Maupassant: cuando la inteligencia se aviene con la vitalidad
'La casa Tellier y otras dos historias' demuestra que el escritor domina absolutamente todos los recursos literarios
La casa Tellier y otras dos historias Guy de Maupassant
- Traducción: Mia Tarradas
- Club Editor
- 192 páginas. 19,95 euros
Guy de Maupassant (1850-1893) tiene todas las virtudes de Gustave Flaubert y carece de su único defecto. La frase es muy contundente y para escribirla con plena convicción debería haber releído a fondo a los dos autores, pero trataré de explicarla. Flaubert, mentor y amigo de Maupassant, era un escritor de prosa precisa y expresiva, tenía una mirada penetrante sobre las maniobras del mundo y del corazón, y era un maestro en el uso tanto de la ironía fina como del sarcasmo disolvente. ¿Cuál era su único defecto? Quizás un exceso de autoconciencia inteligentísima que de vez en cuando da a su prosa una frialdad algo maquinal, una dureza un punto demasiado marmórea.
Maupassant también es un escritor prodigiosamente inteligente, en el sentido que entiende cómo funciona el mundo y cómo se comportan los hombres y las mujeres y, también, en el sentido que domina absolutamente todos los recursos literarios que tiene en el alcance para explicar ese funcionamiento y ese comportamiento de la manera que él quiere. Lo que le diferencia de su mentor es que, en Maupassant, que era un hedonista desbocado (“Me temo que este chico no se nos vaya por el esperma”, escribió Flaubert en Turguénev), el exceso de intel jamás le apaga la vitalidad ni le mata el sensualismo. Incluso cuando aborda temas terribles como la guerra o cuando explica actitudes repugnantes y mezquinas, la literatura de Maupassant late de opulencia sensorial. También es interesante, aquí, compararlo con su coetáneo Anton Chéjov, otro genio pionero del cuento moderno. Ambos tienen una mirada humanista, un sentido narrativo afuado y una prosa personal y exacta, pero (con todos los matices que se quiera) uno exuda ascetismo ruso y el otro, bonheur francesa.
Un relato alegre y vital
La casa Tellier y otras dos historias, publicado por Club Editor en una excelente traducción de Mia Tarradas, recoge tres cuentos largos (o novejas) del autor de las maravillosas Bel Ami y Una vida. Son tres historias en las que cabe todo: la ternura y el humor; también el horror y la humillación y la desgracia. Las protagonistas de La casa Tellier son una madame y sus prostitutas. En manos de según qué escritor, habría salido un relato lleno de miseria y sordidez, atravesado de severidad moral. Maupassant hace todo lo contrario. Presenta a las protagonistas como unas mujeres pródigas que llevan alegría y amor por todo donde van y que reparten vitalidad por todas partes. Además, las muestra en una situación insólita, cuando cierran provisionalmente el prostíbulo para asistir a la primera comunión de una sobrina de la madame. La escena de la misa, cuando las prostitutas se emocionan y el cura les da las gracias porque sus llantos ayudan a crear un momento de éxtasis místico en la iglesia, transmite al lector la idea de que las mujeres, tan festivas y risueñas y de reputación tan dudosa, están ungidas por la gracia de Dios, y que la madame, siempre sensata, es una especie de santa de la sensualidad.
En el segundo cuento, En familia, Maupassant juega magistralmente con un equívoco luctuoso (una mujer se muere pero resulta que no) para describir y explorar tanto la pena más honda y sincera como la mezquindad más sucia y la hipocresía más patética. La misma paleta riquísima de emociones, comportamientos y actitudes se despliega en el célebre y también memorable Bola de grasa. Enmarcado en el contexto de la guerra franco-prusiana, igualmente protagonizado por una prostituta, es Maupassant puro.