5 consejos para que escribas definitivamente tu primer libro

Encaramos las últimas semanas del año, y con el inicio de 2026 empezarán los nuevos propósitos. Quizás, en algún listado de deseos, hay un punto que dice así: "Escribir el libro de una vez por todas". Hace unos días, en la Feria del Libro de Guadalajara, moderé una mesa de escritoras catalanas que han publicado su primera novela. Las participantes eran Maria Canelles (Contra la nostalgia, Ángulo Editorial), Montse Albets (Sólo tierra, sólo lluvia, sólo barro, Ediciones del Periscopio) y Regina Rodríguez (Las bragas al sol, La Campana). De todo lo que dijeron, que desgraciadamente no está grabado, recuerdo unas cuantas ideas que seguro pueden ser útiles a aquellas personas que este Año Nuevo se planteen ponerse de verdad, ahora sí que sí, con la maldita novela.

(1) Descubre si eres jardinero o arquitecto

Un día, alguien dijo a Regina Rodríguez que era importante averiguar si ella era más de estructuras fijas o de ideas que brotan. Son dos formas de afrontar una novela: puedes ser arquitecto (tener los capítulos pensados ​​y la trama planeada hasta el último detalle), o puedes ser jardinero (ir tirando y, como cantaba Lluís Llach, que nazcan flores en cada instante). No hay ningún método infalible: si has intentado hacer un esquema y te has quedado atascado, tírate a la aventura y después, si es necesario, ya podarás; y si te has adentrado directamente en el bosque y te has perdido entre la hoja, detén un momento y piensa qué historia quieres escribir. Sea como fuere, una novela requiere paciencia e insistencia. "Hay que ir adelante, sin perder el paso, ¡hay que regar la tierra con el sudor del duro trabajo!" Disculpen, era inevitable continuar con el paralelismo.

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(2) La familia no es una excusa (el trabajo, quizás sí)

Un momento bonito de la conversación fue cuando Maria Canelles, Montse Albets y Regina Rodríguez hablaron de cómo se organizaban para tener tiempo para escribir. Yo les pregunté si siendo madres, les era aún más difícil encontrar el espacio y el tiempo adecuados para empezar a trenzar frases. Me gustó mucho la respuesta que me dieron las tres: el problema nunca eran los hijos, sino los trabajos. Ellas podían reservarse unas horas a la semana para aislarse y escribir, despertar más temprano o delegar tareas a sus maridos; pero lo que no podían hacer era tener la cabeza clara después de estar constantemente solicitadas en sus entornos de trabajo o de afrontar horas extra de papeleo. Los trabajos que no respetan los horarios de entrada y salida, la falta de desconexión laboral, y otras muchas casuísticas, complican la escritura más que tener descendencia en el cargo. Albets dijo que ella tiene la capacidad de sentarse en la mesa del comedor, ponerse música en los auriculares y olvidarse de lo que ocurre a su alrededor, algo que, aunque la familia no sea una excusa, creo que tiene bastante mérito.

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(3) Que tu idea sobre qué es la buena literatura no pese demasiado

A veces, tener muy claro que hay gente que ha escrito libros buenísimos (y frases magistrales, y palabras precisas), sirve de inspiración pero también bloquea. Esto es lo que le pasó a Maria Canelles, que empezó a estudiar Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la UAB y procedió a no escribir nada durante varios años. Tener tantos referentes, y tan grandes, hizo que tuviera que superar varios miedos antes de empezar la novela. "Si existe Rayuela, ¿por qué tengo que escribir un libro, yo?", se preguntaba. La idea del libro como objeto también le suponía una cierta presión: imaginarlo publicado, físico, definitivo y con entidad propia, lo abrumaba. no podía formar parte", explicaba a la FIL. En su caso, Las bragas al sol es una obra cercana, ligera, divertida… Y todo un fenómeno editorial.

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(4) No desprecies los cursos de escritura

Es una constante entre autores: algunos dicen que el talento es innato y que una buena pluma no necesita ir a cursos de escritura, y otros son escritores, precisamente, porque se apuntaron a un curso y vieron claro que esa era su pasión. O ya lo sabían, y el curso les sirvió para trabajar otras cosas, como perder la vergüenza o poner a prueba los textos. Es el caso de Maria Canelles, Regina Rodríguez y Montse Albets. Las tres tenían una relación diferente con la literatura, y las tres han realizado cursos de escritura alguna vez en su vida. Albets, por ejemplo, es librera, correctora y asesora editorial, y, por tanto, llevaba años inmersa en el mundo de las palabras, pero los cursos le sirvieron para tener la obligación de ir cumpliendo con las entregas y, por otra parte, para acostumbrarse a compartir lo que escribía con otras personas, en un ambiente amable pero también crítico. Así pues, los cursos las influenciaron en direcciones diferentes, pero les encuentran útiles y animan a todo el mundo a apuntarse.

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(5) Lee, lee, lee

De pequeñas, Maria y Montse eran lectoras ávidas, mientras que Regina recuerda con aburrimiento los libros obligatorios de la escuela. Sin embargo, las tres destacan que leer es muy importante a la hora de escribir. De hecho, Albets cree que "la lectura es la mejor escuela de escritura." Es la otra cara de moneda del punto número tres (el del bloqueo por sobredosis de lecturas buenas): idolatrar a grandes escritores te puede paralizar, sí, pero en realidad te aportará mucho más que te quedará. Otro tema de debate entre el mundo de los escritores es si leer a otros autores mientras estás escribiendo tu novela es contraproducente o no. Algunos dicen que les interfiere en la escritura y que, por tanto, prefieren aislarse unos meses. En cambio, Maria Canelles cree todo lo contrario: "Precisamente, yo leo para interferirme y que mi escritura crezca".