Crítica

Un poeta virtuoso e inclasificable llamado Esteve Miralles

LaBreu reúne los tres libros de versos del autor –uno de ellos inédito– en el volumen 'El Extraño'

'El Extraño'

  • Esteve Miralles
  • LaBreu Ediciones
  • 230 páginas / 17 euros

En la poesía inicial del tercero de los libros reunidos aquí –que fue, de hecho, el primero en aparecer: Como si tuvieras tiempo (2014)–, leemos: “Despara mesa, y rellena migajas, / sale con el mantel en la azotea / y los sacude en el aire, flopp”. Un pretexto de lo cotidiano sirve eficazmente para presentar una poética personal. “Todo ese pan desestimado” –los muelles–, lo aprovechará un “pajarito asustado”. El poeta –el dueño del mantel– es quien rellena migajas (¡bellísima imagen!) y quien, finalmente, abuela ese alimento desmenuzado para que el lector, tal y como hace el pájaro ganudo, le devuelva “bien llena y vacía, / seca , / una mirada larga”.

Cargando
No hay anuncios

El Extraño –así, con mayúscula, como iba el sustantivo del título de su novela Mi Amigo, y, aún, todo el grupo de personajes-arquetipos que hormigueaban– recoge la obra poética completa del autor. Aparte el libro ya consignado, incluye Ahora le da igual ser quien es (2024), inédito hasta ahora, y Ojos en el bosque (2019). Éste último había aparecido en una bella edición de autor, una auténtica rareza para bibliófilos. Lo que he mencionado anteriormente se distribuyó como libro electrónico, dentro de la Biblioteca de la Nube. Por tanto, el esfuerzo de reunir toda la obra lírica mirallesiana en una edición convencional, al alcance de todos, tenía todo el sentido del mundo.

Paradoja, piedad y mucha vida

Miralles es un escritor, por suerte, inclasificable. Al componer un dietario, parece que haya un espíritu lírico que le anime desde la primera raya. Si se propone ensayar la novela, algo de representación dramatúrgica nos acoge. Cuando escribe versos, los hay –como la sección “Puta inocencia” del libro más reciente– que conforman una historia, una breve narración. Trasciende los géneros tradicionales porque toda esta literatura se pone al servicio de una inteligencia compositiva que indaga en los repliegues de la psicología y del lenguaje. Él mismo lo sugiere en el epílogo: "En un mundo desliteraturizado -y en una literatura / desliteraturizada-, todo lenguaje es amenaza, / intimidación". La figura del Extraño enseguida hace acto de presencia. Es, tal vez, esa parte del yo que nos cuesta someter, que nunca podemos dominar del todo: “El Extraño quiere robarte la luz a la que aspiras, / la voz, la dulzura”. No es exactamente un extranjero, sino un extraño que convive, lo más conflictivamente posible, con el yo.

Cargando
No hay anuncios

Este libro es, de medio a medio, un ejercicio de virtuosismo: entre otras razones, por la creación de una forma nueva, eloncete, formada por poesías de once versos de once sílabas cada uno; y por la recreación de una ya conocida, la villanella, que sigue una distribución de rimas y un rigor métrico bastante complejos: diecinueve villanellas que muestran la cara más lúdica del poeta. La idea de progresión narrativa anima la suite –magnífica– “El fuego arde”: “Te he visto cómo lo mirabas, el albañil / que cerraba la lápida con cemento. / Has visto las rosas, y el manojo de lavanda. / He visto cómo lo mirabas. Y un mar azul”. También enfila el sentido de la alegoría del bosque, del libro del 2019: “El arte, lo ha inventado la / geología, que ha ido / dejando cosas en lugares // donde no debían estar”.

Miralles llena sus versos de personajes (también lo hacía Walt Whitman, el fundador de la poesía norteamericana moderna, y TS Eliot, uno de los refundadores). Y de objetos, también, y animales. Como aquel mirlo juguetón que “nos enmerla el suelo limpio” (el poeta siempre crea lenguaje) y que, al fin y al cabo, invita al amor como el ruiseñor trovadoresco. El yo de sus poemas resulta a menudo excéntrico (Ortega y Gasset utilizaba este adjetivo, y el sintagma centauro ontológico, para definir la esencia del humano). Existe, en sus versos, paradoja y piedad, como asegura en el epílogo. Y vida, mucha vida, bien digerida en la reflexión.

Cargando
No hay anuncios