¿Debemos leer escritores fascistas?
BarcelonaCualquier amigo de la literatura que al leer se fija ante todo en la calidad estética de un libro, de un estilo, de una prosa, tiene problemas de conciencia cuando toma la obra de un escritor de primera categoría, pero que alabó sin disimulo alguno, o tuvo tratos, un régimen despótico como el fascismo italiano. De Annunzio, muy amigo de Mussolini, en Alemania pasa con Martin Heidegger y varios más;
El caso francés es el más doloroso, quizás porque es el más cercano a nosotros geográfica y lingüísticamente, y Francia es una república muy consolidada. Entre ellos, con el añadido de un antisemitismo declarado, cabe mencionar los casos de Robert Brasillach —que fue fusilado después de la guerra—, el de Louis-Ferdinand Céline —autor de unos panfletos brutales contra los judíos que por fin se han podido leer en francés después de que Gallimard no quisiera integrarlos en las Obras completas del autor— o de Pierre Drieu la Rochelle, que antes de ser juzgado y condenado se suicidó en 1945.
Para centrarnos en este caso, puesto que su obra ha sido editada en castellano y en catalán, recordaremos a los lectores algunas de sus manifestaciones que contienen sus libros, de antes y durante la ocupación de Francia por las tropas de Hitler. En el libro Le jeune européen —con escritos de entre 1917 y 1927—, Drieu, que había luchado en la guerra mundial, escribía: "Nunca os he odiado [a los alemanes] Mi alegría ha germinado en tu sangre [...] Sois fuertes [...] Y no he podido odiar en vosotros a la Fuerza, madre de todas las cosas [...] alemanes". Esto se puede digerir de una manera relativa, pero no tanto lo que escribió en plena guerra, en 1944: "Perdimos [los colaboracionistas], fuimos declarados traidores; es justo. Vosotros [la resistencia francesa] seríais los traidores si tu causa hubiera sido la perdedora. Pero Francia no habría dejado de ser Francia [... el enemigo. Aporté al enemigo la inteligencia francesa".
Son declaraciones lo suficientemente elocuentes como para que un lector demócrata piense que nunca leerá a Drieu la Rochelle. También hay personas que carecen de simpatía por Jorge Luis Borges porque aceptó ser condecorado por Pinochet. Al enorme JV Foix le decían "el fascista haz" antes de nuestra guerra. Pero hay que hacer un esfuerzo: nunca excusamos su fascismo, pero aceptamos que, sin embargo, todos los que hemos citado fueron importantes y grandes escritores. El juicio moral es algo; lo estético, otra.