Literatura

Las memorias incompletas ya ratos trepidantes de Patti Smith

'El pan de los ángeles' pretende explicar la vida entera de uno de los grandes exponentes de la contracultura estadounidense

'El pan de los ángeles'

  • Patti Smith
  • Club Editor / Lumen
  • Traducción Ricard Gil
  • 304 páginas / 22,90 euros

Después de El año del mono y deUnos chavales, Club Editor publica un nuevo libro de Patti Smith: El pan de los ángeles. Como los demás, éste es un volumen de memorias, pero a diferencia de los demás, éste no está dedicado a ningún período concreto de la vida de la autora, sino que lo explica entera. El título es una referencia a los "gestos bondadosos no premeditados", pero proviene del salmo 78, que habla del alimento que cae del cielo y que sacia a los israelitas. En el Salmo, sin embargo, después de atiborrarse, ven cómo Dios toma la vida de manera igualmente azarosa a todos los hombres jóvenes. Si no lo es, parece una premonición.

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El volumen arranca con varios capítulos dedicados a la niñez de la autora, que anticipan el personaje en el que se convertirá de mayor. Es hija de una familia pobre, pero tanto la madre como el padre tienen inquietudes culturales y espirituales profundas: en una crisis espiritual, la madre se lleva a los hijos a predicar como Testigos de Jehová. Los cambios de residencia, los juegos peligrosos en un descampado sucio que acaban con un cristal clavado en la ceja, las enfermedades constantes (y graves) y alguna compañera de niñez muerta son el ambiente en el que toma forma la persona que después será la estrella de rock Patti Smith. Un panorama pobre, pero hermoso: algo como una versión de Pippi Langstrump hecha por Aki Kaurismäki.

La novela de aventuras que es su infancia acaba de forma más o menos abrupta cuando Smith comunica a su familia que está embarazada, que no puede ocuparse de la criatura y que dejará la universidad para dedicarse a ser artista.

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La contracultura y el canon

La llegada a Nueva York es fulgurante: después de haber dado a su hija en adopción, conoce a Robert Mapplethorpe y se adentra en la bohemia de la capital del siglo XX. Sin embargo, Smith no profundiza en la estancia en el Chelsea Hotel. Explica de forma más o menos precipitada la formación de la banda con la que grabará el primer disco. No explora demasiado el paso de considerarse escritora a grabar un disco que se convirtió en un clásico de la música moderna, pero permite oler la carga creativa que había en ese entorno: Mapplethorpe, Velvet Underground, Sam Shepard, Allen Ginsberg, William Burroughs, son algunos de los compañeros de fatigas y maestros de Smi.

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En el episodio de la grabación de Horsas explica una idea que es fundamental para situar su trayectoria: "Mientras el grupo dejaba lista las canciones para la grabación, reflexioné sobre nuestra misión, pensando en lo que, crudos como éramos, podíamos ofrecer a nuestro canon cultural". Es decir, la contracultura del momento no nace como enmienda a la idea de canon, sino como una aportación. Así es como liga Horsas con Coltrane, Pollock o Ginsberg.

El momento más interesante del libro, desde el punto de vista literario, son los años que vive con su marido, Fred Smith, y sus hijos, alejada del público. Desgraciadamente, le cuesta profundizar en las experiencias de aquella época y cabalga demasiado rápidamente los años que llevan a la muerte del marido. Una muerte que, por cierto, como vaticina el salmo que da nombre al título, es una más en unos años en los que el sida, sobre todo, se lleva a muchos compañeros de generación.

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A partir de ahí la narración continúa de forma muy desigual, explicando el retorno a los escenarios y al estudio de grabación, la muerte de los padres, el descubrimiento de quien es su verdadero padre, de repente algún fragmento más bien lisérgico. No sorprenden, en cambio, los viajes a Francia: visitas al Père Lachaise y estancias en una capilla de una finca del sur de Francia (estas cosas nunca están en Clichy) propiedad de unos amigos donde tendrá que acabar de escribir el libro. Un clásico en el imaginario americano: Europa reducida a un viñedo del sur de Francia donde se pueden escribir libros.

En definitiva, se trata de unas memorias incompletas (eso no es ningún defecto), a ratos trepidantes, que narrativamente no acompañan al personaje principal en la pausa y la reflexión y que, en cuanto al discurso cultural, habla más de la idolatría que siente por Rimbaud que no del propio papel en la cultura norteamericana y, por extensión, occidental. Pero quizás esto ya sería pedir la luna en un cuerno.

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