Literatura

¿Sabías que los libros que se publican en Cataluña contaminan como 18 jets privados?

La puesta en marcha la próxima semana del Instituto de la Ecoedición muestra cómo una parte del sector ya se ha puesto las pilas en materia medioambiental, aunque hay que encomendar la urgencia del cambio al grueso del mundo de las publicaciones impresas

Barcelona¿Son conscientes de que para fabricar un móvil inteligente se necesitan 12.700 litros de agua y que, en cambio, para conseguir un libro ecoeditado se necesitan sólo 16? ¿Y que imprimir un libro en Asia multiplica por ocho las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) a la atmósfera? ¿Sabías que, en un año, el sector del libro en papel contamina como 18 jets privados, que emiten 3.338 toneladas de CO₂?

El cambio climático y sus consecuencias exigen la reducción inmediata de las emisiones de dióxido de carbono al atmósfera. Aunque el sector editorial no sea, ni mucho menos, el que más contamina, el proceso de fabricación de libros de papel puede reducir notablemente su impacto, por lo que acaba de nacer el Instituto de la Ecoedición , "una iniciativa pionera a nivel mundial", según avanza el editor Joan Sala, uno de los impulsores del proyecto, que se presentará el 14 de febrero en la librería Ona. "Queremos que nuestro sector, que es uno de los más potentes en cultura, sea pionero y ejemplar también en cuestiones de sostenibilidad", continúa Sala.

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Les dades al voltant de l’ecoedició

"Nuestra intención es poder verificar y reducir la huella del sector –explica Laia Figueras, directora del Instituto de la Ecoedición–. Ahora ya sabemos que el 49,4% del impacto ambiental de fabricar un libro se da en la fabricación del papel. Y que el 16,4% de la producción editorial se encuentra en su proceso de distribución, tanto de las materias primas como en la distribución hacia los puntos de venta”.

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Publicar con conciencia

La preocupación por la sostenibilidad del sector editorial –donde el libro en papel representa todavía más del 95% del negocio– ha crecido sobre todo en los últimos tres años, pero fue hace más de dos décadas que la imprenta El Tinter, situada en el barrio de 'Horta de Barcelona, se dio cuenta de la importancia de fabricar los libros con conciencia ecológica. "La hija del gerente quiso realizar un trabajo de carrera sobre el impacto ambiental de la empresa, y aunque nosotros creíamos que sería nulo, los resultados nos demostraron que no era así –recuerda Jordi Panyella, que en aquellos momentos trabajaba en El Tinter–. A partir de entonces se decidió empezar una política de gestión ambiental: reducir los aspectos contaminantes y los residuos”. El próximo paso fue crear el Grupo de Ecoedición de Barcelona en 2008, después de las primeras jornadas celebradas en el FAD dedicadas al tema: "El objetivo era promover un compromiso ambiental y de eficiencia del sector", recuerda Panyella, que el 2011 impulsó un sello editorial, Pol·len, que debía convertirse en laboratorio de estas propuestas, y que a partir de 2014 se separó de El Tinter, imprenta desaparecida sólo un año después.

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"Desde 2008 hasta la creación del Instituto de la Ecoedición sacamos adelante el proyecto Greening Books, que consistía en el análisis del ciclo de vida de un libro cofinanciada por la Comisión Europea", continúa. Fue de ahí que salieron los datos del impacto ambiental de la fabricación de un libro impreso en offset (el proceso de impresión más habitual): el 49,4% proviene de la obtención del papel, el 17 ,6% en la fabricación de las planchas y el 16,4% en la distribución. Más adelante se estudió también el impacto de la impresión digital: la obtención de materias primas suponía un 73,8% y la distribución el 14,1%. "Esto ayudó a anticipar los tres principales criterios de la ecoedición –dice Laia Figueras–. El primero es la necesidad de potenciar la producción de proximidad, con el objetivo de minimizar las distancias de distribución y su impacto. El segundo es el uso de papel reciclado y certificado, como el FSC, que proviene de bosques gestionados de forma sostenible. El tercero es el cálculo de la huella ambiental".

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Del Libro Local a la mochila ecológica

En una fecha bastante lejana como en el 2012, Comanegra impulsó el sello Llibre Local, que garantizaba que el 100% de la elaboración –desde el diseño hasta la impresión– del libro se había llevado a cabo por profesionales y empresas catalanas. "Estudié biología e hice un máster en temas medioambientales porque es una cuestión que desde hace años que me interesa –explica Joan Sala, de Comanegra–. El sello Llibre Local era un primer paso para el cambio, pero el Instituto de la Ecoedición verificará mucho más que la producción de proximidad". Laia Figueras detalla en qué consistirá la mochila ecológica que a partir de ahora podrá leerse en los nuevos libros que publiquen editoriales como La Campana, Fonoll, Ela Geminada, La Magrana, Poncianas, Polen y Akiara. "El software BookDAPer.cat es una herramienta puntera para calcular el impacto ambiental de un libro en papel –adelanta–. Te dice las emisiones de CO₂, los gramos de residuos generados, el consumo de agua, el consumo de energía y de materias primas". En un libro pequeño realizado sin tener en cuenta cuestiones de sostenibilidad, las emisiones de carbono por ejemplar pueden superar fácilmente el kilo, y se pueden gastar hasta 30 litros de agua. Si se aplican criterios para reducir la huella ecológica, las emisiones se reducen al medio kilo y se gastan unos 16 litros de agua.

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El Instituto de la Ecoedición se presenta en sociedad la próxima semana con la vocación de sumar editoriales que quieran apuntarse al cálculo de la mochila ecológica de los libros que realizan. Entre los grandes grupos pioneros en la reducción de emisiones destaca Penguin Random House. "El grupo Bertelsmann, del que formamos parte, se sumó al pacto de la ONU de reducción de emisiones con la voluntad de llegar a 2030 siendo neutrales –explica Carlota del Amo, directora de comunicación corporativa y responsable de sostenibilidad de Penguin – Algunos autores como Isabel Allende nos habían pedido que sus libros se publicaran con el papel que entonces se conocía como amigo de los bosques. Desde 2014 empezamos a trabajar con papel FSC, y actualmente gran parte de nuestros libros lo utilizan". "Aunque los costes de minimizar el impacto ambiental en el proceso de producción sean ser más altos, la sostenibilidad pasa por delante, es prioritaria", añade Del Amo.

Algunas imprentas y librerías también son conscientes de la necesidad de avanzar hacia un modelo productivo más respetuoso con el medio ambiente. "Nosotros ya utilizamos planchas no procesadas, que se ahorran todos los elementos químicos, y estamos en proceso de cambiar las tintas: dentro de un par de meses dejaremos de utilizar las minerales, que contaminan más, y utilizaremos sólo tintas vegetales –explica Elisenda Romanyà, de la imprenta Romanyà Valls–. En temas de energía, hemos aplicado medidas en placas de autoconsumo. Estos cambios han reducido el margen que ganamos, pero hemos decidido que era el momento de aplicarlos". "Todos nosotros debemos ser ecológicos y nuestro sector también –defiende Iolanda Batallé, desde la librería Ona–. Amamos los libros y también la vida: se trata de hacerlo bien para seguir leyendo, escribiendo y viviendo. Toda la cadena de entusiasmo que es el libro, desde donde nace la semilla hasta la persona que lo lee, debe ser lo más sostenible, y nos sumamos a todas las iniciativas que ayuden a hacerlo posible".

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¿Es más cara la ecoedición?

Jordi Panyella hace memoria de algunas de las preguntas que ha tenido que responder durante años. "Me han reprochado que la ecoedición es más cara –dice–. Quizás sí, pero si lo que promueves es un ahorro de consumo y de materias primas, a la larga es beneficioso también para ti". También le han dicho que el sector editorial no contamina tanto como otros: "Quizás no, pero el libro tiene un prestigio que otros sectores no tienen. Y a veces los libros abordan temas como el cambio climático: sería lógico abordarlo en un apoyo que es coherente". ¿Todos los sectores tendrán que desarrollar esta conciencia? "Sí. Lo que ahora son recomendaciones más adelante serán leyes", continúa.

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La Generalitat de Catalunya impulsó en 2022 el Plan C* Cultura Por el Clima, pionero en el Estado, que tiene la aspiración de ayudar a hacer un cambio de paradigma en las empresas del sector. "El gobierno actual tiene como uno de los ejes principales la apuesta por un país verde, y desde el Instituto Catalán de las Empresas Culturales (ICEC) estamos haciendo un trabajo de concienciación de los sectores culturales para trabajar de forma más respetuosa con el medio ambiente –explica Edgar Garcia, director del ICEC–. A partir de una encuesta que encargamos al CoNCA en el 2019 vimos que había una buena predisposición a implementar medidas, pero faltaba conocimiento de cómo aplicarlas y financiación”.

El Plan C* Cultura Por el Clima, activo desde hace dos años, propone tres líneas de ayuda a las empresas, tanto en lo que se refiere al diagnóstico de lo que pueden mejorar como en consultoría o, finalmente, en la línea de actuaciones . "Existe una ayuda de hasta el 80% en este punto, que incluye el gasto para reducir el impacto ambiental, la obtención de certificaciones ambientales como la que ofrecerá el Instituto de la Ecoedición, la formación de personal, el diseño y la comunicación", continúa Edgar Garcia. "El sector del libro es la industria cultural más potente y madura del país, y en este sentido creemos que es importante que dé ejemplo minimizando la huella de carbono –asegura–. Y en el 2025 daremos un paso más. Hasta entonces, trabajar con un papel certificado FSC o PFSC es un criterio de valoración a la hora de pedir una ayuda. A partir del próximo año pasará a ser un requisito en las dos líneas de ayuda más importantes". La administración catalana, con la voluntad de avanzar hacia una mayor sostenibilidad del sector cultural, quiere que la ecoedición, además "de ser un modelo atractivo, sea necesario". "No se trata de imponer nada, sino de ver el cambio como una oportunidad de innovar –dice el director del ICEC–. La emergencia climática está ahí, y la ciudadanía quiere comprar cada vez más siguiendo unos valores éticos y de desarrollo sostenible".