Una historia de amor surgida en el patio de una cárcel franquista
Se publican las cartas que un prisionero escribió a una vecina que vivía delante y con quien se casó
BarcelonaEn 1940 los prisioneros políticos y los delincuentes comunes se amontonaban en la prisión de Manresa, un antiguo convento cerca de las casas de la calle Sant Bartomeu. Ahí surgió la historia de amor entre Vicent Prades, un santfruitosenc de 22 años pendiente de juicio por haber combatido en el bando republicano, y Lola Batlle, una vecina de 18 años que vivía delante de la cárcel. Se escribieron cartas apasionadas durante dos años y, cuando él salió, se casaron. Después él volvió a la prisión y las cartas continuaron.
Esta historia habría podido morir sin dejar ningún rastro si no hubiera sido porque las más de 200 cartas que Prades escribió entre 1940 y 1943 fueron rescatadas por Domènec Guimerà. Las compró en el mercado ambulante de Celrà en febrero de 2015 y se enamoró tanto de las palabras y de los personajes que dedicó los últimos años de su vida a transcribirlas y a contextualizarlas. Ahora algunos de sus fragmentos están al alcance de todo el mundo en la web de laAssociació Memòria i Història de Manresa. De Lola no se ha conservado ninguna.
La cárcel franquista, hoy convertida en el Casal de las Escodines, era muy precaria, no tenía ni muros altos ni suficiente personal, y todos pasaban mucha hambre. Algunos prisioneros murieron por las pésimas condiciones en las que tenían que vivir. Algunas vecinas iban a limpiar la ropa de los presos y ellos salían a hacer trabajos de mantenimiento. En algún momento, Lola y Vicenç debían de intercambiar algunas miradas y ella le hizo llegar un bloque para que le escribiera. "Desde la ventana quizás lo veía en el patio. Mi abuelo era muy guapo, y ella se debía de enamorar", dice Cristina Prades. Las primeras cartas eran bastante formales, pero a medida que pasó el tiempo se hicieron más apasionadas. Primero Vicenç se dirigía a Lola como "Apreciada amiga" y después ya lo hizo en un tono más íntimo y le llamaba "adorada Lolita".
De la guerra al campo de concentración y a la cárcel
"Antes de llegar a Manresa, Vicenç había estado en el campo de concentración de Cervera y en la prisión de la Modelo. Era un hombre abatido. Encontrar el amor debía de ser como encontrar la luz, una ventana de esperanza", dice Joaquim Aloy, presidente de la Associació Memòria i Història de Manresa y creador de Memoria.cat. El martes 1 de abril de 1941, Vicenç escribió: "¿No te has fijado esta mañana en mis ojos?¿Qué has notado? Yo espero impaciente que llegue mañana para verte, cuando te tengo delante ni siquiera me doy cuenta de que estoy preso, no puedes imaginarte cómo de contento y feliz estoy solo de verte, me olvido de todo lo que me atormenta y me digo a mí mismo: «¿Que más quieres? Eres amado y querido como nunca»".
El hambre y las pieles de plátano
Quienes tenían la suerte de tener a la familia cerca podían disfrutar de alguna ración de comida que complementaba la paupérrima dieta carcelaria y la compartían con los compañeros para que no murieran de inanición. "Muchos recogen las pieles de plátano y se las comen como los cerdos. ¿No es triste todo lo que está pasando? Seguramente los que recogen las pieles han trabajado toda la vida y ahora son mayores y no tienen nada", decía Vicenç en una carta. Había también pequeños momentos de alegría compartida, como cuando los presos podían ver a sus hijos. Vicenç se emocionaba mucho con estos encuentros: "Lolita, te juro que nunca había llorado tanto, no solo yo sino la mayoría de quienes contemplábamos este cuadro tan triste", escribió. Muchas de las cartas se las pasaban escondidas en los cestos de comida, y Vicenç intentaba trabar amistad con los soldados que salían y entraban para que le ayudaran a transmitir la correspondencia. Algunas tienen los dibujos que hacía Pere Alsina, un artista gráfico que hizo amistad con Vicenç, con quien compartía la cárcel, y que también tenía una relación con otra vecina. Algunas noches, Vicenç, que tocaba la trompeta en la prisión, le dedicaba a Lola El silenci florejat.
Lola ponía deberes
"No debía de ser muy infrecuente que surgieran relaciones como esta, porque en las cartas se mencionan otras parejas", explica Fina Oliveras, historiadora de la Associació Memòria i Història de Manresa. "Lola era muy joven, pero debía de ser muy decidida y tenía muy claro lo que quería", dice Oliveras. Se debía de preocupar por la formación de su enamorado, porque le ponía deberes para que mejorara su ortografía. "Los abuelos nos hicieron prácticamente de padres y los últimos años los pasaron con nosotros. Se querían mucho, siempre estuvieron muy unidos y la abuela todo lo que tenía de pequeña [físicamente era menuda] lo tenía de decidida, ella era la que tiraba del carro –explica la nieta, Cristina–. Nos enseñaron mucho, sobre todo a querer y a respetar. Y si yo pude estudiar fue gracias a ellos".