Roser Capdevila, la ilustradora que vive en sus dibujos

"Hay gente que se emociona con Eurovisión, a mí me emociona esto". Lo decía esta semana la ilustradora Olga Molina, y "eso" era la entrega de los premios Junceda, que organiza la APIC, la Asociación Profesional de Ilustradores de Cataluña, que quieren reconocer la excelencia del sector . Efectivamente, fue un acto muy emotivo pero también muy divertido. El presentador volvió a ser el humorista Marc Bala, que supo dar ritmo al acto y hacer reír a los asistentes, entre los que estaba Roser Capdevila, porque era reconocida con el premio Junceda de Honor.

Antes de que llegara su momento, ella también nos hizo reír con su maravilloso y habitual sentido del humor. Bala empezó enseñando el cartel del 125 aniversario del Barça, obra de Miquel Barceló, para pedir al auditorio su opinión. Roser también quiso decir la suya: "No está mal para ser algo de fútbol". Lo dijo sin ironía, pero la explicación posterior provocó las risas de todos: "Es un jugador de esos que compran en el mercado de invierno y que está como desesperado. Y está nervioso. Ha perdido el partido, se nota que acaba de perder: por sed a cero, o algo así". ¡Qué mirada tan travieso y tan inteligente que tiene esta mujer! Me ha hecho mucha ilusión que le hayan dado el Junceda de Honor, y sé que es una alegría compartida con mucha gente: sin ir más lejos, el jueves recibió grandes aplausos, que me parecieron especialmente cálidos. Con sus dibujos, Roser Capdevila se ha colado en la vida de mucha gente, sentimos que forma parte, y qué tan difícil y tan precioso de conseguir.

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Tras el comentario del cartel, todavía estábamos al comienzo de la ceremonia, y Xavi Ramiro, presidente de APIC, hizo un discurso que me pareció marcar el tono del acto. Quiso dedicar la gala al colectivo: "Una de las ventajas de ser el presidente es que puedo hablar de las maravillas de la ilustración catalana sin que nadie me tilde de exagerado, porque es lo que se espera de mí" . Tiene toda la razón, y me gustó mucho como lo hizo: no empezó a recitar sus excelencias (que son muchas, efectivamente), sino que habló con conocimiento y cercanía de lo que quiere decir la profesión, intentando capturar todos los perfiles de ilustradores. Por ejemplo, los que tienen trabajo, demasiado, y los que no tienen suficiente. Los más reconocidos, que llevan muchos años y, por tanto, deben tener dolor de espalda. Quienes intentan mantener la ilusión en un oficio que no lo pone fácil. Los que comienzan y sueñan con dedicarse a ellos mientras trabajan en un bar.

A todos los ilustradores, les dijo: "Habéis sido lo suficientemente valientes para reconocer ante el espejo su vocación. Desea formar parte de esta profesión, a pesar de las dificultades. Gracias por continuar enriqueciendo y fortaleciendo la cultura de este país, y para regalar gozo y alegría con su creatividad". Fue muy bonito. Lo digo yo y se lo dijo Roser Capdevila cuando subió a recoger su premio: "¡Has hecho un discurso que me ha gustado mucho, y mira que los discursos no me gustan!" Continuó: "Has dicho algo que es verdad: el ilustrador vive dentro del dibujo. Tiene que contar la historia, pero de una manera que debe contar las palabras sin palabras. Esto tiene mucho mérito, y disfrutas. Y si estás dibujando un bosque, aunque estés en un piso, estás en un bosque. deseo trabajo a todos, ¡ya está!" Pues está. Muchas felicidades, y muchas gracias, Roser.