Humorista, estrena 'Per fi, sol!' en el Teatre Borràs, dirigido por José Corbacho

Carles Sans: "A la hora de hacer una broma ahora mucha gente se lo tiene que repensar"

BarcelonaCarles Sans (Badalona, 1955) empieza una aventura en solitario tras 40 años formando parte de El Tricicle. El humorista aglutina las anécdotas más divertidas de la compañía en Per fi, sol!, un monólogo que le hará hablar por primera vez en los escenarios y que se estrena el 17 de noviembre en el Teatre Borràs. José Corbacho le ha dirigido.

¿Qué os lleva a hacer este espectáculo?

Carles Sans: Cuando decidimos que El Tricicle se acababa definitivamente, me planteé si quedarme en casa o hacer algo. Todavía me queda mucha tela y el mundo del teatro me gusta mucho. Tenía claro que no tenía que hacer lo mismo que ha hecho El Tricicle pero yo solo. Decidí hacer totalmente lo contrario, es decir, hablar. Es una espina que tengo clavada desde mis comienzos en el Institut del Teatre. Tengo muchas anécdotas vividas a lo largo de estos 40 años que son inverosímiles, divertidas. Cuando las he explicado alguna vez en privado, la gente se ha descojonado. Me lo planteé como un espectáculo y vi que podría ser un contenido interesante. Y busqué a alguien que desde fuera me diera su mirada.

¿Habíais trabajado alguna vez juntos?

José Corbacho: De este modo no. Nos habíamos coincidido, porque muchos de los años que Carles estuvo en El Tricicle yo había estado en La Cubana. Eran dos compañías que corrían por todas partes, nos íbamos encontrando. Vino un día a ver mi monólogo y me dijo que estaba pensando de hacer uno. Pensé: "Carles Sans de El Tricicle, 40 años sin hablar, ¿quiere hacer un monólogo?" Quedamos en una sala muy pequeña, me lo empezó a explicar y me pareció mucho chulo. Primero porque es una persona que explica muy bien sus historias, te atrapa. Después porque el material es muy bueno.

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C.S.: Tenía la intuición que lo que tenía era divertido, pero no sabía si arriba de un escenario funcionaría. Aquí era donde yo necesitaba esta impresión desde fuera. Ha salido un espectáculo que va de menos a más, pero la gente ríe de principio a final, sale muy entusiasmada.

¿Tenéis el mismo tipo de humor?

C.S.: No. José tiene un humor más canalla. El humor de El Tricicle siempre ha sido un humor más blanco, más familiar. Aún así, en mi monólogo hay momentos que no son tanto para niños. Cada uno hace el humor que como espectador le hace más gracia y que como actor se siente más cómodo haciendo.

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J.C.: Después hay muchos puntos en común. El contenido puede variar, pero en otros temas, como el ritmo o cómo armar un monólogo, coincidimos plenamente. Al final lo que queremos los dos es que el público ría. El espectáculo tiene algunas cosas más blancas, más tricicleras, y otras que son más Carles Sans. Para el público puede ser muy bonito, porque es una persona que forma parte de su mentalidad de espectador, que le han visto por la tele o en el teatro y ahora descubren a un Carles Sans diferente. Esto es muy bonito, porque cuando lo ves desde fuera te das cuenta que este oficio es una transformación constante. Alguien que creías que sabías qué hará, pues no, ahora trabaja en otra clave totalmente diferente.

¿Qué encontrarán los fans de El Tricicle?

C.S.: Descubrirán los comienzos, qué pasó, cómo nos conocimos. Podría no tener ninguna gracia, si no fuera porque todo está mezclado con anécdotas insólitas. Son todas reales. Esto todavía hace más gracia. A la gente lo que más le divierte de las personas es la anécdota. Pero si viene alguien que no ha visto nunca El Tricicle se reirá igualmente. Las situaciones por sí mismas hacen mucha gracia.

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¿Qué dicen los otros dos miembros de El Tricicle, Paco Mir y Joan Gràcia?

C.S.: Ha ido de una manera muy natural, como siempre. Les expliqué que quería hacer un monólogo, que se llamaría Per fi, sol!, les enseñé el póster con sus siluetas, que simbolizan que no están pero están presentes. Soy parte de El Tricicle, hecho de la marca. A todo les pareció muy bien. Hoy en día todavía no lo han visto. Uno de ellos vive en Sevilla, ha venido la pandemia por el medio, Joan está dirigiendo un cabaret internacional que se menea por todo el mundo, no ha habido ocasión. Espero que el día del estreno vengan y rían con todo el mundo.

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¿El Tricicle ya se ha terminado definitivamente?

C.S.: Nos quedaban dos semanas de funciones para despedirnos. Han quedado en el limbo, no se han hecho. Estaría bien hacer un chimpún, pero ahora no es fácil, tenemos que encontrar el momento.

¿Qué opináis de la última polémica relacionada con el humor, el conflicto entre Tv3 y Bricoheroes?

—  C.S.: No me pondré concretamente en este hecho, porque creo que a mí no me toca. Pero vivimos en un momento en que los que hacemos humor nos tenemos que censurar nosotros mismos porque podemos llegar a tener sustos, disgustos y reprobaciones de una sociedad que hoy en día se ha transformado en castradora o incluso en censora. Antes la censura se la reservaba el estado, ahora ha pasado a la sociedad civil, representada por colectivos bastante poderosos como para que puedan causar un prejuicio muy grande. A la hora de hacer una broma, ahora mucha gente se lo tiene que repensar. Es doloroso y triste. Tenemos más libertades, podemos decir muchas cosas que antes no se podían decir, pero en cambio en ciertos terrenos ahora podemos decir menos. Pepe Rubianes, que decía todo lo que quería, ahora quizás se pasaría el día en los juzgados. Hemos entregado la valoración moral o políticamente correcta a la sociedad civil, y esto es descontrolado.

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J.C.: No nos tenemos que autocensurar, esto es básico para un cómico o para un humorista. Tú tienes que ir a la tuya, prefiero pedir perdón que pedir permiso. Quiero pensar que el gran Pepe Rubianes continuaría haciendo lo que hacía, porque el problema no es de él sino del que pone una denuncia. Dicho esto, tampoco estoy nada de acuerdo con lo que han hecho Peyu y Jair. Tienes que saber dónde trabajas. No tiene nada que ver con el humor. Todos hemos trabajado en la tele, pública o privada, y a todos nos han dicho "este gag no lo pondremos", "este guion no lo escribas". Lo que no he hecho después ha sido publicarlo y decir que me han censurado. Por eso defiendo mucho el teatro como reducto de libertad, porque probablemente Jair y Peyu no tendrían ninguno con su espectáculo. Pero si trabajas en una tele pública también estás trabajando bajo unas normas. 

¿Os sentís menos libres ahora que hace unos años?

J.C.: La sociedad va como va y cambia. He hecho cosas durante 35 años que quizás ahora no haría, pero porque he cambiado, veo la vida de otro modo. Antes había monologuistas que tenían que llevar su guion a un hombre con un rotulador que iba tachando cosas. Qué es peor, ¿las críticas de Twitter o un hombre que tacha las cosas y si las dices te detienen y te ponen en prisión? Las redes sociales se tienen que relativizar mucho. Se hace una política a golpe de tuit, todo el mundo está pendiente de lo que dirán, pero Twitter no es la vida real. 

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C.S.: De todas formas no creo que haya ningún problema con Per fi, sol! En general no es un espectáculo que tenga este perfil.

¿Cuesta despedirse de los escenarios?

C.S.: Este trabajo tiene cosas muy ingratas. Hacer teatro quiere decir desplazarte a una ciudad, estar en un hotel esperando a que llegue la hora de la función, cuando acaba no te vas a casa, te vuelves al hotel porque al día siguiente vuelves a actuar. Todo esto es la parte que ya no hace tanta gracia. En cambio, la hora y media en escena, de ver el público como entra, actuar y la adrenalina, esto es fantástico.