¿En qué se asemejan un banco y la Semana del Libro en Catalán?
BarcelonaSi tiene ocasión de pasar por el Disseny Hub Barcelona este fin de semana, todavía podrá visitar la exposición Miguel Milán. Diseñador (pre)industrial, fantástica. Además de mostrar obras icónicas del creador (lo querrá todo), hace un recorrido por su vida y su trayectoria, poniendo en valor una forma de trabajar muy artesanal y respetuosa, tanto con los materiales como con los oficios. Hay una especie de "filosofía Milán", del porqué y el cómo de los objetos que diseñaba, que queda muy bien explicada también a través de un vídeo en el que aparece él mismo conversando con varias personas. Mi momento preferido es cuando habla de los bancos (diseñó muchos). "Creo mucho en el banco como elemento de comunicación –decía Milán–. Cuando estás en un banco, ya te obligas a decir buenos días". Es verdad que la conversación quizás quedará en el buen día y bastante, él también lo añadía, pero me encantó esa manera de concebir un banco. Salí del DHUB con un libro de Milán bajo el brazo y pensando, justamente, en la Semana del Llibre en Català.
Había estado el día antes, Mercè, festivo en Barcelona. Hacía un día precioso y la encontré a rebosar. Me la miré desde fuera, y pensé que era un punto de encuentro bastante insuperable. Le robo la expresión en Milán, y la calificaré de elemento de comunicación de primer orden. Me encantó ver la cantidad de conversaciones entre paseantes y editores que allí se producen. Es la única vez al año que existe ese intercambio tan directo, que un editor puede comunicarse de esta manera con los lectores, y viceversa. Me gusta colarme en las casitas de los editores y libreros que conozco y charlar un rato con ellos, pero esta vez fue, literalmente, imposible: no paraban de vender. La conversación con Olvido Baseiria, de Casa Anita, se interrumpió, felizmente, unas cuantas veces. Una de ellas, por un anciano rodeado de limpias que les compraba, encantado, los libros que elegían.
Aún en el meridiano de la edición de este año, muchos expositores me decían que les parecía que superarían las cifras del año pasado, que ya supusieron un 20% más de ventas que el anterior. Todo el mundo muy contento, claro, aunque Joan Sala, de Comanegra, se declaraba "rara ancianos", porque todavía añoraba el Muelle de la Madera. También vende más al Arco de Triunfo, pero encuentra que allí había más oportunidades de relacionarse. Yo no estoy tan segura. Sigo paseando, y me encuentro a Laura Huerga, de Raig Verd. Hablamos con un ilustrador que va con su pareja, nos conoce con su pareja, trabajando juntos. Núria Iceta, de L'Avenç, tiene lo que llaman "el guapo subido", y todo el mundo que pasa por su stand se lo comenta (si lee esto, se pondrá roja, pero me lo perdonará) Con Jordi Panyella, de Polen, comentan los internacionales que han venido a Barcelona invitados por el Institut Ramon Llull. Cerveza, terraza y solito, argumentos también válidos para animarse a traducir a autores catalanes. feria. Me añado. La Semana, seguro, es un grandísimo elemento de comunicación, pero su bar quizás lo es más.