La catástrofe del fascismo vista por su creador
En 'La hora del destino', Antonio Scurati narra la catástrofe absoluta en la que acabó el mortífero experimento social de Mussolini
'La hora del destino'
- Antonio Scurati
- Alfaguara
- Trad.
- 704 páginas / 25,90 euros
Desde que, en 2018, Antonio Scurati publicó en Italia el primer volumen sobre el ascenso y caída de Mussolini, El hijo del siglo (Alfaguara, 2020), millones de lectores europeos y del resto del mundo han esperado con deseo la aparición del siguiente. No sólo para volver a un período crucial de la historia, sino también para entender el momento político actual. Por eso, junto a la pura fruición literaria, es imposible no leer este gran fresco de la primera mitad del siglo XX con un nudo en la barriga. Porque sólo hace falta leer o escuchar las noticias en cualquier formato para ver multitud de paralelismos y sentirse del todo alarmado.
Sobre todo porque una vez Scurati ya nos ha explicado la génesis del fascismo y el uso político que hacía de la violencia para alcanzar el poder, lo que llega a éste La hora del destino (Alfaguara, 2025) es la catástrofe absoluta en la que acabó ese mortífero experimento social. A sus páginas asistimos atónitos al macabro espectáculo de dos personajes, el propio Mussolini y Adolf Hitler, conduciendo sus propios pueblos, y otros muchos, pero eso no les importa, al matadero. Porque éste es el final de la historia del fascismo: la destrucción física y moral de los mismos pueblos que, en un grado u otro, les apoyaron.
El delirio mussoliniano de volver a Italia a los tiempos del Imperio Romano y de convertir a los italianos en una raza de guerreros choca con una realidad que, a veces, adopta un carácter cómico. Mussolini entra en la guerra junto a Hitler con la esperanza de repartirse el botín y envía a sus soldados al frente sin armas ni preparación adecuadas, con una visión de oportunismo político y obviando los aspectos puramente militares. Las derrotas son espectaculares, pero él no asume ninguna responsabilidad. Leído con ojos italianos, y viendo su desprecio por las vidas humanas, el libro debería comportar un consenso antifascista absoluto. Pero hoy en Italia gobierna una admiradora del fascismo. ¿Es posible que no hayamos aprendido la lección?
Las reuniones Mussolini-Hitler
Dicho esto, el ejercicio de inmersión histórica que logra Scurati es excepcional. El lector casi puede oír los pinchazos abdominales que sufría el dictador italiano y puede hacerse una idea bastante exacta de lo que debía ser un encuentro con Hitler. Mussolini odia a los alemanes y considera a Hitler un loco, pero es incapaz de plantarle cara. Su retrato final, el del dictador terminado, al que abandonan incluso los más íntimos, oscila entre el ridículo y la estupefacción, la misma que experimenta un colaborador suyo cuando siente que "el Duce habla de su pueblo como de un rebaño de ovejas asustadas, carne de matadero de la p... desprecio que Hitler y los alemanes suelen reservarnos". Scurati relata la reunión en la que los jerarcas fascistas, para salvarse ellos personalmente, pretenden sacrificar a su líder. "La antigua fascinación por el poder absoluto dura, en definitiva, apenas unos instantes. A estas alturas se ha evaporado, el rey está desnudo, está desnudo y sangra".
El fin del fascismo no es sólo un espectáculo trágico sino también patético. Scurati revela la naturaleza traicionera y cobarde de sus líderes. Exactamente igual que ocurrirá poco después con los nazis.