Literatura

Montse Barderi: "Envejecer te permite descubrir la mejor parte de tu vida"

La escritora de Sabadell reflexiona sobre identidad, cuerpo, amor y vejez en la novela 'El mar, que brilla y ríe'

Barcelona"Poco a poco me ahogo, relleno de medusas moquillo azul, coral segmentado, posidonia rasurada y sobreexplotación pesquera: me hago irreversiblemente viejo". El narrador que Montse Barderi (Sabadell, 1969) ha escogido para su nueva novela es el mar, que habla desde nuestro presente y explica su fascinación por una chica, Daniela, de la que va siguiendo la vida, llena de obstáculos y desengaños, hasta que llega a su plenitud.

"Este libro empezó cuando mi hermana dejó su casa a una madre ya sus dos hijos, que huían de la guerra de Ucrania, y se fue a vivir sola a Calella de Palafrugell –adelanta–. Desde allí me llamaba cada día y me contaba cosas en su mar". Poco después, mientras estaba en Caldes d'Estrac, pueblo del Maresme donde Barderi veranea y pasa muchos fines de semana a lo largo del año, se fijó "en todo de mujeres solas y maduras caminando frente al mar". Fue así que empezaron a tomar cuerpo los dos protagonistas deEl mar, que brilla y ríe (Columna, 2025). El primero es tan singular como el agua salada que cubre tres cuartas partes del planeta: "El mar puede ser Dios, la vida, o quizás tu voz escondida, que sólo sale a través de una necesidad y después de haber acumulado cierta experiencia –comenta–. Tan pronto puede ser real como simbólico. En mi caso, teniendo en cuenta que nací, crece y mi. mucho tenía el sueño de poder pasar temporadas en un pueblo cercano, y finalmente fue Caldes, que Joan Maragall homenajea al poema El pino de Estrac, del que he cogido el título: «Sobre siento miles de pájaros; y allá el mar, que brilla y ríe»".

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Una nueva libertad

El segundo personaje destacado y eje narrativo de la novela es Daniela. "Es una chica nacida en Perú que crece aquí en una familia pobre –dice Barderi–. Desde muy pequeña siente la presión estética y social de ser diferente, y cree que la mejor manera de dejar de sentirse sola es el amor de pareja". Daniela, sin embargo, no tiene mucha suerte con las relaciones: "De jóvenes tenemos muchas expectativas en relación con el amor, y acostumbran a fallarnos –continúa–. A medida que pasa el tiempo las cosas que pides a la pareja son generosidad, respeto y pensar mutuamente en el otro. Quizás cae el mito del cierto pero no tengo ninguno, pero no tengo ninguno, pero no tengo ninguno, pero no tengo ninguno, pero no tengo ninguno, pero no tengo miedo, pero no tengo miedo. al nihilismo ni la indiferencia, sino que te permite encontrar una nueva libertad".

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Daniela acaba convertida en "cirujana estética", pero en vez de dedicarse a "mejorar los cuerpos" les "repara" cuando han sufrido accidentes o en caso de que sufran malformaciones. "Ella se da cuenta de que para llegar a tener una vida plena, el camino hacia la autonomía es tan importante como encontrar la vocación profesional o aprender a relacionarse satisfactoriamente con los demás", explica la autora. La madurez no va acompañada del desengaño, sino de su plenitud. "Envejecer te permite descubrir la mejor parte de la vida –admite Barderi–. Uno de los problemas de nuestra sociedad es que no acepta las edades del ser humano. A las niñas se las hipersexualiza demasiado pronto, los jóvenes quieren crecer deprisa... y cuando nos hacemos mayores, resulta que no podemos estar satisfechos con nuestra imagen, sino que tenemos que acabar ya de no operar. vida es poder maravillarte en cada etapa".

Desde que debutó con Perder por ganar (Ara Llibres, 2007), Barderi ha publicado otros doce libros, entre ellos La memoria del agua (Columna, 2019), premio Prudenci Bertrana. "En la etapa en la que me encuentro veo a venir muchas cosas –afirma–, pero es importante darte cuenta de que no sabes todo y dejarte sorprender".

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