dejar constancia que allá había un símbolo franquista. El vicepresidente con funciones de presidente, Pere Aragonès, en la misma línea que Capella ha reiterado que el monumento es un "insulto" a los que perdieron la guerra: "Fue pensado para que las víctimas agachasen la cabeza y esto es intolerable en una democracia".

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El monumento se conservará íntegro

El arquitecto Antonio López ha hecho el estudio previo para la viabilidad de la retirada del monumento. La grúa que tendrá que retirarlo, con un brazo que puede levantar hasta 6,7 toneladas de peso, tendrá que bajar por una rampa hasta el cauce del río porque sus dimensiones hacían imposible hacer la operación desde las calles adyacentes. Por eso, se ha decidido hacer la operación en verano, una época en la que el Ebro es menos caudaloso. "El monumento se envolverá con un andamio metálico y se tendrán que cortar algunas secciones con un sistema de oxitall, una mezcla de dos gases que permitirá diseccionar las piezas", detalla el arquitecto. López no prevé que sea muy complicado hacerlo porque el monumento tiene un exterior de hierro pero por dentro está prácticamente vacío, tan solo tiene una estructura metálica que le sirve de esqueleto. El arquitecto calcula que el monumento se tendrá que dividir en 16 piezas y que todo el proceso durará unos 20 días.

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Un largo y controvertido proceso

El Parlament aprobó una moción para retirar el monumento franquista el 10 de marzo del 2016 sin ningún tipo de consulta ni dilación. Pero aquella moción cayó en un saco roto. El 28 de mayo de aquel año la conservación del monumento se sometió a un referéndum, y ganó la opción de mantener el monumento. Eso sí, reinterpretándolo, cosa que nunca se hizo. "Trabajamos con la voluntad de cumplir con el calendario previsto e impulsar la reinterpretación del monumento dentro de este mandato", aseguraba el marzo del 2017 el alcalde convergente de entonces, Ferran Bel.

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Mucho antes había habido otros intentos de retirar este símbolo franquista que fue cambiante, pero no mucho, a lo largo de los más de 40 años de democracia. El 1980 el Ayuntamiento de Tortosa sacó el Víctor (anagrama personal de Franco) y las letras donde se leía: “Al Caudillo de la Cruzada y de los 25 años de paz”. En 2008 se retiraron las placas que conmemoraban la inauguración. En 2010 el PP y CiU se aliaron para salvar la pirámide franquista y tumbaron una moción de ICV que planteaba una consulta sobre su retirada.

Ha habido también una lucha legal para retirar el monumento: el 30 de mayo del 2016 el abogado madrileño Eduardo Ranz, especialista en memoria histórica, presentó una demanda en los juzgados en que pedía la retirada del monumento y la elaboración de un catálogo de vestigios franquistas. Pero el juzgado desestimó la petición al constatar que el monolito no pertenece al Ayuntamiento de Tortosa. Y este ha sido el otro argumento para no mover hasta ahora el monumento: no estaba claro quién era el propietario. Costó 4 millones de pesetas, que pagaron el obispado de Tortosa, la Diputación de Tarragona y la dictadura franquista.