BarcelonaEl 12 de septiembre se publica Viñetario 4 (Editorial Finestres), la antología de las mejores historietas de la cuarta edición del Premio ARA de Cómic, que incluye el cómic Postes en las ruedas de Maribel Carod, la obra finalista del concurso. Con un dibujo lleno de audacia y dinamismo narrativo, Carod (Barcelona, 1978) explica en catorce páginas su complicada relación con la conducción y plantea con mucho humor una serie de reflexiones lúcidas sobre el papel de los coches en nuestras vidas. Una toma de conciencia hilarante y agridulce de una de las grandes autoras de humor gráfico del país.
El miedo a conducir es una problemática más extendida de lo que parece. ¿Está invisibilizada?
— Si tienes miedo a conducir, no lo explicas. No se considera un problema grave de salud mental, pero sólo lo comentas si te preguntan directamente. Además, hay gente que de joven conduce sin ningún problema y con el tiempo desarrolla ese miedo. Es mi caso, de hecho.
¿De joven no te daba miedo?
— Por el contrario, me gustaba conducir. De joven quería aprender muchas cosas y el coche era un paso más para tener libertad, marcharse de casa e ir allá donde quisiera. Hace unos 20 años yo desconocía la palabra empoderamientopero eso era lo que me aportaba: conducir te empoderaba como mujer. Además, el del coche es un mundo de varones; por tanto, sentía que debía conquistar ese terreno.
¿Cómo cambió esa relación?
— A pesar de sacarme el carnet no conduje mucho. Mi padre no me dejaba el coche, porque tuve un pequeño accidente y casi me lo cargo. Y tampoco tenía dinero para comprarme uno. Pero el tiempo pasa, te haces mayor y empiezas a ver que los coches son máquinas muy peligrosas. De hecho, una vez me atropellaron en un paso de peatones y estuve de baja bastante tiempo. A raíz de eso me obligué a conducir, pero me sentía muy insegura, cada vez que cogía el coche sufría mucho pensando que podía tener un accidente o atropellar a alguien, pero también por si me perdía o no encontraba aparcamiento.
En vez de empoderarte, el coche te hacía sentir frágil.
— Sí, mucho. Y anticipaba todo lo que podía ir mal. También había malentendidos con otros coches que me hacían sentir fatal. Gente que te recrimina que no vas lo suficientemente rápido o que se ofrece a aparcarte el coche... Cada vez tenía que obligarme más a conducir.
¿La ansiedad por conducir tiene una dimensión de género? ¿Hay más mujeres que la padecen?
— Hay más, sí, o al menos más mujeres que lo admiten. El mundo del motor está muy masculinizado: pasas la ITV o vas al taller mecánico y sólo te encuentras a hombres, y siempre estás alerta por qué comentario te harán. También se nota en carretera: los hombres, en general, conducen de forma más agresiva.
En Postes en las ruedas, tu experiencia te lleva a reflexionar sobre la dimensión social, ética y ecológica de la conducción. La ansiedad por conducir se transforma en ecoansiedad.
— Sí, porque con los años y los atascos te das cuenta de que no estamos haciendo un uso racional del coche. Y en eso influye mucho la planificación urbanística y las políticas de movilidad, donde nadie está al volante, y también la industria automovilística, que te vende los coches como una promesa de libertad. Además, cada vez que conducía me sentía más responsable de contribuir a contaminar el medio ambiente. De hecho, ya sólo cojo el coche cuando es absolutamente necesario. Hay cosas que no dependen de nosotros, pero sí un uso más racional del coche. Si no lo hacemos, vamos hacia el abismo.
Son temas serios, pero los abordas con mucho humor. Siempre está presente en tu obra.
— Sí, es mi forma de ser y de filtrar la realidad. También me gusta ver el humor que existe en el drama. Muchas veces, de hecho, sin drama no existe humor. Y cuando te pasa algo malo, te consolas pensando: "Esto puede ser un buen chiste". Por lo general, con el humor te lo pasas mejor, y quien te lee también.
Tú colaboras en El Jueves, que antes apenas tenía colaboradoras. Esto ha cambiado en la última década, cada vez hay más autoras haciendo humor.
— Sí, y esto está bien. El problema es que cada vez es más difícil ganarte la vida con el humor, tanto a los autores como a las autoras, porque el humor gráfico va de baja. Hay pocas publicaciones y cada vez menos kioscos; todo está relacionado. Lo positivo es que cada vez hay más referentes femeninos. Aún así, algunos todavía cuestionan que las mujeres hacemos humor político, como si nuestro espacio reflexivo no pudiera ir más allá de las cosas de mujeres. Y las mujeres debemos poder hacer humor político, no sólo costumbrista.
Tu dibujo en Postes en las ruedas está lleno de ideas y gags visuales, tiene un dinamismo que me recuerda al de Catherine Meurisse o Aude Picault. ¿Son referentes tuyos?
— Absolutamente, me parecen maravillosas. Otro referente es Riad Sattouf, su forma de narrar es espectacular, de cosas muy pequeñas hace grandes historias. También me fascina el dibujo de Sempé y la línea elegante y pura de Josep Coll. La escuela Bruguera es una gran influencia para mi generación, así como las historietas deEl Jueves. Por ejemplo la serie Para ti que eres jovende Albert Monteys y Manel Fontdevila.
¿En qué proyectos trabajas ahora?
— Colaboro en El Jueves y compagino el cómic con el diseño gráfico. También estoy preparando proyectos personales de estilo más autoral. Me gustaría desarrollar Postes en las ruedas como historieta larga. Cuando la presenté en el Premio ARA, las catorce páginas se me quedaron cortas para todo lo que quería contar. Pero esto es como hacer una película, un trabajo de año y medio o dos, y se necesitan esponsors. Pero es una historia que me llama y algún día la haré.