Literatura

"Quizás acabaremos siendo como Sicilia, pero con muertos"

La nueva novela de Xavier Aliaga, 'Esto no es un western', parte del asesinato salvaje de una joven en la Comunidad Valenciana

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El escritor y periodista Xavier Aliaga

BarcelonaFeliu Oyono es uno de los investigadores más singulares de la literatura catalana contemporánea. El escritor y periodista Xavier Aliaga (Madrid, 1970) le dio a conocer en Los neones de Sodoma (Tres y Cuatro, 2008), en la que investigaba la desaparición de la imagen de un santo en un pequeño pueblo valenciano. Desde entonces el personaje se ha ido haciendo más complejo en otras tres entregas, la última de las cuales es el thriller magnético y deslumbrante Esto no es un western (crims.cat, 2024). "Los neones de Sodoma quería ser una parodia de las novelas esotéricas al estilo de Dan Brown –recuerda Aliaga–. Me había tenido que tragar alguna por trabajo y me parecía un tipo de literatura bastante ridículo. Cuando la escribí no pretendía que el mundo de la novela negra me acogiera con tan buenos ojos”.

Los neones de Sodoma era la segunda novela de Aliaga. Cuando publicó Dos metros cuadrados de sangre joven (crims.cat, 2014) ya era un autor con mucha más trayectoria, y supo combinar el humor desgarrado con la intriga y el análisis social. "Entre un libro y el otro de Oyono hubo un relato largo, Sólo quería que lo supieras [incluido en Nuevos sospechosos del género negro en los Països Catalans, 2012], en el que ya hice el cambio de registro: quería ganar densidad y profundidad, y la mirada crítica a la sociedad era inevitable". Esto no es un western confirma este camino desde la primera página. Oyono, valenciano con raíces guineanas, es ahora un inspector de policía que se acerca a los sesenta, cínico y separado. El hombre, leemos, "yace doblado como los restos de un perro atropellado, con manos y pies atados y las piernas recogidas en un ángulo inverosímil, hacinado con su compañera, la subinspectora Marga Pitarch, todavía inconsciente". La novela retrocede para que el lector pueda ir conociendo, a un ritmo picado y con diálogos "inspirados en Aaron Sorkin, Ferran Torrent y Raymond Chandler", todo lo ocurrido antes de que la pareja de protagonistas lleguen a esta situación límite.

"Ambiento Esto no es un western en la Marina Alta y la Baixa, dos comarcas dignas de estudio sociológico, donde los recursos que da el turismo son brutales, pero al mismo tiempo tienen la renta per cápita más baja de la Comunidad Valenciana", explica el autor, que recomienda, para profundizar en el tema, la novela Verano, de Josep Vicent Miralles (Drassana, 2023). Tras las relaciones fracasadas con Amalia y Mapi, Feliu Oyono, en otro tiempo un hombre apuesto y seductor, es ahora "consciente de su decadencia y fragilidad". La tensión que existe entre Marga y él "ya no es sexual: son más bien como un padre y una hija".

El caso que empiezan a investigar es el asesinato salvaje de la hija de un empresario ruso arraigado en la Marina. Las mafias, el espionaje, los negocios turbios y la guerra de Ucrania son el trasfondo de la historia. "Uno de los temas que quería abordar en esta novela es la violencia irracional –afirma–. De vez en cuando leemos la noticia de la aparición de un joven muerto. No estamos acostumbrados a esto, no somos El Salvador o la frontera de México. Quizás acabaremos siendo como Sicilia, pero con muertos", dice, modificando ligeramente el título de una novela de Guillem Frontera, Sicilia sin muertes, en este caso ambientada en Mallorca.

Aliaga dedica el libro "a las mujeres asesinadas, vejadas y maltratadas por ser mujeres, ahora más que nunca". "Tengo la violencia contra las mujeres pegada al subconsciente –asegura–. A medida que mi hija crece, más me preocupa". La muerte de una joven –en este caso a causa de un accidente de tráfico– ya era el punto de partida de la novela anterior del autor valenciano, Ya estamos muertos, amor (Ángulo, 2021). "Esa novela me dejó muy tocado emocionalmente, y cuando volví a Feliu Oyono fue con ganas de hacer algo más sencillo", admite. Aún así, como las buenas novelas negras –y en la línea de la excelente cosecha valenciana en este género, de Ferran Torrent a Juli Alandes, pasando por Silvestre Vilaplana–, Esto no es un western termina siendo un contundente ejercicio de crítica social.

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