El país feliz de la señora Sheinbaum

Guadalajara (México)¿Por qué caray se respira optimismo en Guadalajara y en México? Con poco transporte público, en Guadalajara hay un tráfico caótico. Pregunto a un guadalajarense o tapatío por su urbanismo destartalado y me responde, irónico: "¿Urbanismo? ¿Exactamente a qué se refiere?". El nivel de vida es bajo. Los problemas sociales saltan a la vista. La violencia de los cárteles se mantiene como una lacra amenazadora. Y sin embargo... se palpa una especie de ilusión esperanzada. ¿Qué ocurre? No puede ser solo mérito de la Feria Internacional del Libro (FIL), ¿verdad?

Consuelo, que limpia habitaciones, no ha votado por Claudia Sheinbaum, pero le parece bien que por primera vez una mujer sea presidenta de México. Tiene una hija que estudió y trabaja en un banco y un nieto de 14 años. Solo con una mirada rápida me acierta la edad y me desea que yo pronto también tenga nietos, "Dios dirá", dice. No sé si mis hijos están por la labor... Ella sí es una mujer laboriosa, inquieta: "¿Es usted de Barcelona, dice? ¡Esto está muy retirado! ¿Barcelona es España?", pregunta sin ningún tipo de segundas intenciones. "Más o menos", le respondo. Pero la informo de que hablamos otro idioma, "como ustedes". Pero ella no habla el náhuatl (hay cinco millones de mexicanos que son bilingües náhualt-español). Es del estado de Guerrero, al sur, uno de los 32 que conforman el país. En casi todos se impuso Sheinbaum con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), en una victoria apabullante.

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En un mundo que gira hacia la extrema derecha, lo de México es un oasis. Como Mamdani en Nueva York. También Sheinbaum es una socialdemócrata: habla de educación pública, de una pensión para las mujeres mayores de 60 años (Consuelo no lo sabe, pero le tocará; quizá entonces la vote), de fortalecer el transporte público, de la lucha por el medio ambiente, de ayudar a los pequeños productores locales, pero también de combate contra el crimen y las drogas. Los cárteles no descansan, ni el de Sinaloa ni el Jalisco Nueva Generación, el de Guadalajara. No se habla mucho de ello, no quieren.

Hace solo cuatro días mencionar la socialdemocracia era cosa de boomers nostálgicos: tanto desde la derecha como desde la izquierda provocaba carcajadas de desprecio. Ahora de repente vuelve a estar en la agenda. Mejor no hacerse demasiadas ilusiones. Todo es de una fugacidad rampante. Pero en Guadalajara hay optimismo. Urbanísticamente hablando, la ciudad es un poco far west. Te recomiendan no andar solo por la calle. Naturalmente, es lo primero que he hecho. De día, ningún problema. De noche, depende de los chupitos de tequila o las margaritas que hayas ingerido. He hecho un consumo socialdemócrata, es decir, moderado y socializado. Bien. Siguiendo los consejos de un "sabio catalán" como el del Macondo de García Márquez, pero este mexicano, José María Murià, he tomado "100% agave tequila weber azul". Pasa muy bien, sin resaca. De hecho, dicen, dicen, dicen que tiene propiedades curativas y preventivas, en especial contra la gripe (quizás también contra el covid), sobre todo si lo tomas después de una chupada de limón mexicano (que tiene mucha vitamina C) con sal. ¡Hecho!

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Sheinbaum no se ha achicado ante Trump. A ver hasta dónde le aguanta el pulso, tanto en la cuestión de los migrantes como en la de los narcos. Cuando alguien se le planta, Trump tiende a respetarlo, de ahí el fracaso de la diplomacia europea. Desde el punto de vista del machote estadounidense, Sheinbaum tiene de bueno que es americana y fuerte, y de familia de origen judío, y de malo que es una científica y académica hija de la generación de Mayo del 68: sus padres militaban en todas las batallas progres. Una woke, que dirían los MAGA. Ella quiere hacer México fuerte de nuevo. Y fuerte, en su caso, significa un país para todos. De momento, los diarios explican que en el país, de siete años hacia aquí, 19 millones de mexicanos han dejado de ser pobres y que ha terminado el analfabetismo. Los libros de la FIL de Guadalajara deben de haber ayudado a ello. Los ricos europeos estamos desanimados y desorientados, los mexicanos, pobres y ricos, están ilusionados. "En Guadalajara se vive bien", me asegura la Consuelo.

También en Guadalajara manda una mujer, Verónica Delgadillo García, del Movimiento Ciudadano, que a escala estatal está en la oposición y le vienen cantos de sirena de la derecha. Hace unos años, el Movimiento tenía un nombre que en Catalunya nos suena: Convergencia... En fin. Pero Delgadillo es del ala izquierda de un partido que sobre el papel se declara socialdemócrata: partidarios de la descentralización administrativa (más autonomía para los estados y los municipios), de una fiscalidad progresiva, de un ingreso mínimo vital, de fortalecer la independencia judicial, del respeto a las minorías indígenas y de las políticas a favor de la mujer y del medio ambiente. Si Claudia Sheinbaum es hija de maestros rojos, Verónica Delgadillo lo es de empresarios. ¿Una batalla entre socialdemócratas de izquierda y no tan de izquierda? No está nada mal este Méjico lindo. Ni esta Guadalajara de los libros.

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