Literatura

Neige Sinno: "¿Podría llegar a abusar de mi hija cómo abusó de mí a mi padrastro?"

Escritora

BarcelonaTriste tigre, de Neige Sinno (Vars, 1977), no es únicamente otro testimonio necesario y devastador sobre alguien que ha sido víctima de abusos sexuales por parte de su padrastro durante la infancia, sino también una disección en clave ensayística –antropológica, social y literaria– sobre las causas y efectos de un problema que afecta a una de cada diez criaturas en Francia. Desde que apareció hace un año en su versión original, el libro se ha convertido en todo un fenómeno, que acumula más de media docena de premios –entre ellos Femina y Strega– y del que se han vendido más de 300.000 ejemplares. Traducido al catalán por Marta Marfany, y editado por Anagrama, sumerge al lector en una experiencia traumática que aún ahora tortura a su autora.

A pesar de lo que vivió desde muy pequeña, usted ha escrito varios libros antes de decidirse a explicar que había sido víctima de abusos. ¿Qué hizo que cambiara de opinión?

— He escrito cuentos, ensayos y una novela antes de Triste tigre. Si me puse fue porque creía que podía enfrentarme desde una perspectiva que no fuera sólo autobiográfica. Mi intención era jugar con los géneros y formatos para contar una historia que no es sólo la de mi vida. Necesitaba huir de la forma tradicional del testimonio, aunque parte de lo que hago es abordar un tema que todavía está bastante oculto en nuestra sociedad.

Contando esta historia aspira a enmudecer las voces y las pesadillas que aún ahora la persiguen.

— Es un problema que me acompaña desde hace tanto tiempo que no sé si alguna vez pasaré hoja.

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Arranca en 1984, cuando tenía 7 años y su padrastro empezó a abusar sexualmente de usted, situación que se repitió hasta que tenía 14. En 1999 reunió suficiente coraje para contarle a su madre lo ocurrido.

— Dos años después fuimos a juicio. Según lo que escribía el único periodista que se ocupó del caso, hablé para liberarme de aquél terrible secreto. Parecía que, una vez compartí los hechos y hubo una sentencia [el padrastro fue condenado a nueve años de cárcel], yo me había liberado de la carga que representaba todo eso.

Y no fue el caso: a Triste tigre escribe que todavía tiene pesadillas sobre su padrastro. "Alguna vez me pilla y al final me viola. Alguna vez solo corro para huir de él y los gritos no me salen de la boca".

— Escribir el libro no ha sido ninguna terapia para mí. De hecho, la gran repercusión que ha tenido me ha pasado factura, y me ha hecho preguntar si no acabaría dañando a mi hija. Asimismo fue un hecho positivo, porque permitió reabrir el debate sobre los abusos.

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En Francia, los abusos dentro de la familia han motivado libros muy leídos cómo La familia grande, de Camille Kouchner (Península, 2021), donde explicaba cómo su padrastro, el politólogo, ensayista y ex diputado en el Parlamento Europeo Olivier Duhamel, había abusado sistemáticamente de su hermano gemelo cuando tenían 14 años. La autora me contaba hace tres años que hacía falta que nos preocupáramos más "de escuchar a las víctimas de los abusos que de los castigos a los agresores".

— Yo me intereso por todas las versiones de los hechos: la de la niña que fui, la de la mujer adulta que explica ahora los hechos, la de la madre, la de la denuncia... y también la del agresor. Él utilizaba el lenguaje como un arma, como una forma de manipular la realidad, y pretendía imponernos a todos su versión de los hechos.

Casi al principio del libro explica que existe una fascinación social histórica por los agresores.

— Yo tampoco me escapo, también formo parte de la sociedad. Intento dejarlo claro en el libro. ¿Por qué me gustan tanto las películas de narcos y, en cambio, más me cuesta encontrar interesante la historia de un hombre bueno? Diría que, en mi caso, tiene que ver en parte con mi formación intelectual. Como estudiante de letras se repitió que con buenas intenciones no se construyen necesariamente buenas historias, y que el papel del malvado es a menudo más interesante de explorar. Todo esto son clichés, soy consciente, pero es difícil trascenderlos cuando te pones a escribir.

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En su opinión, se ha leído mal Lolita de Nabokov durante mucho tiempo. Él disemina pistas sobre el rechazo de la chica a Humbert Humbert, el hombre que quiere seducirla, y también explicita su no consentimiento, pero, aun así, se ha considerado una historia erótica o incluso de amor.

— Quizá tenga que ver que se publicó por primera vez en Olympia Press, una editorial especializada en textos eróticos. Él habría querido que la novela se publicara sin ninguna imagen en la cubierta, pero no tardó en aceptar que en otras ediciones apareciera una chica. Y en las adaptaciones cinematográficas se escogieron actrices mayores que Lolita original. Cabe recordar que es una niña de 12 años, y Nabokov lo especifica con toda intención. Una clave de lectura importante sobre la novela es una entrevista que le hizo Bernard Pivot en los años 70. El periodista le pregunta si no está cansado de ser reconocido mundialmente como "el padre de una chica algo perversa". Y él le responde que Lolita no es la historia de una chica algo perversa. Es una pobre chica, víctima de un abuso.

Los abusos a niños y niñas se dan en todas las clases sociales y por todo tipo de perfiles. Sin embargo, el 98% de agresores son hombres.

Son los datos que tenemos. Creo que hay que hablar más, porque la palabra es la única forma de resolver este terrible problema.

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Dos de cada tres casos afectan a niñas, y uno de cada tres, a niños.

— Que una de cada de tres víctimas de abusos sea un niño es todavía un enorme tabú. En una entrevista que me hicieron en México, país en el que vivo desde hace veinte años, sacaron las declaraciones en las que hacía referencia a los abusos a niños. Hace poco he escrito el prólogo de un libro sobre un escritor que habla de su caso. Su editor le pidió que se lo repensara, pero él está convencido de dar el paso. Fue poco después de ser padre que empezó a tener flases de los abusos que había sufrido cuando era un niño. Y al mismo tiempo también empezó a tener pesadillas en las que abusaba de su hija. Este trastorno se llama fobia de impulsión [es un tipo de obsesión sobre dañarse a uno mismo oa los demás, o tener algún comportamiento muy inapropiado, con consecuencias graves o irreversibles].

Usted escribe que también se lo ha pedido.

— Escribí Triste tigre después de años de sufrir las consecuencias de esos abusos. Me han perseguido mientras estudiaba, cuando conocía a alguien, cuando me enamoraba... y también durante la maternidad. ¿Podría llegar a abusar de mi hija cómo abusó de mí mi padrastro? Es un pensamiento horrible que he llegado a tener.

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Fue valiente de escribirlo.

— Soy valiente porque tengo la certeza absoluta de que reconocer estos pensamientos no hace de mí a alguien más propenso a convertirse en agresor. Al revés. Ser capaz de enfrentarnos a este tipo de demonios nos hace más fuertes. Cada día me acuerdo que no quiero abusar de nadie. Que cuidaré de la gente que quiero y de las palabras que digo.

¿Sería diferente si esto mismo lo dijera un hombre?

— A un hombre que se atreva a hablar de esto todo el mundo se le echará encima.

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Hay otras autoras que han compartido los abusos que habían sufrido con exigencia literaria, como Margaux Fragoso, autora de Tigre, tigre (Empúries, 2012). ¿El título de su libro es un homenaje?

Ella le coge de un poema de William Blake, en el que el tigre aparece como un animal feroz, de una gran belleza, que representa el fuego y la muerte. Es, en cierto modo, la encarnación del mal. Margaux publicó Tigre, tigre en 2011 [explica los abusos por parte de un vecino de 51 años cuando ella tenía entre 7 y 17]. Seis años después leí la noticia de que acababa de morir a causa de un cáncer de ovario. Es el mismo cáncer que yo había tenido en el 2013. Nunca quise creer en la posibilidad de que ese cáncer mío tuviera ningún vínculo con lo que me había pasado de pequeña, pero la coincidencia con Margaux me hizo dudar.

CUATRO RELATOS DE IMPACTO

1.

'Un amor imposible'

Christine Angot

Labrador / Anagrama

Trad. M. Carme Figuerola

224 páginas / 18 euros

Desde que publicara El incesto en 1999, Christine Angot no ha dejado de volver, desde múltiples enfoques, a los abusos que sufrió por su padre cuando era pequeña. Una de sus novelas más exitosas sobre el tema es Un amor imposible (Payés, 2017).

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2.

'El consentimiento'

Vanessa Springora

Empúries

Trad. Marta Marfany

208 páginas / 19,90 euros

Vanessa Springora sintió, a los 14 años, "la excitación" de sentirse "deseada" por primera vez por un hombre "bien plantado, de una edad indeterminada, pese a la calvicie total". El relato estremecedor de la relación con él, El consentimiento (Empúries, 2020) sacudió Francia.

3.

'La familia grande'

Camille Kouchner

Península

Trad. Palmira Feixas

208 páginas / 18,90 euros

Abogada y profesora universitaria de derecho privado, Camille Kouchner explicó en su único libro cómo su padrastro –Olivier Duhamel, todo un referente de la izquierda en Francia– había abusado sexualmente de su hermano gemelo cuando tenía 14 años. Publicado en 2021, La familia grande tuvo tanta repercusión en su país que logró un cambio legal en la edad de consentimiento: desde el 2021 se encuentra a los 15 años.

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4.

'Esto no se dice'

Alejandro Palomas

Columna

320 páginas / 19,90 euros

Tras una larga y reconocida trayectoria como novelista, Alejandro Palomas relató los abusos que había sufrido de niño por parte de un cura en la escuela La Salle de Premià de Mar. Pese al apoyo de miles de lectores, el libro acabó pasando factura al autor, que se sintió cuestionado constantemente por no contar los hechos hasta entonces.