El Gran Madrid: el plan de Franco para superar a Barcelona
Hace setenta años la capital española se anexionó 13 municipios y multiplicó casi por 10 su superficie
MadridPasear por el barrio de Puente de Vallecas con Pepe Molina (Madrid, 1946) es toda una experiencia. Como dirigente vecinal histórico y presidente de la entidad Vallecas Todo Cultura, es una de las personas que más sabe de este antiguo municipio que fue anexionado a la capital en 1950. "Cuando llegué, en 1968, aquí solo había barro en las calles y las casas no tenían luz", explica. Él había nacido en la capital, pero se fue a vivir a lo que entonces era el extrarradio para encontrar una vivienda asequible. Y se quedó. Entonces solo hacía 18 años que Vallecas había sido incorporado al municipio de Madrid, en un proceso de ensanchamiento que duró entre 1947 y 1953, hace ahora 70 años, y que incluyó 12 antiguos pueblos más: Chamartín de la Rosa, Carabanchel Bajo, Carabanchel Alto, Canillas, Canillejas, Hortaleza, Aravaca, Barajas, El Pardo, Vicálvaro, Fuencarral y Villaverde. El término municipal de Madrid pasó de tener 66 kilómetros cuadrados a 606, casi 10 veces más.
"Madrid ganó no tanto población, que también, como capacidad de crecimiento", explica el urbanista y arquitecto Álvaro Ardura. "Había una voluntad clara de Franco para que Madrid superara a Barcelona", concluye. En efecto, a lo largo de los años 30 la capital catalana llegó a superar a Madrid en población, y esto era algo que el nuevo régimen quería evitar costara lo que costara. La solución era dar un salto exponencial. Y así se hizo. Barcelona había hecho lo mismo a finales del siglo XIX, pero a una escala inferior, tal como explica la doctora en arquitectura y profesora del departamento de Urbanismo y Ordenación del territorio de la UPC Inés Aquilué: "Eso fue un punto de inflexión porque, al hacerlo más tarde, la escala cambia. Esto provoca que el término municipal sea mucho más grande, porque la relación espacial que se puede establecer entre Carabanchel y Vallecas con el centro de Madrid no tiene nada que ver con la que hay entre Gràcia y Sants con el centro de Barcelona. Yo puedo ir andando desde Sants y en 20 minutos llego al límite de la antigua Barcelona. Esto en Madrid no pasa, tardas una hora o una hora y media. De la Villa de Vallecas hasta tocar el Retiro tardas mucho más".
El régimen franquista no tuvo ningún problema a la hora de publicitar que se estaba construyendo un "Gran Madrid". En el último bando del alcalde de Carabanchel Bajo, Rufino Goñi, en el que se despide de sus vecinos, proclama: "¡Viva Carabanchel Bajo en el Gran Madrid! ¡Viva Franco, que lo forja para engrandecimiento de España!"
Madrid ganó en total 330.000 habitantes, y llegó a 1.850.000 gracias a un plan diseñado y ejecutado por el arquitecto Pedro Bigador y que recoge muchas ideas que ya estaban incluidas en el de Zuazo y Jansen del 1929. Pero la población creció de manera exponencial en los años siguientes, que son los de la gran inmigración del campo hacia la ciudad. Y muchos van a parar a los terrenos de los antiguos pueblos, como por ejemplo Puente de Vallecas. "Aquí ya había población desde el 1900, y de hecho estaban más cerca de Madrid que de la propia Villa de Vallecas, el núcleo histórico donde se mantenía y todavía se mantiene la identidad vallecana", explica Molina.
En la Guía de Urbanismo y Diseño Urbano (Madrid, 1900-2010), de la que Álvaro Ardura es coautor, se explica este crecimiento poblacional que supuso la anexión y la inmigración posterior: "En la década de los 50 la ciudad crece en 624.000 habitantes, hasta llegar a los 2,2 millones. Este fuerte crecimiento fue debido en buena parte al desarrollo industrial inducido desde el Estado como medida política que sirviera de contrapeso a la vitalidad económica tradicional de Catalunya y el País Vasco: así, con la ayuda del Instituto Nacional de Industria y los beneficios fiscales acordados, Madrid se convirtió en uno de los puntos clave de la localización de la industria".
Sacar a los obreros del centro
La anexión también sirvió para uno de los objetivos del régimen: sacar a los obreros del centro de Madrid. La clase trabajadora tenía que ir a vivir en lo que se llamaba "poblados satélites", mientras que la burguesía se reservaba espacios como el barrio de Salamanca, del que Franco dio órdenes para que no fuera bombardeado durante la guerra, o el Ensanche de Castro. "La gran diferencia entre Madrid y Barcelona es que esta última ha tenido un crecimiento contenido a la fuerza. El modelo Barcelona es el de una ciudad densa y compacta, en parte porque ya no la dejaron crecer más anexionando l'Hospitalet, por ejemplo, como en algún momento se planteó", explica Ardura, que es profesor de urbanística en la Universidad Politécnica de Madrid. Lo cierto es que desde ese momento ya no hubo discusión. Actualmente, Madrid tiene el doble de habitantes que Barcelona (3,2 millones) y casi seis veces más superficie.
"¿Sabes que Vallecas se escribía con b antes del 1800?", me pregunta divertido Pepe Molina. "En el siglo XVIII aquí se establecieron unos panaderos franceses que abastecían a la Corte. Más tarde se abrieron minas de sepiolita y de pedernal, un material que sirvió para asfaltar las calles de Madrid. El barrio de Salamanca lo construyó gente de aquí", añade orgulloso. Vallecas es uno de los pocos lugares donde se respira esta identidad diferencial, construida también sobre la conciencia obrera y de izquierdas de muchos de sus habitantes. "Somos una aldea gala", dice riendo Pepe Molina mientras me enseña, apasionado, algunos de los edificios del siglo XIX que todavía no han sido tragados por este gran Madrid que nos rodea.