'Déjame ir': crónica de un asesinato
Hoy quiero hablaros de un libro que no he leído. Y no lo he leído antes de escribir este artículo porque lo más importante del artículo no es si el libro es bueno o malo, sino lo que ha pasado con este libro, que tampoco es ninguna novedad, porque hace años que el drama se perpetúa.
Quiero hablaros de un libro de una autora que conozco de paso. Lo digo para que su mente paranoide no vea amiguismo donde no hay.
Os quiero hablar de un libro del que oí hablar por casualidad, al igual que ahora vosotros estás oyendo hablar también por casualidad, que es, diría, la única manera posible de oír hablar de este libro. Decía Kundera que, cuantas más casualidades llevan a un hecho, más trascendente es ese hecho.
Os quiero hablar de un libro que ha ganado un premio, y no un premio cualquiera, un premio dotado con 25.000 euros, lo que le sitúa (si no me he descontado) en el sexto o séptimo lugar de los premios mejor dotados de la narrativa en catalán. En este sentido, es curioso que ni siquiera la mencione la página de la Wikipedia dedicada a los premios literarios catalanes, en la que sí figuran premios de dotación bastante inferior. Quizás esto ya sea una señal de lo que ocurre con estos premios que tiempo allá (¡qué tiempo, señoras, qué tiempo!) incluían el premio de narrativa mejor dotado de la literatura catalana del momento (70.000 euros).
Y, si no he leído este libro, ¿por qué demonios os quiero hablar? Quiero hablaros de ello porque se ha cometido un asesinato. Un asesinato insinuado en las bases del premio y perpetrado con toda la legalidad. El artículo 14 de la convocatoria estipula que "el Consell [de Mallorca] editará las obras ganadoras y hará promoción, a través de la editorial a quien se haya adjudicado este encargo por concurso público" y que "el nombre de las editoriales adjudicatarias se hará público antes del 15 de octubre de 2023", por lo que quienes se presentan aceptan jugar a la ruleta rusa: si ganan, les publicarán el libro, pero no saben quién se lo publicará. Como si esto fuera algo secundario o no tuviera ninguna importancia. Cuando es absolutamente todo lo contrario.
Un libro no se vende ni se lee para que sea bueno. Se vende y se lee porque está en el lugar adecuado en el momento adecuado y hablan las personas adecuadas. Es decir, porque tiene una buena distribución y porque hay un departamento de prensa y comunicación que se ha encargado de que ese título y ese autor aparezca aquí y allá, y te cojan ganas de leerlo. Y sí, si un libro no hace diana en lo que su público natural valora, nada de todo esto funcionará. Pero al revés raramente ocurrirá: es decir, si un libro no tiene una buena distribución, si no se ha editado con amor (en la primera página hay un diálogo mal puntuado; si bien, como no lo he leído, no sé si es una excepción), si no hay nadie de comunicación que se encargue de moverlo, raramente arrancará, porque será difícil de encontrar (si ya cuesta convencer a un lector de leer tu libro, no hace falta poner difícil para encontrarlo) y porque para empezar el lector potencial del libro ni siquiera habrá oído hablar de ello (si no es por casualidad, claro).
El libro del que quiero hablaros es Déjame ir, de Marta Grau, que en diciembre ganó el premio Mallorca de narrativa 2023 y que hace poco se ha publicado en la editorial Galés. ¿La editorial qué? Exacto, he aquí el problema. Galés. Yo tampoco la conozco, así que echo un vistazo a su web, en la que explican que "Galés Edicions tiene en catálogo cuatro colecciones, [sic: así sin los dos puntos] narrativa, poesía, ensayo y teatro", y yo añado: con una media de seis libros en total publicados en cada colección, la mayoría de los cuales premios Mallorca. Es decir, el premio lo ha publicado una editorial que conocen en su casa. Enhorabuena. enterrarlo. Publicando el libro así no tendrá ningún tipo de recorrido. Y es una lástima: tanto dinero para nada. a cómo han ido los últimos años, así que se presentan sabiendo que quizás ganarán 25.000 euros a cambio de matar el libro (en medio de la precariedad del sector literario, esta disyuntiva no siempre es fácil de dilucidar)
Premios ben dotados: por supuesto que sí. Pero después no dejamos el trabajo a medias o todo ello no habrá servido de nada. El Consejo de Mallorca tiene dos opciones. Uno, elegir una editorial una miiica más potente y profesional para asegurar que el libro tenga vida. Dos, liberar la publicación y no incluir la cesión de derechos a las bases (más aún si las bases no establecen quién publicará el premio, con lo que alimentan falsas esperanzas). Es decir, suelte las obras y los autores que premie si no los puede acompañar como merecen. Una cosa es segura: Marta Grau eligió proféticamente el título de su novela ganadora. Déjame ir.