El enésimo artículo sobre la 'influencer' María Pombo
Suscribo lo que escribía hace un par de días Empar Moliner: María Pombo tiene razón, los que leemos no somos mejores que los que no leen
BarcelonaEstimados lectores de esta columna, espero que haya pasado un buen verano. Como en la mayoría de vosotros, supongo, a mí se me ha hecho corto. También he leído menos de lo que pensaba, pero sí he devorado uno de los libros que mencioné en mi último artículo antes de vacaciones: James, de Percival Everett (Ángulo, traducido por Jordi Martín Lloret). Me va muy bien recuperarlo ahora, que algunos amigos me han preguntado si dedicaría este primer artículo a la polémica de la influencer María Pombo por sus declaraciones en torno a la lectura.
No sé si queda gran cosa por decir, y en cualquier caso suscribo lo que escribía hace un par de días Empar Moliner: María Pombo tiene razón, los que leemos no somos mejores que los que no leen. Sin embargo, Moliner enumeraba algunos beneficios (indiscutibles) de la lectura. También citaba una frase de Emili Teixidor, que decía que los lectores son más guapos. Es curioso, porque cuando oí a Pombo, yo pensé en el escritor mallorquín Biel Mezquida, que a menudo se exclama, con su entusiasmo inherente, "Leer hace volver guapos!" Este verano descubrí que era una frase que se había inventado con la escritora y activista social Xesca Ensenyat i Seguí. Más de quince años después de su muerte, la declaraban hija ilustre de Pollença, y Mesquida hizo un discurso en el que recordó varios eslóganes que habían escrito juntos para elEspira Magazine. "Lea: leer hace volver guapos. Lea: lee hace volver felices. Lea: lee hace ligar. Lea: leer adelgaza. Lea: leer hace tener votos. Lea: leer broncea. Lea: leer hace volver inteligentes. Lea: leer civiliza. Lea: lee hace embellecer." Podríamos hacer camisetas.
Vuelvo al libro de Everett. El autor estadounidense, aquí, reescribe Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain, cambiante de narrador: quien cuenta la historia ya no es Huck, un niño blanco, sino Jim, el esclavo negro que escapa antes de que su "propietaria" pueda venderlo en el mercado. Su mirada pone aún más en evidencia el racismo de la época en el sur de Estados Unidos. Una de las cosas que más me han gustado de este libro es lo que Everett hace con el habla de los esclavos. Cuando están delante de los blancos, construyen frases muy simples, con palabras a veces equivocadas. Intentan no parecer especialmente espabilados. Sin embargo, entre ellos se expresan perfectamente, con un lenguaje muy rico. Este conocimiento lo tienen, en parte, porque James se mete a escondidas en la biblioteca de sus dueños, donde lee todo lo que puede en secreto. "Cada vez que me había colado allí me había pedido qué le harían los blancos a un esclavo que había aprendido a leer. ¿Qué le harían a un esclavo que había enseñado a leer a los demás esclavos?" Supongo que no hace falta añadir más. Que María Pombo lea o no, no tiene ninguna importancia. Yo misma tengo un amigo que, cada vez que hablamos de un libro, me dice que se esperará que hagan su película. Cuesta creer, pero la quiero igual que al resto de mis amigos (pero eso quizá sea porque leo, cosa que me ha vuelto más empática. Vete a saber). Bromas aparte, la polémica de la Pombo pasará en un par de días, y quiero creer que no tendrá ninguna trascendencia. Lo que hace falta de verdad es que tengamos bien presentes mensajes sobre el poder de la lectura y el conocimiento como el que lanza Everett de forma tan clara en sólo un par de líneas. "Más Everett y menos Pombo" también haría una buena camiseta.