Cárceles

Infiltrado en la cárcel de Sing Sing: "Vi mucha más violencia que la que me imaginaba"

Ted Conover se infiltró en la cárcel de Sing Sing para escribir sobre el sistema carcelario estadounidense

BarcelonaLa cárcel de Sing Sing está a menos de cincuenta kilómetros de la ciudad de Nueva York y tiene una larga historia. La construyeron en 1826 y arrastra mala fama por caótica y violenta. los profesionales que trabajan en ella. El estadounidense Ted Conover (Okinawa, 1958), colaborador de New York Times Magazine, The Atlantic y New Yorker, lo pidió muchas veces sin éxito. Finalmente, decidió infiltrarse. Realizó un curso de siete semanas y entró a trabajar como guardia de seguridad. Nunca desveló que era periodista.

"Me interesaba investigarlo porque había aumentado muchísimo el número de internos, que eran sobre todo hombres negros y jóvenes", explica en una entrevista telemática desde Nueva York. "No me parecía bien que no me lo dejaran investigar con la excusa de que era un tema de seguridad, porque es una cárcel y no debería haber tanto secretismo. Creí que la mejor manera de entender cómo funcionaba era infiltrarme", añade. Esto fue en 2000 y ahora se puede leer en catalán el libro que habla de su experiencia: El guàrdia de Sing Sing (Saldonar; con traducción de Octavi Gil Pujol). "Al final trabajar en prisión fue más aburrido de lo que pensaba y también vi mucha más violencia que la que imaginaba", dice.

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Si las condiciones eran bastante pésimas cuando él lo investigó, ahora se teme que empeorarán. "Es una cárcel que depende del estado de Nueva York, no es nacional, pero la presidencia de Trump tendrá influencia porque afrontaremos una gran crisis en el ámbito de prisiones. Quiere deportar a los inmigrantes indocumentados, y hay millones de ellos. Mientras no los deporta, es capaz de meterlos en las cárceles. Ahora mismo, en cada celda hay dos personas, pero no creo que él tenga ningún problema en meter cuatro o cinco", asegura Conover.

La estructura de la cárcel de Sing Sing es paramilitar, según Conover, y tiene una jerarquía muy clara. En la academia en la que se forman los guardias, enseñan un montón de normas, pero no son muy útiles. "No te enseñan cómo hablar con los internos, y el trabajo va de eso, básicamente. Hablas todo el día y lo que tienes que decidir es hasta dónde les dejas llegar", explica. Para el autor, no tiene mucho sentido que en la formación no se incluya a los internos. "Detrás está la idea de que nosotros somos más importantes que los internos", dice. La interacción podía ser bastante angustiosa. Para Conover, el trabajo de guardia es más fácil si físicamente se es corpulento, y él no lo es demasiado. "Todo tiene que ver con la fuerza. Si teme, tu trabajo es más fácil. Si eres una mujer o eres más bien pequeño, resulta mucho más angustioso y más peligroso". Conover cree que si los respetas, sin embargo, ellos te respetarán. "Al final lo que quieren es ser tratados con dignidad. Oficialmente, como guardia, tienes el poder porque las normas están a tu lado, pero en realidad los internos también pueden llegar a tener mucho poder", asegura.

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Los sobornos no son infrecuentes

Mientras estuvo en Sing Sing, el periodista vio cómo los internos intentaban ganar poder amenazando cuando sabían que los guardianes habían hecho algo mal. Lo peor que se puede hacer es dejarse sobornar, algo que no es infrecuente. "Puede tener muy malas consecuencias llevarles drogas o iniciar algún tipo de relación sentimental. No pasa cada día, pero no es infrecuente. Mientras yo estaba ahí dentro, vi cómo arrestaban a más de un guardia", recuerda.

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Simular que eres otro tiene sus consecuencias. "Tienes que cambiar tu manera de tratar a los demás. Como periodista debía morderme la lengua y no hacer todas las preguntas que quería hacer. Y tenía miedo, pero todo el día tenía que hacer ver que no tenía. Meses después de haber dejado el trabajo, tenía muchas pesadillas relacionadas con las cárceles". Una de las cosas que más impactó el autor una vez que salió el libro en Estados Unidos, es la cantidad de cartas que recibió de profesores de Secundaria. "Me escribieron diciendo que yo describía muy bien una cárcel, pero que también estaba describiendo sus aulas. Es bastante triste", lamenta.

La opinión de Conover sobre las prisiones no mejoró nada después de conocer cómo funcionaban. "Solo sirven para proteger a la sociedad y para que el interno se haga viejo y, por tanto, tenga menos fuerza para cometer un crimen", asegura. "A pesar de que la sociedad ha avanzado en muchos aspectos, las prisiones en Estados Unidos son como hace 200 años, y entonces Alexis de Tocqueville ya cuestionó el sistema penitenciario. Además, ahí dentro del racismo se amplifica", añade.