"Me gusta que los muertos formen parte de mi día a día"
Eva Pitarch reflexiona sobre el luto y las mentiras en la novela 'La mentirosa'
BarcelonaMentir para sobrevivir. Autoengañarse. Mentir para que los demás no se metan en su vida. Mentir como rebelión para seguir viviendo como ella quiere. Sara, la protagonista de La mentirosa (Más Libros), la novela con la que debuta Eva Pitarch, miente constantemente. Su marido cree que va a trabajar, pero se descuida por las calles de Barcelona o se cierra en el piso de la abuela. Sara es incómoda, porque recuerda constantemente a los muertos, entre ellos su hija de seis años. En cambio, los demás se empeñan en que debe dejarlos atrás.
Pitarch llevaba años clara la idea que quería desarrollar en el libro: el desamparo, la sensación de no tener nada o nadie donde agarrarse. "Por eso mi personaje tiene tantas pérdidas. No hay mayor desamparo que perder a una hija", dice. Detrás de la novela hay también una experiencia personal. "Hace muchos años mi hija de seis años se cayó y tuvo un traumatismo craneal. Estuvo un tiempo ingresada. Al mismo tiempo operaron mi padre del corazón y también estuvo ingresado. Mi hija salió adelante, pero mi padre no", explica.
A La mentirosa todo transcurre en tan sólo una semana. Existe el punto de vista de Sara, pero también el de todas las personas que le rodean y con quien tiene relaciones afectivas. La de la hija no es la única tragedia. Está la muerte de la madre y la demencia de la abuela, a la que, en contra del criterio de Eva, cierran en una residencia. "He querido hacer una reivindicación sobre la presencia de los que ya no están y sobre poder hablar de ello, porque siguen formando parte de nosotros", asegura. Lo dice al principio del libro, con una cita de Gianfranco Calligarich: "Pero siempre es así, somos lo que somos no por las personas que hemos conocido sino por las que hemos dejado". Pitarch explica que en otras culturas las vigilias se viven de forma más intensa. "Aquí los enterramos bajo una capa de silencio. Hay personas que se sienten incómodas si hablas de los muertos o si se habla de ella con tristeza o desde la pérdida. Con el tiempo me gusta integrarlos dentro de mi cotidianidad; creo que parte del cuidado es hacerlo", dice.
El derecho a vivir como un vuelo
Pitarch también hace un inciso en la maternidad. "Daniel, el marido de Sara, siempre sabe cómo hacer las cosas, tiene como un libro de instrucciones para cada momento vital. Y Sara le dice que no quiere vivir así. Creo que tenemos derecho a vivir todos los momentos vitales, también la maternidad, cómo queramos y no cómo se espera que hagamos", afirma la autora.
En el libro hay un montón de engaños. "A veces, la mentira es como un escudo. Es una forma de defendernos de las preguntas indiscretas", explica Pitarch. Sara se aferra a los objetos ya todos los recuerdos de su hija, y da vueltas a los días previos a su muerte. No sólo eso. Tiene también un vínculo muy estrecho con su abuela, que vive en una residencia en contra de su voluntad. "Somos una sociedad muy adultocentrista, todo está pensado para los adultos", explica la autora, que critica que a menudo las necesidades de niños y ancianos están bastante desatendidas. "He hecho que todo ocurriera en una gran ciudad porque creo que la desolación y el desamparo son peores que en los pueblos", explica.