Novedad editorial

Lev Grossman: "Merlín fue cómplice de la violación de Uther en Igraine, de donde nació el rey Artur"

El escritor reinventa la leyenda medieval en 'La espada fulgurante', una novela histórica y fantástica

BarcelonaSe ha escrito tanto sobre el rey Artur, que cuando el escritor estadounidense Lev Grossman (Lexington, 1969) quiso aproximarse literariamente a él, decidió que este personaje legendario estaría muerto. "Artur es a la vez rey y un buen hombre, pero su pasado está lleno de terribles atrocidades y deudas sangrientas que deben pagarse. Por muy bueno que sea, tarde o temprano le atrapan y lo destruyen", explica el escritor, conocido sobre todo por la trilogía anterior, Los magos. Con la figura de Artur ausente y el reino desguazado, Grossman dio forma a las más de 800 páginas de La espada fulgurante (Destino), una novela profusa sobre los caballeros de la mesa redonda tras la muerte de su líder. El libro, recién publicado en castellano con traducción de Julio Hermoso, fusiona historia y fantasía y ha sido bendecido por George RR Martin, el padre de Juego de truenos.

La espada fulgurante es la historia de la muerte de un héroe y del fin de una época. Grossman se aproxima a través de un protagonista, Collum, que todavía tiene toda su vida por delante. Se trata de un joven que crece en la miseria, pero que logra recibir formación para ser caballero y, cuando considera que ya sabe lo suficiente, huye hacia la corte del rey Artur con la esperanza de que lo incorpore a la mesa redonda. Allí se encontrará un panorama que no se parece en nada a lo imaginado: los caballeros más prodigiosos han muerto o han desaparecido, y los pocos que quedan vivos se dedican a emborracharse y esperar a que la vida pase, totalmente vencidos.

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"Cuando me documenté para saber qué pasaba después de la muerte de Artur, vi que no quedaba casi nadie vivo. Lancelot se había retirado. Gawain y Galahad están muertos. Primero me rendí: no veía la historia por ninguna parte. Pero luego pensé que los caballeros que quedaban vivos eran los más. A partir de ahí, el escritor empezó a idear una aventura con estos personajes, que hasta entonces habían existido al margen de los grandes luchadores. "Reconstruir a Britannia depende de ellos. No son héroes, pero deben convertirse en ellos", subraya el autor.

Un caballero enamorado del rey

La historia de los caballeros avanza con un objetivo conjunto –volver el esplendor al reino–, pero en paralelo toma numerosas ramificaciones para profundizar en las vidas de los personajes y en sus dilemas y contradicciones. Uno de los relatos que cobran mayor relevancia es el de Sir Beldivere, la mano derecha de Artur, que Grossman idea como un hombre recluido en su homosexualidad y profundamente enamorado del líder. "Si hay jugadores gays en el fútbol profesional, es evidente que también había caballeros gays en la mesa redonda. Ahora estamos preparados para escuchar la historia sobre cómo era ser homosexual en Camelot y yo me siento afortunado de poder contarla", destaca Grossman.

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El escritor también incorpora la historia de un caballero transexual, que es seguramente la parte más personal de toda la novela. "Mi hijo es transexual. Parte de esta historia surge de verle pasar por muchas luchas hasta convertirse en quién es ahora. Siempre ha habido personas trans, pero han sido borradas de la historia", asegura el escritor, que añade que con todos estos personajes ha querido "dotar de humanidad" a las figuras legendarias de los caballeros de la mesa.

Folletos, hadas y el último druida

Como ya hacía con la trilogía de Los magos –con la que dio el salto internacional y se convirtió en un escritor muy conocido–, Grossman juega con los fantásticos elementos propios de la leyenda para envolver la aventura en una atmósfera mágica. En la novela aparecen duendes, hadas, magos y el último druida, Merlí, que no sale especialmente bien parado del retrato que le hace el escritor. El Merlín de esta historia nada tiene que ver con el personaje de Disney, que seguramente es el más conocido en la cultura popular: es un hombre corrosivo e interesado, que utiliza sus talentos para manipular a los demás sin escrúpulos.

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"Me encanta el Merlín de Disney, pero si te fijas bien en la historia te darás cuenta de que el personaje no tiene nada que ver con aquello. Merlín fue cómplice de la violación de Uther en Igraine, de donde nació el rey Artur. Fue tan agresivo con su aprendiz, Nimu encarcelar. Él es el último druida: ¿qué precio pagó por sobrevivir? Todo esto existe, no me lo invento yo", señala Grossman.

Más allá de la magia, la novela tiene como telón de fondo la reconstrucción de la identidad británica en un momento delicado: los romanos hace tiempo que han desaparecido, dejando algunas trazas y avances del paso del imperio por la isla, pero tampoco se ha levantado nadie capaz de seguir con el legado de. "Él se convirtió en un símbolo de realeza, legitimidad y nacionalidad, pero cuando hablamos de Artur nos olvidamos que en realidad fracasó –dice Grossman–. Gobernaba un país profundamente herido por traumas históricos y, al final, no fue capaz de mantener a sus ciudadanos unidos".

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